𝔛𝔛ℑ-. 𝔘𝔫 𝔗𝔯𝔞𝔦𝔡𝔬𝔯 𝔶 𝔘𝔫 𝔄𝔯𝔠𝔞́𝔫𝔤𝔢𝔩.

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Louis estaba seguro de que Julio Cesar no era una buena persona, absolutamente no le daba una buena espina sus ganas de tener al hijo de Harry en sus manos para únicamente asesinarlo.

Vale, él era el diablo, pero eran situaciones muy diferentes.

—Ese idiota es un sádico—bufó Taylor.

Taylor asintió, recostada junto a ella, apoyándose en el brazo de la rubia.

—Tu también querías matarlo—replicó Selena.

La muerte la miró ofendida.

—¡Porqué ese es mi trabajo!—exclamó, Selena rió rodando los ojos—. Tu no vas a recoger su alma en el futuro.

Selena asintió, dándole la razón.

—No podemos dejar que simplemente lo mate—proclamó Zayn—. Quiero decir, eso es lo que queremos, pero no aún.

Selena frunció el entrecejo.

—Zayn—le llamó la rubia—¿Nosotros por qué lo odiamos?

El traidor abrió la boca, creyendo tener la respuesta.

Pero no la tenía. Lo único que Zayn sabía era que su lealtad estaba con la persona que le dio libertad: Louis. Y Harry había destruido suficiente a Louis como para no hacer nada en su contra.

—Lealtad—respondió—. No puedes causarle daño al rey y esperar que sus subditos no te destruyan.

Selena tal vez no quería destruir a nadie.

—¿Podemos concentrarnos?—replicó Louis de mal humor.

Los tres asintieron frenéticamente.

—¿Qué se supone que haremos?—preguntó Selena.

—Primero: Buscar quien es el culpable de esos rumores—ordenó Louis—. Y segundo: vigilar a Julio Cesar.

Taylor creía que tal vez era alguien del cielo que estaba generando los rumores. No solo porque tenía la clara idea de de algún día, Harry sería verdaderamente traicionado, sino también porque tenía entendido que solo algunas personas sabían de la existencia de aquel embarazo.

Y estaba casi segura de que era alguien cercano a Harry.

—Selena, trata de descubrir quien es el inútil de los chismes—le indicó, tranquilamente. Selena sonrió y salió del templo—. Y tu, idiota—señaló a Zayn—, ve a vigilar a Julio Cesar y dame toda la información que obtengas.

El traidor asintió, con su naturaleza inexpresiva demostrada en su rostro.

Apareció en la sala del rey, donde suponía que Julio Cesar debía estar con la corte; no fue así, el lugar estaba vacío.

Rodó los ojos, fastidiado. No tenía suficientemente ganas como para seguir apareciendo en otros lugares del templo, pero tampoco quería caminar en busca del rey. Decidió permanecer en la sala hasta que el su presa llegará, recostándose contra el muro más cercano a él y permitiéndose descansar un rato.

Solía mantenerse despierto todo el tiempo, constantemente ocupado: Cumplir con tareas que Louis asiganaba (como esa), entrenar diariamente a los demonios o, simplemente, no poder dormir. En el infierno, todos tenían la capacidad de dormir, exceptuando a Louis, Taylor y Zayn; no estaba muy seguro de porque, simplemente sabía que no podía hacerlo aún si lo intentaba. Zayn nunca se tomaba un descanso, siempre obligándose a estar en constante actividad.

Lovers in the Light of Hell ▪ ︎L. S. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora