NOTA DE LA AUTORA
Esta novela contiene escenas de sexo explícito y de alto voltaje. No es apropiado para menores de 18 años o para cualquier persona que sea susceptible al lenguaje explícito o agresivo que pueda ser mencionado, en el ámbito de la trama. Recuerdo que, como autora, no tengo intención de promocionar ni aprobar las conductas de violencia, agresión de cualquier tipo entre personas, consumo de alcohol, drogas o relaciones tóxicas y abusivas.
Las novelas son obras de ficción, creatividad e imaginación y que, aunque muchas veces, reflecten conductas que sí existen en la vida real o que sean fantasiosas y distópicas, no deben ser tomadas como orientación personal, sino como entretenimiento literario.
Se piensas que sufres alguna de estas conductas tóxicas o sufres abuso de cualquier tipo, por favor, pide ayuda a un profesional. Di no a la violencia, al sexo o cualquier conducta no consentida. Recuerdo, también que los personajes y hechos retratados en esta novela son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia.
Recuerda también que el plagio es un crimen y será denunciado en caso de que lo hagas. Inspira-te, no copies. Gracias.
Y disfruta de tu novela...
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Capítulo 1
Salía atrasado como siempre y además dejó el paraguas nuevamente en la oficina. Damien salió corriendo de la puerta giratoria del edificio donde trabajaba hasta el restaurante que se ubicaba del otro lado de la calle. Iba a reunirse con tres amigos para comer. Casi nunca se veían y conseguía, por fin, estar presente en una comida relajada con sus compañeros de larga fecha.
Nada más entrar en el restaurante, una de las jóvenes empleadas se apresuró a decirle:
—Dr. Becher, ¿me permite guardar su abrigo? ¡Está usted empapado! —La chica relamía los labios sin darse cuenta. Damien estaba acostumbrado a ser tratado de forma especial en los restaurantes que frecuentaba asiduamente, no solo porque era un buen cliente y traía otros más consigo, sino que por el hecho de que era extremadamente atractivo y guapo. Eso dejaba el público femenino un poco ansioso ante su presencia.
Quitó la pesada prenda que llevaba y se la entregó, quedando apenas con el traje formal. Al adentrarse en el restaurante encontró la mesa reservada con sus amigos disfrutando ya de un aperitivo.
—Siento mucho por el retraso, chicos —alargó la sonrisa y saludó a todos de buen humor, disculpándose a la vez. Pocas veces salía para comer a horas, esto cuando no se quedaba en el propio despacho. Siempre estaba ocupado con el trabajo y el tiempo no jugaba a su favor.
A veces salía a comer o cenar con clientes, pero poder aprovechar una comida entre amigos era una utopía en su día a día. Estaba cansado de aquella rutina ajetreada que llevaba hace un par de años, sin parar.
—¡Buenos ojos te vean, Damien! Pensaba que la próxima vez que te viera mi hija estaría entrando para la universidad. —Ryan era uno de los mejores amigos de Damien, pero la última vez que se habían reunido había sido en el hospital, pocas horas después de ser papá por primera vez. Esto hacía ya más de 6 meses. No se han vuelto a ver desde entonces.
—Quizás Damien esté entretenido haciendo uno —añadió Frederic, soltando una risada.
—Lamento decepcionaros, chicos. Mi vida sigue igual de inútil y ocupada. En ella solo hay lugar para el trabajo y no... Fred... no. Ya sabes que los bebés no son lo mío. Ni los busco ni casi tengo tiempo para practicarlos.
—Que tu vida siga apestada de trabajo nos puedes convencer, pero que hayas renunciado al sexo placentero y descomprometido, eso ya no se lo cree ni Dios —dijo Marvin.
El camarero se acercó a la mesa para apuntar sus pedidos.
—Bueno... ¡brindemos! —dijo Damien levantando la copa del vermut que el camarero acababa de dejar en su mesa. Todos le siguieron en el acto—. A nuestra amistad, que nunca se vea destrozada por ninguna falda ni por ningún pañal.
—Ni por ningún empleo. —Se rieron todos chocando los cristales de las bebidas entre ellos.
