ʙᴇsᴏs ᴅᴇ ᴀᴢᴜ́ᴄᴀʀ

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—Besos de azúcar —soltó Draco de la nada, golpeando la punta de su pluma contra su barbilla.

Harry le miró con el ceño fruncido en diversión.

—¿Qué es eso? —quiso saber, dejando el diario El Profeta sobre la gran y ornamentada mesa del comedor.

Draco sonrió, con picardía. Harry miró el entorno, como buscando la razón que tenía con esa cara a su esposo.

—¿Es a mi?

—¿A quién más, San Potter?

Harry rodó los ojos con media sonrisa en los labios; jamás tendría suficiente de ese apodo. Y su esposo tampoco, al parecer.

—A ver, ¿Ahora qué fue?

Sin previo aviso, y para la sorpresa del moreno, Draco se montó sobre la mesa, y a cuatro puntos, comenzó a gatear hasta el de mirada esmeralda. Mirada feroz, labios rojizos siendo presionados sensualmente. Harry carraspeó, mirando disimuladamente que no hubiera nadie fuera de los ventanales observando. De pronto su uniforme de auror apretaba demasiado.

—¿No me deseas?

Harry ladeó una sonrisa socarrona, siguiéndole la corriente.

—Mmm, no lo sé —vaciló, robándole una expresión seria al otro—. ¿Qué clase de pregunta es esa? Te deseo todos los días, todas las noches, en todo momento, dragón.

La sonrisa de la serpiente se estiró, y extasiado, bajó de la mesa con cuidado posándose a horcajadas sobre el regazo del moreno.

—Prueba mis labios entonces —pidió Draco, enroscando sus delgados brazos al rededor del cuello de Harry; este no objetó y lo hizo. Lo besó suave y al mismo tiempo con pasión desbordante.

—Azúcar —murmuró él, saboreando—. A eso te referías.

La mirada plata de Malfoy se transformó.

—Devórame, león.

Harry se levantó mandando la silla al suelo, luego lo cargó sosteniéndolo por los muslos, empotrándolo contra la pared más cercana a ellos. Draco era devorado, justo como a él le gustaba. Labios traviesos recorriendo la extensión de su cuello, sintiendo la dureza del otro cuando se coló entre sus piernas.

Harry no podía estar más excitado con aquellos labios rosas soltando suaves suspiros en su oído. Pidiéndole más.

—Lo quieres rudo, ¿eh?

—Sabes que sí, San Potter.

La fuerza de Potter era impresionante, manteniéndolo a flote con una sola mano, mientras con la otra se las arreglaba para sacarse el cinturón y hacer a un lado el uniforme de auror. Aún desnudo de la cadera para abajo, la túnica hacia un gran trabajo cubriendo sus cuerpos

—Rápido —exigió Draco, haciendo presión con sus piernas al rededor de la cintura de Harry. Este respondió con un tórrido beso y en el acto,  Draco sintió el miembro del otro rozar su perineo y en seguida estirando su esfínter. Los ojos fríos del Malfoy se colorearon de blanco cuando se sintió ser llenado, jadeando sonoro aferrando sus brazos en el cuello del otro. Harry, por su parte, le comía el cuello a besos y mordidas.

Embestida tras embestida, entre ruegos y maldiciones, juntos llegaron al orgasmo. Draco pintando con largas tiras de blanco el abdomen de su amante y Harry dentro sintiéndose inundar por su propia escencia en la cavidad del rubio.

—Bueno —suspiró Draco—. ¿Qué mejor despedida para mi esposo que esta?

Harry contuvo una risa ronca, sobando la espalda suave; todavía dentro de él.

—Solo serán dos días.

—Te voy a extrañar.

Harry besó sus labios fruncidos, y consoló diciendo:

—Todavía falta una hora antes de irme, ¿Quisieras ir arriba?

La sonrisa traviesa de Draco regresó.

A CRAZY MAGIC FAMILY: Primera TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora