Hechos importantes en la vida de Pansy y Harry (parte 2)

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Mayo de 2003

El matrimonio Potter era la envidia de la comunidad mágica. Ambos jóvenes profesionales habían roto cualquier tipo de barrera. Social, de clase e inclusive de estatus de sangre. Algo que a ellos no les importaba, pero había cierto grupo que aún no entendía que la importancia de la sangre no importaba.

Aquel día Pansy había ido a dejar tempranamente a Teddy donde su madrina Ginny Zabini, el pequeño de ya cinco años jugaba con los pequeños de casi tres años de Ginny y Blaise. Teddy era un niño muy amado e inteligente. Aquel día sabía que debía quedarse con su madrina, porque mamá Pansy tenía turno en San Mungo, y su padrino había salido de misión. Harry era un héroe a los ojos de Teddy, y realmente a los ojos de cualquier niño que supiera la historia del mismísimo Harry Potter. Teddy entendía que Harry estaba cazando a los malos.

Un mal presentimiento se había llevado la señora Potter aquel día al separarse de su pequeño. Pero sabia que todo lo que sentía se debía a la ausencia de tres días de Harry. No había recibido ni un patronus, ni una carta, y hasta donde sabia, el escuadrón que estaba en Albania no había vuelto. Mortífagos, ni, aunque hayan pasado tanto años después de Voldemort, había vuelto la calma. Sus seguidores seguían al pie del cañón. Y justamente en esa unidad estaba Harry Potter. Cazando a los mortífagos que aun se encontraban escondidos por ahí.

Aquel día le tocaba finalizar su rotación por el cuarto piso Daños provocados por hechizos. Era su ultima ronda antes de elegir alguna especialización. Aun no lo decidía por completo. Se había visto tentada a seguir la carrera de pediatría, pero no estaba del todo segura. Cuando estaba terminando de revertir un mal hechizo de una niña de 14 años, una de las enfermeras se acercó a ella. Su cara se lo decía todo.

-Medimaga Potter- dijo finalmente cuando vio que había terminado con la niña- han llegado los aurores- agregó.

- ¿A qué? - dijo guardando su varita rápidamente y acomodando su delantal.

-Llegó un escuadrón herido- el pecho de Pansy se encogió.

- ¿Harry...? - la enfermera asintió. Y la guio con rapidez por los pasillos. Tres puertas más allá lograron divisar a un par de aurores conocidos, que la saludaron mientras hacían muecas de desagrado por los tratos de los medimagos. Su turno había terminado con la niña.

Abrió la cortina que separaba a los enfermos, una vez Maggie, la enfermera, le había indicado donde se encontraba su esposo. Harry tenia muy mal aspecto. Un par de rasguños en la cara, un poco de barro por la ropa, y lo peor de todo, su torso estaba desnudo, y unas vendas lo envolvían. Él abrió los ojos de golpe apenas sintió abrir las cortinas. Verde olivo y verde esmeralda se encontraron.

-He revertido los efectos de la maldición- el medimago Rowell se encontraba allí, era el encargado general de la planta durante la tarde-noche.

- ¡Maldición, Harry! - dijo ella acercándose lentamente a su esposo. Él le sonrió tranquilizadoramente- estaba muy preocupada- tomó su mano, y con la otra acarició su cabello. La cicatriz en forma de rayo estaba allí. Oculta por un poco de cabello negro.

-Estoy bien- dijo valientemente el hombre, mientras se acomodaba en la cama, pero la mueca que vio Pansy no la convenció del todo- dígale, Andrew- dijo el enfermo- ¿estoy bien no?

-Efectivamente- agregó nuevamente Andrew Rowell- el señor Potter ahora se encuentra bien- Pansy le observó pidiendo una explicación- aun le duele porque se ha negado a tomar la poción para el dolor- apuntó al lado de la mesa. Pansy miró con el ceño fruncido a su esposo, quien se encogió levemente de hombros. Como odiaba las pociones- los dejaré a solas, el señor Potter tendrá que estar en observación esta noche- Señora Potter, su turno terminó hace quince minutos- ella asintió.

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