Empezaron a comer tranquilamente y charlaron de varios temas: de cómo la vida les iba y las novedades que se acervaban. Eran amigos desde el instituto, excepto Frederic que se había sumado al grupo más tarde. Damien y él se conocieron en la universidad, donde estudiaron juntos la carrera de Derecho, pero Fred trabajaba en otra firma de abogados distinta y llevaba casos criminales.
Damien siguió un camino diferente. Cuando terminó sus estudios, hizo prácticas en uno de los bufetes de abogados más famosos en Londres, y en poco tiempo ya estaba trabajando fijo para ellos. Se ocupaba del derecho administrativo. En menos de cinco años y con el éxito de su trabajo, abrió su propio despacho y al contractar más colegas para compartir su espacio, resolvió cambiar de rumbo y se volcó al derecho de familia. Irónico tal vez, porque en su caso, ese sería el ultimo tipo de trabajo que se le podía dar bien. No obstante, su éxito fue aún más redundante y ahora era conocido en toda la ciudad por ser uno de los mejores en esa área.
Sin embargo, los últimos dos años de su vida, habían sido consumidos por ese labor y Damien resolvió dejar de ejercer y de llevar casos a tribunal. Era millonario, había construido un imperio y un nombre; con ayuda de algunas inversiones y su amigo Ryan que era economista, pudo salirse muy bien en la vida.
Esa semana llevó su último caso y justo había marcado esa comida con sus amigos para celebrar una nueva era. Se iba a dedicar a casos más pequeños y otras materias, quizás volver a estudiar, irse de vacaciones, sacar un año sabático; algo que le quitase el stress de tantas horas que dedicó en los últimos tiempos al trabajo.
La tarde seguía de forma agradable y nostálgica, cuando Marvin interrumpió con otro asunto:
—Chicos, os tengo que pedir un favor. —Dirigía la mirada para Fred y Damien—. Un compañero y buen amigo de mi trabajo está pasando por una fase muy complicada de separación. Quiere divorciarse de su mujer. Tengo entendido que el caso no es muy simple y que la tipa se le está dificultando mucho el proceso. ¿Alguno de vosotros lo podría ayudar?
—No me mires. A no ser que ella quiera espetarle un cuchillo por la yugular o ya se lo haya hecho, esas cosas son aquí con nuestro amigo Damien. Él puede asesorarle mejor, ¿a que sí? —Fred miró a su amigo con aire inquisitivo.
—No, no, no... siento mucho Marvin, pero acabo de me auto jubilar de casos de divorcio y familia... no estoy por la labor. No llevo más ese tipo de casos.
—Tío, por favor, solo este. Es mi amigo y sé que lo está pasando verdaderamente mal. Me cuesta verlo así y saber que una arpía le quiere comer todo su patrimonio y bienes, de mala fe. Eres el mejor, seguro que tratas de eso rápido y ya puedes seguir con tu vida.
Damien se sentía con la espalda contra la pared. No quería decir que no a su amigo, que en todos estos años nunca le pedía nada, pero a la vez, ya había tomado la decisión de parar con su trabajo y retomar ese caso iba a obligarlo a quedar algunas semanas, quizás un par de meses más con el temita ese.
Al cabo de unos segundos de silencio en la mesa, Damien sacó su cartera y quitó una de las tarjetas de negocio que llevaba dentro.
—Dáselo a tu amigo, pero escúchame bien: le vas a decir que me llame para concertar cita y que no se le ocurra venir a mi despacho sin su mujer o exmujer o lo que la quiera llamar. No voy a llevar el caso por separado y con otros abogados dificultándome el proceso. Intentaremos llegar a acuerdo conjunto por mediación y si le parece bien así, genial, sino que ni se dé al trabajo de llamarme. ¿Has entendido? —habló de forma asertiva y arrogante, como suele hacer con sus clientes.
Marvin hizo un gesto militar de saludo y contestó: —Sí, ¡mi general!
Damien hizo una mueca y empezaron todos a carcajadas nuevamente.
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El abogado de familia © *TERMINADA Y COMPLETA*
RomanceDamien Becher se había ganado la fama y el prestigio de ser uno de los mejores abogados de familia en Londres. Pero esas largas horas echadas en la oficina y cuidando de casos en tribunal lo estaban agotando, por eso decide hacer un parón y cambiar...