—Trinidad, llama a Marvin, por favor —chilló desde la ducha para el aparato de inteligencia artificial que se encontraba en todas las divisiones de su casa repleta de domótica y última tecnología.
—Llamando a Marvin —salía la voz robótica de mujer de una de las muchas columnas de sonido que tenía instaladas por todo el apartamento. Vivía en una penthouse, un enorme ático de casi trescientos metros cuadrados, rodeado de lujo y minimalismo, típica casa de alguien que solamente necesita de ella para dormir y hacer media docena de cosas básicas. La casa estaba impoluta, siempre impecable. A Damien le gustaban el orden y las cosas sencillas, pero el dinero que tenía le permitía que esa simplicidad fuera representada por unas líneas contemporáneas de diseño de vanguardia y una calidad excepcional.
—Qué tal, ¿cómo vas? —contestó de inmediato su amigo del otro lado de la conexión.
—Bien, te aviso ya que estoy en la ducha, así que se me escuchas con estrépito de fondo, es el agua —alertó a Marvin, que ya estaba acostumbrado con sus aficiones a las nuevas tecnologías.
—¡Te escucho bien, Geek! ¿Por cierto, ¿llegaste a tener reunión con mi colega James? ¿Te acuerdas? Él del divorcio este que te indiqué en la cena.
«¡No jodas!», pensó Damien. El pedazo de capullo ese no había hablado con su amigo que se había encontrado con él. Esto significaba que tan poco sabía de la escena que se montó en aquel día. ¿Cómo puede ser que hubiese pasado casi una semana y Marvin no sabía de nada? Tan amigos eran, según él, para pedirle un favor tan importante. Algo allí no cuadraba, pero de eso ya sospechaba Damien.
—Escúchame, Marvin, precisamente por eso te he llamado. Quería hablarte de un par de cosas sobre tu amigo, James. Y también sobre su mujer. Tal vez puedas ayudarme con algunas dudas que tengo. Y sí, perdón, que no te contesté, tuve reunión con ellos la semana pasada. ¡Me extraña que no te lo haya mencionado! —dejó la frase a modo de pregunta retórica, porque quería oír la reacción de su amigo.
—No... ¡eh!... pues la verdad es que no. Por eso te decía. Bueno, también para ser sincero, me he cruzado con él un par de veces esta semana. No hemos tenido mucho tiempo para hablar de cosas personales. Está con un proyecto muy importante en manos y con todo eso del divorcio, imagino que no le esté resultando fácil hablar de ciertos temas a menudo.
Marvin intentaba disculparse, a pesar de la sorpresa que sintió ante el comentario de Damien. Habían comido un par de veces juntos, pero simplemente se limitaron a hablar de trabajo. Por otro lado, a Damien el tema le estaba resultando cada vez más interesante. Y no era en el mejor sentido.
—Pero vamos, si puedo ayudarte con algo, tú dime —dijo Marvin un poco incomodado por haber sido excluido del tema, cuando su amigo le había insistido tanto en los últimos tiempos en que hablara con Damien, después de haberle contado la historia melodramática con su mujer. Cuando Marvin le dijo que dos de sus mejores amigos eran muy buenos abogados y que si necesitara hablaría con ellos, a James le pareció una excelente idea.
—Me gustaría que me hablases un poco de su mujer. ¿Qué sabes sobre ella? —En el mismo momento en el que la mencionó, en su cabeza surgió una imagen de su figura esbelta en sus manos. Su polla se endureció en el mismo momento, mientras terminaba de ducharse. «¡Ahora no! ¡Para! Pareces un adolescente». —Se recriminaba en pensamientos.
—Sé lo que me contó James sobre ella. No suele venir mucho por el taller y creo que solamente la he visto un par de veces en algún evento social de la empresa, justo en el inicio de su matrimonio. Hasta que me habló de ella, permanecía bastante incógnita. Según él, se ocupaba de gastar su dinero en salidas con las amigas, ropas, joyas, libros y cursos de escritura, porque si bien me acuerdo, pienso que es escritora o algo por el estilo. O al menos intenta serlo, mientras gasta su fortuna.
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El abogado de familia © *TERMINADA Y COMPLETA*
RomanceDamien Becher se había ganado la fama y el prestigio de ser uno de los mejores abogados de familia en Londres. Pero esas largas horas echadas en la oficina y cuidando de casos en tribunal lo estaban agotando, por eso decide hacer un parón y cambiar...