•𝐄𝐥𝐥𝐚 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐋𝐮𝐧𝐚• [PAUSADA] [𝐉𝐢𝐌𝐢𝐧] [Temporada#02 MPM]

III

— ¿Qué podemos hacer Mayor Siwon?

La mujer lloraba mientras el menor de sus hijos acariciaba con profunda agonía el hombro de su progenitora.

— Debe de haber alguna solución, mi hijo no puede morir. No se lo merece.

Un corto sollozo salió nuevamente por los labios de la madre que ahora miraba con nostalgía a su hijo tendido sobre su cama, cada noche más y más débil.
Su alma se partía de verlo así, como madre de aquel ser, se reusaba a aceptar la cruel idea que el sabio había proclamado. Le parecía totalmente injusto, que el mayor de sus hijos estuviera a un hilo de la muerte.

— Haré lo que fuera para salvar a mi hijo, sólo dígame lo que tengo que hacer— habló nuevamente el padre con un nudo en la garganta.

— Es su mate...— respondió dándole un acento único a la última palabra, recalcando lo delicado del tema a tratar.

— Su mate... ¡Sé que es su jodida mate, maldita sea!— sus ojos negros habían sido cubiertos una fina capa cristalina.

— Padre...— su hija intentó domarlo acariciándole por la espalda.

Tenía la terca esperanza en conseguir una respuesta que apaciguara por completo el dolor que llevaba dentro. Su hijo se estaba muriendo y no podía quedar así.

El sabio, volvió a tomar las hojas secas de coca y con un anhelo también en su interior, las colocó por segunda vez en el pecho su líder desvanecido. Meditando con los ojos cerrados, comenzó a mover sus dedos de manera extraña, moviendo curiosamente las hojas a punto de rajarse, esparciéndolas por todo el tórax del castaño. Separó en dos partes, y tomó una de las hojas entre sus dedos, pronunciando las palabras, en el idioma nativo de la manada, llevó la hoja dentro de su boca y la masticó minuciosamente. Con la luz de la luna sobre él, pudo encontrar con dificultad lo que la familia esperaba.

Abrió los ojos tranquilamente y se giró a ellos. Todos esperaban con casi una esperanza nula en ellos la respuesta de este. La mirada del sabio expresaba muchas emociones mezcladas, miró a cada uno de los familiares frente a él, sintiendo también el dolor del aura dañada de todos ellos, una terrible desgracia. Los ojos ajenos de la familia, pedían a gritos una respuesta, haciendo el ambiente más abrumador para él.

El sabio miró nostálgico a su líder resposando y subió al instante su vista hasta el buquett de bodas que resposaba en lo alto del closet, siendo iluminado raramente por un delicado rayo de luz de Luna.

No se demoró más y dirigiéndose a los presentes, respondió:

— Sí la hay, sí hay una solución para nuestro líder.

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"Quizás nadie muere por amor,
pero la agonía en un corazón roto, es el dolor más parecido a la misma muerte."