Episodio 43

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Pedro

No sabía cómo reaccionar. Estaba como árbitro esperando la llegada del balón, dudoso en la acción por su repentina convulsión. No sabía de qué trataba, así que llamé a Alexander tocando el botón de emergencia que había conectado en ambos consultorios en caso de un problema grave. Lo presioné varias veces, me tiré de rodillas contra el piso de cerámica; giré su cuerpo que temblaba aún y tenía los ojos en blanco.

¿Qué es esto?

—¿Qué ocurre? —grita Alex desde la puerta entrando con rapidez y nerviosismo—. ¡Dios mío! ¿Qué es esto? —se asombró ante la escena.

—Debemos hacer algo, algo pronto no sé qué pasa ella estaba... —dije con cara de angustia cuando una voz me interrumpe con autoridad:

—¡Salva a Dom! ¡Lo están matando! ¡Sálvalo! —gritaba ella una y otra vez antes de quedar inconsciente. Me asombré por sus palabras. Había sido algo muy extraño, algo inexplicable. ¿Por qué había que salvar a Dominick?

—¿Qué está diciendo? ¿Quien es Dom? —pregunta con el ceño fruncido, sin entender nada—. Espera, ¿ella es la paciente que me mencionaste aquella vez? —preguntó directo en un desespero. Quedé estupefacto. Aquel día que le hablé de que sentía un sentimiento por una paciente... no volví a tocar el tema.

Hacía meses atrás, cuando Emily vino por primera vez a contarme sus problemas y me había hablado de lo que había vivido... fue algo que aparte de sentirme mal por ella le comencé a sentir afecto. Y más que eso, me enamoré de ella.

Me enamoré de Emily Pérez, mi paciente.

Cuando llegaba a casa todos los días me encerraba en mi habitación. Muchas veces ni tenía apetito, pensaba en ella todo el tiempo. Llevo más de tres semanas así, por decirle lo que siento. Hoy quería hacerlo. Y no pude. Fui un cobarde, pero no. Ella ama a alguien más. No puedo hacer nada contra eso, ¿o si?

¿Qué tanto podría hacer yo por amor? ¿Debía luchar por este sentimiento que estaba creciendo en mi interior?

—¿Pedro? —me llama Alex, esperando aún mi respuesta. A lo que yo no pude decir nada. Y bajé mi rostro a mirar su cuerpo inconsciente—. Ese silencio lo dice todo —finalizó antes de empezarse a escuchar a lo lejos el sonido de la sirena de ambulancia.

Me mantenía en silencio, con algo de vergüenza.

También estaba extrañado por lo último que me dijo: "salva a Dom". ¿Qué debía hacer?

Mia

—¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHH!!

—¡JA,JA,JA,JA! —soltó en forma burlona—. Deja ver qué tienes aquí dentro... —dijo con un rostro de perversidad, llevando su mano a mi sexo; empezó a introducir sus dedos y mi cuerpo se arqueó de dolor mientras soltaba quejidos. Empezó a tirar de adentro hacia afuera y me dolía. Él al no soportar mis gritos, con su palma cubrió mi boca con fuerza, mientras no dejaba de gritar. Podía sentir más de dos dedos dentro de mi vagina y no era para nada excitante, llegó al punto de empezar a gemir como si estuviera excitado por lo que estaba haciendo, los demás miraban y él los miraba a ellos.

»Cuando te vayas a correr, te le corres encima a la perra esta.

—¡Métele toda la mano! —gritó uno de ellos, divertido.

—Sí, sí. ¡Esto será divertido! —sacó sus dedos de mi vagina y lentamente, como si de lubricar la entrada para algo grande entrar se tratara, empezó a meter toda su mano dentro de mí. El dolor comenzó a hacerme gritar con más fuerza, me estaba retorciendo de dolor. Deseé estar muerta en este momento, no quería que siguiera doliendo.

DOMINICK © ✅  [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora