Capítulo 7

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Kalenna estremeció con lo que Damien acababa de hacer. Acostumbrada a aquel tipo de reacción, nunca se iba realmente acostumbrar al susto que pillaba cada vez que alguien se enseñaba agresivo con ella.

Veía en el rostro de Damien una furia contenida que era palpable. Se sorprendió al verlo así, porque al fin y al cabo, a pesar de la proximidad que habían tenido y la clara atracción que sentía el uno por el otro, ella era una desconocida para él. Podía imaginar que muchas personas entraban en su despacho para que pudiera resolver sus casos y algunas de ellas, seguramente, tenían historias escalofriantes. O eso esperaba, porque ahora mismo se sentía una alienígena ante su observación.

—Siento mucho por mi actitud —dijo Damien, visiblemente más calmo, pero aun llevando los puños apretados.

—Lo comprendo, yo misma también tengo ganas de dar puñetazos en algo, de vez en cuando —soltó en desahogo.

Damien se quedó mirándola entre la rabia que sentía y la confusión. En su cabeza, aquella confesión traía un cambio muy inesperado en el proceso y en la forma como iba a dirigir el caso.

—Quiero decirte que no sé lo que ha pasado, ni de qué tipo de maltrato hablas, ni sé nada sobre vuestra vida, pero espero que puedas clarificarme sobre eso rápidamente, porque... —tragó en seco—, yo no llevo muy bien ciertas conductas. Soy abogado, mi trabajo es defender mis clientes en sus mejores intereses y cuando situaciones como esta surgen, los encamino a otros compañeros cuyo tema pueden llevar y solucionar de una forma más eficaz.

—Yo no quería mencionarlo ni tengo pretensión de complicar las cosas... —dijo de forma atropellada.

—Déjame terminar —la interrompió duramente y de forma muy asertiva—, por favor.

Ella se ruborizó nuevamente y bajó los ojos. Damien se percató de su reacción y blasfemó unas palabrotas a la medida que se levantaba de su silla y contorneaba la secretaria para quedarse a su lado. Giró su silla hace a él y le cogió las dos manos con las suyas. Agachado delante de ella, le pidió que lo mirase.

—Para de hacer eso. Te lo digo en serio. Cuando te vi por primera vez en aquella sala de reunión, me quedé perplejo con tu postura, tu elegancia, pero más que todo, con tu fuerza, delante de un trasto como James, que todo el tiempo estuvo soltando vituperios. He admirado tu actitud noble, educada y superior para con una persona que no se merece ni el suelo que tú pisaste. —Las lágrimas se acumulaban en los ojos de Kalenna—. Pero ahora te veo derrotada, me bajas la cabeza cada vez que te digo algo doloroso, me desvías la mirada cuando lo que debías era defenderte. Luchar. ¿Qué haces? 

Damien hablaba con tranquilidad y suavidad y tal vez eso fue lo que suscitó el llanto de Kalenna

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Damien hablaba con tranquilidad y suavidad y tal vez eso fue lo que suscitó el llanto de Kalenna. Las lágrimas empezaron a caer sin retención, su garganta emitía sollozos compulsivos y de repente, la mujer segura de sí mismo que se había presentado en los últimos días, se venía abajo.

El abogado de familia © *TERMINADA Y COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora