Kalenna estaba en la sala de espera del consultorio, esperando la hora de la cita. Miraba las otras mujeres sentadas a su lado. Un par de parejas aguardaban su turno igualmente. Todas ellas estaban embarazadas de varios meses ya. Y ambas iban acompañadas de sus respectivas parejas, que les sujetaban la mano y se veían con el rostro alegre de quien iba a ser padre y madre y traer al mundo ese fruto esperado.
Una lágrima asomó a sus pestañas. No había sido de aquella forma que imaginó ser madre. Pero a la vez se alegró de que al menos iba a serlo. Algo que también dejó de imaginar por mucho tiempo. Quería vivir aquel embarazo día tras día, con alegría.
Estaba absorta en aquella melancolía, cuando las voces de una pareja divertida entraron en la sala, tras salieren del ascensor. Kalenna estaba sentada de frente para sus puertas y levantó la mirada para ver de dónde venía el alegre tono.
Cuando Damien salió del ascensor, apoyando la mano en la espalda de Emma, para ayudar a orientarla a la salida, entonaba una alegre risa. Habían estado comiendo juntos y con la intención de pasar una goma sobre todo lo que pasó entre ellos, para que pudiera seguir su vida adelante, decidió darle una oportunidad. Durante la comida hablaron de sus vidas profesionales. Ella le contó cómo había terminado la carrera y cursado la especialidad de obstetricia. Era una forma de poder ayudar otras mujeres a tener hijos, ya que ella no pudo hacerlo hasta el momento. No mencionó el accidente del que los dos fueron intervinientes. Y explicó que, durante esa época, conoció lo que sería actualmente su marido. Parecía feliz en su matrimonio o eso fue la imagen que le quedó.
Damien, por su turno, le explicó que se había dedicado al trabajo y que había construido un bufete con éxito que llevaba muchos casos importantes en toda Inglaterra. Ya en el final, mientras tomaban el café, ella recordó anécdotas de los dos de sus tiempos universitarios y no podían parar de reír al volver aquella época divertida donde habían pasado tan buenos momentos.
Pero su diversión terminó cuando al mirar adelante en la sala, sus ojos cruzaron con la última persona que esperaba ver esa tarde, aunque ansiaba verla a cada minuto. Allí estaba Kalenna, sentada, en el consultorio de Emma. Y por su cara, estaba tan sorprendida como él de verlo. Unos segundos de miradas pararon el tiempo y todos en la sala se quedaron esperando que alguien hablase. Una tensión rara quedó en el aire.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Damien a Kalenna, tras salir de su ensimismo.
—Bueno... yo... espero una consulta. ¿Y tú? ¿Qué puedes estar haciendo aquí? —miró para él y para la Dra. Emma, que hasta ese momento no había visto nunca y no sabía quién era. Lo que sí sabía es que Damien parecía muy alegre a su lado y que su mano no era la de un desconocido, porque seguía sujetándola por la cintura.
Casi como si se hubiera dado cuenta de lo que ella estaba pensando, Damien soltó su mano de Emma y se apartó un poco.
—Parece que los dos se conocen, ¿no? Tú eres... —dijo Emma para Kalenna con una sonrisa.
—Kalenna Willson —contestó estrechando la mano para saludarla, con su perfecta educación. Damien puso los ojos en blanco cuando escuchó que mencionaba el apellido Willson y no el suyo. Nos sería por mucho tiempo, pensó.
—¡Ah, claro! Encantada Kalenna, yo soy la Dra. Emma Robinson, tu cita es conmigo. ¿Y vosotros, donde os conocéis? —preguntó animada a Damien, con mucha confianza, pensó Kalenna que, al escuchar su voz, recordó la familiaridad de su nombre. Sería una casualidad que aquella Emma era la misma del que Arizona le habló. Si era así, ¿qué hacía Damien allí? ¿Habrían vuelto juntos? Tantas preguntas rodaban en su cabeza en milisegundos.
—Yo y la señora Montegomery tenemos una relación profesional —miró a Kalenna estrechando los ojos y hablando en tono ácido. Emma miró uno al otro confusa. Le había llamado con otro apellido y entre ellos había una tensión extraña. Alguna cliente rara, pensó —. En la realidad llevo su caso de divorcio. Que, por cierto, si me disculpas Emma, aprovecho para dar una palabrita a mi cliente, para explicarle algo importante que ahora me recordé, así que si no es mucha molestia, me despido de ti y ahora la traigo de vuelta —se acercó a Emma tan rápido que ella no tuvo tiempo de reacción, cuando le ofreció dos besos y enseguida cogió el brazo de Kalenna tirando para el ascensor.
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El abogado de familia © *TERMINADA Y COMPLETA*
RomanceDamien Becher se había ganado la fama y el prestigio de ser uno de los mejores abogados de familia en Londres. Pero esas largas horas echadas en la oficina y cuidando de casos en tribunal lo estaban agotando, por eso decide hacer un parón y cambiar...