☬ 52장

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La preciosa pelinegra, de tierna tez rosa, zarandeaba sus caderas contra el inherte cuerpo del Alfa tendido.

Clavando sus largas uñas en sus recios hombros, mugía entumecida de placer, la dicha de tener el pedazo de carne dentro de su ser.

– Eso es, muévete más rápido.

– E-eso hago.

– ¡Pues no parece! –regañó consiguiendo que se detuviera.

– Ayla, para. No puedo hacerlo, no estoy en condiciones...

– ¿Qué? ¿Cómo que no puedes? –voceó– Estás jugando, ¿No es así?

– ¿Por qué jugaría con esto? Y no, no sé. No entiendo qué pasa –miró su miembro sin reaccionar dentro del látex– Simplemente no puedo.

– ¡Estás siendo ridículo! –protestó molesta– Héchate, mejor. Déjamelo a mí.

– No cre..

– Que te heches.

– Ayla, es que no quiero. Debe ser por eso.

– A mí nadie me va a decir que no -lo empujó subiéndose a su encima por segunda vez, alineando su glande en su vagina– Verás que sí.

– Si no puedo ahora, en otro momento será.

La mujer se hizo de oídos sordos e ignoró aquello, decidiendo a costa del Alfa, deslizar todo el falo dentro suyo.

Comenzó a cabalgar sobre sus robustos muslos, haciendo chasquear sus testículos contra su piel en el furibundo vaivén de sus caderas. Buscando así, que él también, sintiera ese mismo extraordinario placer, que ambos compartían desde incluso su noche nupcial, y hasta a veces bajo completo descontrol.

Pero que ahora, bajo de ella, solo veía a un Alfa ausente en el acto, sin ningún atisbo de éxtasis en sus rasgos.

– Quita esa cara, JiMin. Me estresas, por dios. Más te vale no estar pensando en la idiota esa ahora.

– ¿De qué estás hablando?

Su mediocre indiferencia siempre lograba traspasar muchos niveles de su paciencia.

Ahora más que antes, tenía inmensas ganas de hacerlo redimirse ante ella. A pesar, de que el solo pensarlo le resultaba un completa utopía.

– No creas que no me he dado cuenta de que esta casa huele a esa mugrienta. Y no voy a mentirte –tomo su mentón– Eso me rebienta hasta la punta del clítoris, Park. Tú mejor que nadie sabe lo que implica dar ejemplo de lealtad, ¿Verdad? –lo soltó– Pues bien, la Luna aquí soy yo, y es tu deber complacerme en todo, tal como un honorable esposo honra a su loable esposa. ¿Entiendes?. Eres el líder, da el ejemplo por una maldita vez en tu vida.

Lo escuchó gruñir.

– Calla –ordenó.

Tomó sus manos para ponerlas sobre su voluptuoso trasero, que cabalgaba de forma grotesca su miembro, chocándose con sus testículos cual golpe.

– Cuidado –siseó él.

Poco caso le hizo, y ya harta de no verlo tan entregado como lo estaba ella, decidió satisfacerse así misma, por más acto desocado que pareciera. Poco le importaba ya. Mucho menos los gestos que emitía el Alfa, debido a la forma brusca con la brincaba sobre él. Haría al menos respetar su título unos minutos más.

– Aaagh... –lo escuchó gemir al fin.

– Y luego... no te gusta lo tosco –ironizó ella jadeando y moviéndose de la misma forma, encontrando el meneo perfecto para adormecer al apresado pelinegro– Oh, s-sí... fóllame duro, Park. Ahg...s-sí así...

•𝐄𝐥𝐥𝐚 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐋𝐮𝐧𝐚• [PAUSADA] [𝐉𝐢𝐌𝐢𝐧] [Temporada#02 MPM] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora