El encuentro del día anterior había dejado Damien muy consternado. Primero, volver a encontrar con Emma. Haber podido reconciliarse con su pasado, para al final acabar por descubrir que su problema, ahora, residía en reconciliarse con su presente y luchar por un futuro.
Las palabras de Kalenna resonaban en su cabeza y sentía rabia y temor a la vez. No quería perderla ni quería pensar que estuviese con otras personas. Por otro lado, pensaba que tal vez estuviese intentando herirlo, pero en ese caso, ¿estaría bien? Miles de cuestiones y dudas lo asaltaban todo el tiempo.
Entró en el cuarto de invitados y cogió unas maletas del armario. Empezó a abrir todos los cajones para buscar las cosas de Kalenna y llenar los huecos que harían con que toda su presencia se fuese de su casa, sin mirar hace atrás. Aquella operación lo estaba dejando muy triste y ansioso. Quizás hubiera sido mejor que hubiese dejado aquella tarea a alguna de sus ayudantas de la casa.
Abrió uno de los cajones que tenía algunas piezas de su ropa y empezó a despejar otro más. Un ruido seco estalló el silencio, cuando un objeto volaba al suelo de la pilla de prendas que cogía en los brazos. Dejó las piezas en la maleta y se agachó para pillar el objeto causante de su atención.
Llevó cinco segundos a darse cuenta de que sostenía una prueba de embarazo. ¿Qué coño hacía allí aquello? Giró para ver su pantalla y aparecieron dos rayas rosadas en ella. Frunció la testa. ¿De quién era aquella prueba? De pronto, su cabeza parecía bajar a la tierra y sus ojos quedaron oscuros, intensos y fijos en el objeto.
—Me cago en todo... —soltó— ¡No me jodas, Kalenna! ¡NO ME JODAS! —apretaba la prueba con tanta fuerza que casi quebraba en dos el frágil plástico.
Empezó a andar aturdido por toda la habitación, furioso, dando patadas en todo lo que encontraba por el camino.
—Si lo que estoy pensando es verdad, voy a matarte. ¿Cómo has sido capaz de ocultarme esto? —hablaba en voz alta para tomar consciencia de todo lo que le pasaba por la cabeza. No sabía qué hacer. Tenía ganas de llamarla y confróntala, antes mismo de verla. Por otro lado, no quería discutir con ella. Embarazada. Estaba embarazada. ¿De quién? ¿Cómo qué de quién? Sabía perfectamente de quien. De él.
—Hostia, mierda. Una segunda vez y no voy a aguantar. ¿POR QUÉ? —chillaba mirando al cielo, pidiendo una explicación a algún Dios que lo escuchase.
Salió de la habitación y cogió su teléfono. Buscó un contacto e hizo la conexión.
—Hola, Damien. Me alegro de que me hayas llamado. ¿Marcamos otra comida? —dijo alegremente Emma.
—Hola —su voz era seca y áspera y Emma notó.
—¿Está todo bien? —preguntó preocupada.
—Emma, lo que voy a pedirte es algo muy complicado. Tal como yo, nosotros tenemos profesiones en las que la información de los clientes va con nosotros hasta la tumba, si es necesario. Pero, de esta vez, necesito un favor tuyo y te ruego por todo lo que hemos vivido que me ayudes.
Emma estaba atónica del otro lado. Su voz parecía una súplica. ¿Qué habría pasado? Y no entendía en qué ella podría ayudarlo.
—Damien, me tienes preocupada. ¿Qué es eso que necesitas?
—Necesito que me digas la ficha de una paciente —soltó sin más dilaciones.
—¿Qué? Pero... ah... no entiendo. Es alguna situación de riesgo, de investigación, criminal... ¿o algo? Damien... sabes que yo no puedo revelar la historia de mis pacientes. Puedo perder la cartera profesional por eso. ¿Te has vuelto loco? —estaba sorprendida con su petición. El Damien que conocía de antaño sería incapaz de pedirle eso y comprometer su trabajo.
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El abogado de familia © *TERMINADA Y COMPLETA*
RomanceDamien Becher se había ganado la fama y el prestigio de ser uno de los mejores abogados de familia en Londres. Pero esas largas horas echadas en la oficina y cuidando de casos en tribunal lo estaban agotando, por eso decide hacer un parón y cambiar...