☬ 35장

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Eran pasadas de la medianoche. La cabaña del Alfa tenía las luces apagadas a las dos y media de la madrugada, y a dos huéspedes durmiendo bajo el manto de Morfeo en dos cuartos distintos.

La morena se negó a compartir cama con el pelinegro, por obvias razones. Si bien se había tomado el atrevimiento de ir a su casa sin avisar y encima, a quedarse por un lapso de tiempo, no iba a abusar mucho de ese privilegio y pedir dormir con él en la misma cama. Además, de que no se encontraba lo suficientemente lista como para revivir ese tipo de momentos, que definitivamente se requieren otro nivel confianza.

Y eso era algo que a ella aún le costaba expresar, pero hacía su mejor esfuerzo.

El reloj reliquia de la enorme vivienda marcó cuarto para las tres entre la oscuridad. Una hora ideal para las sombras del Alfa, quienes salían a molestarlo sin importar qué en sus aposentos. Era el momento en el que el pelinegro era irritantemente abrumado a medio dormir con alguna de sus tantas y horribles pesadillas con las que ya se había resignado a vivir.

Y esta noche, no fue la excepción.

Como si no bastara la presencia de su Mate a unos cuantos metros más al fondo, las pesadillas volvieron a torturarlo por enésima vez, y como si no fuera poco, estas vinieron aún con más fuerza de las que solía ser.

JiMin comenzó sentir una capa de calor subir como lava por su torso hasta ahogarlo sin perder ningún centímetro por los hombros. Mientras, se debatía por despertar de las molestas escenografías que se acumulaban en su cabeza sin intenciones de dejarlo en paz, su piel cobraba un brillo pegajoso resaltando en su espalda y los esquinales de su frente fastifiándolo aún más.

Su lobo despertó mucho antes que él por lo sofocado se sentía en el cuerpo entero de Park, asi que, comenzó a chillar pidiendo ayuda para despertar.

Esto siempre tardaba mucho, lo hacía padecer al pelinegro más de lo que quisiera. Sus pesadillas siempre duraban aproximadamente diez minutos o más, y despertarlo jamás fue una tarea fácil para Ayla, quien era testigo de ellas todas las noches que dormía con él, siéndole imposible de controlarlo.

El Alfa vió algo indeseable en su mente y en un intento de pelear en él, su cuerpo comenzó a dar pequeños sacudones sobre su lugar desordenando la sábana que hacía un intento por cubrirlo por completo.

Su garganta se volvió muda, ahogando los jadeos que exigían por salir, convirtiéndolos en temblorosos mugidos bastante fuertes. Su entrecejo ya brilloso, se frunció aún más por la lucha que tenía dentro de sí mismo, intentando controlar. Las muecas de fastidio se hicieron presentes, al igual que sus gruñidos que hacían su pecho vibrar por lo salvaje que se oía, y que a cada segundo de escuchaba mucho más y más bestial.

Aún dentro de su pesadilla, sus gruñidos eran cada vez más bruscos, incluso más que el anterior.

Esto provocó que la pelinegra se despertara confundida por lo que escuchaba haciendo eco en el pasadizo. No era de tener el sueño liviano, de hecho jamás lo tenía, pero al dormir en casa ajena la hacía mantenerse al tanto de todo lo que pasaba a su alrededor.

Su sistema se alertó aún más cuando escuchó algo quebrarse fuera de la habitación. Sin dudarlo ni un segundo más, agarró la cuchilla que tenía y salió a ver que era lo que pasaba.

Sus latidos se hacían más pesados al comprobar de donde era que provino el ruido y los gruñidos que escuchaba. Se acercó firme a la perilla y cuando abrió la puerta, sintió su alma misma salir de su cuerpo.

Frente a ella tenía a JiMin de pie, con el pecho notoriamente hinchado tomando rigidez y mostrando autoridad como el líder natural que era, gruñendo hacia la ventana.

•𝐄𝐥𝐥𝐚 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐋𝐮𝐧𝐚• [PAUSADA] [𝐉𝐢𝐌𝐢𝐧] [Temporada#02 MPM] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora