ᴘʟᴀᴄᴇʀ ᴅᴇ ɪɴsᴏᴍɴɪᴏ

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El insomnió se apoderó de él, arraigándose a sus párpados y pies inquietos. En su mente tuvo conversaciones imaginarias, consigo mismo y con otras personas. Repasó su tarde en el estudio fabricando pociones y la conversación en familia de la tarde. Incluso recordaba con detalle los ingredientes que debía llevar el caldero de Scorpius cuando lo ayudó a terminar su tarea. Y Harry, él dormía como un bebé a su lado, abrazando la almohada y seguramente babeando.

Siempre tan desordenado, inclusive cuando no estaba haciendo nada.

Viró su rostro con calma para verlo. Sí, efectivamente, desordenado hasta el copete. Con los pies de fuera de la manta y un brazo colgante del extremo de la cama.

Medio cuerpo abrigado, medio cuerpo desnudo.

Entonces, una idea surcó su mente. ¿Sería demasiado atrevido? ¡Por favor, Draco, llevas casado con el hombre a tu costado por años, tienen cuatro hijos! Draco frunció el ceño, ¿Por qué estaba considerando el pudor ahora? Lo había perdido hace años con quién ahora se hallaba durmiendo... o ¿hibernando?

Roncas como un oso, pensó divertido, escabulléndose bajo las sábanas. Los cobijó a ambos (a él y a sí mismo), y travieso, tanteó con su barbilla el bulto de la entrepierna de su esposo.

¿Qué tal una felación para despertarlo? Con sus dientes bajó el elástico de los bóxers y con ayuda de sus manos, sacó aquel pedazo de carne, que pese a estár flácido, presumía un buen tamaño.

Comenzó a lamerlo, primero la punta y enseguida en tronco. Mirando hacia arriba de vez en cuando, asegurándose de que su trabajo surtiera efecto en los sentidos dormidos de su pareja. ¡Lo hizo! Succionó fuerte con sus labios y un jadeo resquebrejado salió arrastrado de los labios del Potter.

Entonces Draco comenzó a bombear, repartiendo lametones en los testículos sensibles. Y lo sintió venirse minutos después en tanto su boca estubo engulléndolo por la punta nuevamente. Draco tragó, gustoso, y se recostó al lado de un Harry sonriente; somnoliente, medio atontado, pero feliz, abrazándole por los hombros.

—Que buen despertar —sonrió el de mirada esmeralda, reparando más tarde en la hora reflejada en el reloj de pared sobre la puerta de su habitación matrimonial—. ¡Las tres de la mañana! Creí que eran las seis.

—Es que no podía dormir —mencionó Draco, pegando el primer bostezo de la noche—. Pero creo que ya se solucionó.

Harry hizo una mueca, bajando la mirada hacia su miembro todavía erguido.

—¿Qué se supone que haga con lo que provocaste?

Draco torció una sonrisa, acomodándose sobre el pecho del otro, listo para dormir.

—Tienes tu mano, cielo, o siempre puedes violar mi trasero.

Harry gruñó descontento, pero aún así se acurrucó en el abrazo.

—Me las cobraré mañana —le dijo, besándole la frente.

Draco sonrió, respondiendo:

—No esperaba menos.

A CRAZY MAGIC FAMILY: Primera TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora