Epílogo

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01 de septiembre de 2011

Aquel día los Malfoy iban a dejar a su hijo por primera vez a la estación de trenes. Hermione atravesó junto a Stephen la famosa plataforma 9 ¾ . Los Malfoy habían asistido a dejar al mayor de sus hijos.

Stephen estaba ansioso por llegar al castillo y ver a que casa lo mandaría el sombrero. En la estación los esperaban los Potter: Pansy, Harry, Josephine, James y la pequeña Lily. Ninguno de ellos iba a Hogwarts, pero sí los pequeños Snape: Luicius, un Slytherin de tercer año, y Eileen que cursaría su segundo año en Gryffindor; como se haría costumbre, la profesora Williams los esperaría en el castillo, ya que ambos niños habían decidido hacer un recorrido normal para compartir con sus amigos. Harry, quien era padrino de Eileen, los llevaba hasta la estación.

Por su parte, los Zabini también hicieron acto de presencia: Blaise, Ginny, Eros, Grecia y la pequeña Blair acompañaban al ahijado de Harry y Ginny: Edward Teddy Lupin, un pequeño de tercer año perteneciente a la casa de Hufflepuff.

Como los Nott no se querían perder el primer viaje de su sobrino, Theo, Aixa, Daniel, Emma y la pequeña Violet asistieron con la abuela Emily que llegaba con la abuela Cissy a despedir al mayor de sus nietos. Ambas abuelas se habían hecho responsable de llevar a uno de los gemelos Malfoy, Scorpius y Serpens.

Atenea y Sirius, junto a la pequeña Sirianne estaban allí. Ambos despidiendo al hermano mayor de su hija. Al primogénito de los Black.

-No llores Sarah- dijo Siomara, quien también contenía las lagrimas al ver llorar a la niña. Ese instinto de protección no se había ido, y la pequeña Müller era la debilidad de Siomara. El parecido de la niña con su madre había derretido su corazón.

-Mis papás no vinieron- dijo entre sollozos- mañana es mi cumpleaños 5, y de seguro tendrán que trabajar- murmuró. Para nadie era un secreto que Adele y Klaus Müller amaban a su hija, pero al ser personas tan importantes en el ministerio y en San Mungo pasaban poco tiempo con la pequeña rubia de ojos verdosos.

Stephen estaba despidiéndose de todos sus familiares para subir con sus tres amigos al tren. El último que se despidió de él fue Sirius, quien le afirmó que el sombrero elegiría una buena casa para él y le deseó suerte en su primer año. Stephen vio a su hermana Mara, intentando consolar a la niña.

Hacía meses que Stephen no sentía rabia. No me gusta ver llorar a las niñas, pensó el castaño. Él no había desarrollado mayores sentimientos por muchos de sus familiares. Incluso Sarah, que había sido su ultimo pensamiento justo cuando el levantamiento de barreras se cerraba, no había despertado ningún sentimiento en él. Stephen aseguraba en su mente que la había pensado porque era la niña consentida de su hermana y que no la había pensado a tiempo. Pero por primera vez en meses, él sintió rabia por verla llorar.

No hubo temblor de nada, los cristales del tren estaban bien, y él sentía las barreras mentales de sus emociones. El rito que su papá había hecho había funcionado. Excepto por el instinto que surgió en él en ese momento.

- ¿por qué lloras? - su tono de voz sonó más hiriente de lo que esperaba. Siomara le dio una mala mirada.

-Mis papás no vinieron- dijo en un murmuro, mientras más lagrimas se resbalaban por sus ojos. El sentimiento de rabia no se iba de Stephen.

-No te ibas a Hogwarts tú- dijo arrastrando las palabras. Esas eran cosas que habían cambiado en él. La manera de hablar, la manera de comunicarse, de expresarse.

-No vendrán ni cuando me toque ir- murmuró la niña de casi cinco años- tampoco estarán mañana.

-Puedes pasarla con mis papás- dijo el castaño- y con mi hermana- Siomara asintió a su lado- deja de llorar Sarah- dijo nuevamente el muchacho. Se pasó una mano por sus cabellos, estaba exasperado- tengo un regalo de cumpleaños para ti- dijo finalmente. Los ojos verdosos lo miraron con emoción y él se sintió aliviado- pero debes cuidarlo bien- agregó- es mágico- alzó ambas cejas. Siomara aguantó una risa a su lado. La emoción de Sarah era notable para ambos. Siomara fue donde su papá que la llamaba y dejó a los dos solos. Nadie prestaba atención al par de niños.

- ¿Qué es? - dijo ella ansiosa y con los sentimientos desbordando- prometo que lo cuidaré.

-Si dejas de llorar- dijo Stephen sacándose un collar que traía con dos anillos- un día dejaré que lo uses en tu mano- ella le miró con los ojos expectantes. Stephen sacó uno de los anillos, el más grueso y se lo puso en la mano, se ajustó a su dedo. El collar que era largo se lo pasó por la cabeza a la rubia- un día, si dejas de llorar cada septiembre, lo pondré en tu mano- la niña asintió y lo tomó como una promesa.

-No me lo pondré- dijo ella mirándolo, y guardando el collar dentro de su suéter- no lloraré, y un día, tú lo pondrás en mi mano, ¿verdad? - Stephen asintió. Al menos había dejado de llorar, y él se sintió aliviado.

-Cuando seas más grande- dijo el castaño de ojos grises como el humo. Y dejó un beso en la mejilla de la niña- sólo no llores- la rubia asintió.

-¡Vamos Stephen!- gritó Eileen junto a Teddy- es hora de irnos- agregó Lucius. El castaño asintió y se despidió ultimo de su hermana Siomara, con un fuerte abrazo.

Sarah sintió un calorcito allí, donde el anillo reposaba, y se prometió no volver a llorar en cada septiembre.

02 de septiembre de 2011

Queridos Padres, abuelas, hermanos, tíos y primos,

Supongo que están todos en casa con las abuelas. He de decir que el sombrero se demoró más de lo esperado en mi cabeza anoche, pero finalmente decidió que la mejor casa para mi sería Slytherin. Espero que a mi padre no le de un infarto, y que papá esté feliz.

Mamá, tendrás más oportunidades para que uno de mis hermanos vaya a Gryffindor :), dales mis saludos a todos, y deséale un feliz cumpleaños a Sarah.

Con los chicos le enviamos una caja de caramelos que compramos ayer a la señora del carrito, por favor entrégaselos cuando la veas.

Contestaré a sus cartas.

S.R.Black

-Slytherin- bufó Sirius. Atenea rio y pasó un brazo por su espalda, viendo como el pelinegro mecía a su hija.

-Es mi hijo, después de todo- dijo Draco con una sonrisa. Hermione rodó los ojos.

-Es mi hijo también- dijo la castaña. Todos rieron- Tenia la esperanza de que fuera a Gryffindor- agregó.

-Te quedan cuatro hijos más- dijo el rubio divertido- y a ti solo una opción- miró a Sirius con una sonrisa de suficiencia.

Hermione rio, y pronto vio la chimenea encenderse. Aquel día los Müller trabajarían, y Hermione también, porque tenían que presentar el proyecto final de reforma de salud.

- ¡Feliz cumpleaños Sarah! - dijo la castaña.

-Gracias madrina- dijo la rubia con una sonrisa- mis papás me dieron este vestido, ¿te gusta?

-Te ves preciosa- dijo Draco con una sonrisa, mientras cargaba a Samira.

-Los chicos mandan esto de Hogwarts- dijo Siomara mientras entregaba la caja- ¡Feliz cumpleaños, pequeña!

Y allí, estuvieron unos minutos compartiendo en el cumpleaños de Sarah Jean Müller. Todos reunidos, después de tantos años.

Fin.

¡Hola!

Yo creo que no se esperaban que llegara el final, yo tampoco la verdad, pero así se dio la historia. Llegó un punto en el que entendí que estaba escribiendo las últimas frases en el capitulo anterior.

Espero que les haya gustado, el siguiente será los agradecimientos y una invitación, por si quieren saber más de estos jóvenes personajes.

Gracias por acompañarme hasta aquí.

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