Estaba en el punto más alto de su vida y tenía que ser puesta patas arriba por un mocoso de diecisiete años, bueno ahora dieciocho, pecoso, con forma y color del brócoli y unos hermosos ojos que eran las esmeraldas más brillantes que había visto. Y ahí estaba con el pecho brillando en verde y el del chico brillando en rojo, con la mirada de Shota Aizawa, el jodido mitad-mitad y el pelo de mensuración desorbitados por la sorpresa. - Mierda - fue lo único que pudo decir. Los personajes no me pertenecen, solo la historia. Porfa no adaptaciones. Y nada... espero les guste la historia.