☬ 53장

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Parecía como si todo estuviera acabando en un final menos deseado. Con la única exepción de que cada día era siempre sumado genuinamente a la duda para manterse firme en un... fictioso mundo a su lado.

De verdad, ¿Terminaría esto así?

¿Tanto... para nada?

Miles de besos y caricias que parecían más hablar por ellos mismos... ¿Serían todos fracasadamente desperdiciados?

No quería pensarlo mucho menos.

Dolía saber que todos esos recuerdos quedarían plasmados en su mente como ambiguos cuadros de pintura que su interior no pudo nunca completar.

Impotencia.

Gastada resilencia.

Lloraba, por cada recuerdo de ambos en gigantescos lienzos dentro de su memoria. Siempre impresionantes, sumamente indispensables. Valorizados en un trueque de amor recíproco, pero que para su decepción, nada a cambio de ellos él recibió.

¿Qué haría con todos ellos? ¿Dónde más debería guardarlos? No lo sabía. Momentos tan inefables que no merecían ni la mitad de la lúgubre realidad que los rodeaba.

Cada uno, torturosamente trazado por los colores más nocivos de su acendrada ilusión.

Recuerdos, delineados por la más testaturada y tenaz dedicación, decoradas por esas maravillosas mezclas de inquietantes matizes de diaria confusión, para que finalmente, terminaran en fracaso, estropeados por las mismas lágrimas del herido pintor.

Sus agigantados latidos pronto lograrían quitarle el aire de sus pulmones. La brusqueza con la que picoteaban duramente contra su pecho, harían que su corazón se salga en cualquier momento.

La conmoción le empeñaban sus pardos ojos, quitándole ese efímero destello que le daban vida absoluta a su rostro, para reemplazarlos, sin importar qué, por tristes cristales rotos; transparentes puertas a su ultrajada alma estrangulada de tristeza, a nombre de la perspicaz decepción que lo asechaba.

Frustrado por sus heridas, lloraba.

Nunca antes se había sentido de esa forma tan precaria.

Si aquella lamentable noche, conoció por primera vez una tajada de lo que era sentir la traición, esta vez juraba haber conocido, también, su amargo y verdadero sabor de esta.

¿Cuántas veces más sentiría que le habría visto la cara de idiota?

Recordarla ahora, era como recordarse a sí mismo, lo estúpido que se debió haber visto creyendo cada una de sus palabras. Mientras, que él solo asentía cual sumiso cegado por sus más platónicos sentimientos a ella.

Se consideraba un verdadero idiota iluso.

No era la primera vez... eso era lo que más dolía.

Y aunque, ya estaba familiarizado duramente con el mortal sentir, aseguraba que el dolor seguía haciéndolo tan mierda, como si a penas fuera la primera vez que lo conociera.

Cerraba los ojos, y la imagen de ella diciéndole todas esas calumnias bañadas de miel, martilleaban bestialmente su endeble corazón.

Débil.

Tomaba bocanadas de aire para recuperar la cordura, pero ni aún así, sus lágrimas le daban tregua.

El mediodía de los cielos de Busan, se compadeció tanto de él, que envió sus más delicados rayos de luz a través de su ventana, como forma de un tierno consuelo, y así, poder acariciar sus lágrimas hasta conseguir secarlas, pero era una tarea imposible ahora.

•𝐄𝐥𝐥𝐚 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐋𝐮𝐧𝐚• [PAUSADA] [𝐉𝐢𝐌𝐢𝐧] [Temporada#02 MPM] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora