Kallena acababa de marcar la cita con su nueva ginecóloga. Tenía que ir al médico cuanto antes para saber la salud del bebé y confirmar definitivamente lo que ya sabía que era cierto. Le dieron hora con la Dra. Emma Robinson. Cuando Kalenna escuchó aquel nombre al teléfono no pude dejar de acordarse de Damien. Hacía una semana desde la última vez que lo había visto y a pesar de saber que lo que pasó era demasiado fuerte como para intentar cualquier posibilidad entre los dos, no dejaba de echarlo de menos y lo quería tanto que el dolor no cesó todo ese tiempo. Menos aún ahora que cargaba consigo su semilla que pronto se convertiría en su primer hijo o hija.
Estaba apuntando las fechas en la agenda de su móvil cuando este sonó. Interrumpida por sus pensamientos directamente a la pantalla donde surgió el nombre de Damien. Al tercer timbre descolgó.
—¿Qué quieres? —contestó secamente.
—Hola, Kalenna —saludó él con educación—. Sé que no quieres hablar conmigo y estás en tu derecho, pero me gustaría que repensases sobre el tema de tu representación. Verás, sé que aún no has escogido otro abogado y tu audiencia es la próxima semana. No puedo posponer más fechas con el juez. Así que... —Cruzaba los dedos para que todo saliese como él pensaba —, me gustaría seguir siendo tu abogado y mantener nuestra relación estrictamente profesional.
Kalenna recibió su petición como una bofetada. ¿Con qué profesional? Tenía que estar bromeando.
—Dr. Becher tiene razón. No he podido encontrar otro profesional. De hecho, pensé que usted me podría hacer el favor de encontrar algún afiliado suyo que pudiera hacerlo. Seguro que en sus oficinas habrá más personas calificadas. Mientras no sea la Dra. Turner, cualquier uno me vale —no pudo evitar el comentario irónico, porque escuchar su voz la recordaba que aun dolía quererlo.
—Kalenna, no seas así. Sé que quieres hacerme daño y te entiendo. Lo merezco. Pero yo no quiero que tu situación se vea comprometida por todo lo que pasó entre nosotros. Ninguno de mis socios estará más habilitado que yo para ganar esta causa. Sabes que haré todo para que podamos ganar.
—Todo bien —ella sabía que él era su mejor opción—, vamos a resolver esto y después cada uno a su vida.
—Necesito verte antes de la audiencia. Hay algunos detalles y cosas que surgieron, las cuales son importantes ultimar. ¿Cuándo podemos vernos? —faltaban aun seis días para el primero confronto.
Kalenna miró la cita y pensó que viernes sería un buen día, ya que el jueves iría a la ginecóloga y así podría terminar la semana con ese asunto y pasar el fin de semana descansando antes de la presentación en tribunal el lunes siguiente. Su nivel de ansiedad aumentó en ese instante. Le indicó la fecha y estipularon verse en un local público para ser lo más neutral para ambos posible.
—Quería solamente pedirte un favor. En la habitación de invitados y en tu cuarto aún están algunas cosas mías, podrías traérmelas. No quiero volver a tu casa. Si no, no te preocupes, ya compraré otras.
Damien quedó triste con su actitud tan despectiva.
—Claro que sí. Te las acerco. Sin embargo, puedes entrar en mi casa cuando quieras. Tienes la llave, no tienes que pedirme permiso.
—Sobre eso, ya que me lo dices, te entregaré la llave el viernes. No tengo intención de volver a tu casa. Nunca más.
Con la sequedad de sus palabras terminaron la llamada, dejando Damien con un ligero dolor de cabeza tras escuchar tanto resentimiento en la voz de Kalenna. Había sido responsable por aquello y ahora podía arder realmente en el infierno, porque su alma estaba destrozada.
***
Damien salió de casa, cogió su moto y empezó a dirigir sin rumbo para despejar la cabeza. Al cabo de una hora vagueando sin destino, paró en un barrio que no conocía bien. Aparcó delante de una cafetería y entró para coger un café. Necesitaba despejar la cabeza y no quería hacerlo con alcohol. Quería estar lucido para todo lo que afrontaría con Kalenna en los próximos días. Esperaba en la cola para hacer su pedido, con el casco en la mano, cuando alguien le posó la mano sobre el hombro. Cuando se giró, su semblante cambió de color y quedó sin respiración.
—Cuánto tiempo sin vernos —Emma sonrió—, nunca imaginé que si algún día nos volviésemos a encontrar sería en la cola para un café. Me recuerda buenos tiempos en la cafetería de la universidad.
Damien continuaba helado, como si acabara de ver un fantasma. Sí, ella era un fantasma, de su pasado y ahora volvía para traer sus más terroríficas memorias.
—¿No vas a saludarme? —ella rompió su asombro extendiendo la mano para saludarlo. Damien movió lentamente la mano y la apretó sin saber lo que estaba haciendo.
—Perdóname. Estaba distraído con mis pensamientos... —intentó explicar, pero no hacía mucho sentido—. ¿Cómo estás? Me alegro de verte.
¿De verdad se alegraba de verla? Su corazón se encogió. Seguía siendo igual de guapa tal como él la recordaba. No había cambiado mucho.
Empezaron a charlar un poquito de trivialidades. Ella le explicó que su consultorio era justo en aquella calle y habló un poco de su trabajo y que se había instalado allí hace poco tiempo, como Fred le había dicho. Él comentó que tenía sus oficinas y que seguía con el trabajo de abogado.
—No me queda casi tiempo para hablar contigo, porque tengo una consulta ahora en quince minutos, pero adoraría saber más de ti. Siento mucho que, a pesar de todo lo que pasó, no hubiéramos podido quedar amigos. Me hubiera gustado. Eras un buen amigo. Pásate en mí consultorio jueves, tengo un hueco a la hora de la comida y podríamos salir a comer juntos. Así me pones al día con esa tu vida tan ocupada —su sonrisa era tan adorable que Damien casi se olvidó todo lo que le había hecho y aceptó su invitación para comer.
Se despidieron, en la puerta del local, después de haber cogido sus respectivos cafés y cambiar teléfonos y direcciones.
Damien se fue a casa más confuso y agitado del que había salido.
***
Kalenna regresaba de su clase cuando recibió un mensaje en el móvil:
"Hola, esposa mía. Estoy dispuesto a renegociar los términos de nuestra separación. Pero a solas, sin tu guardaespaldas. Así que, si te interesa que no te hunda a ti y a tu folla amigo, te encontrarás conmigo el sábado por la noche. Te pasaré los detalles prontamente. No es una invitación. Hasta pronto."
Ella empezó a temblar cuando vio el mensaje. Estaba insano. ¿Dispuesto a negociar? ¿Qué traería en la manga de esta vez? James nunca daba puntadas sin hilo. No debería ir a verlo. Eso, lo ignoraría. Pero y si quisiera acabar con todo aquello y cederle lo que le había pedido. Al final ella aún tenía las pruebas contra él, que además ahora estaban ya en manos de más gente. No podía nada contra ella. Sabrían que sería él, si algo le pasaba. Pasó una mano por el vientre y tuvo miedo por su bebe. Ahora ya no era solo ella y no iba a permitir que James le hiciese daño. Ni a ella ni a su pequeño milagro. Decidió que iba a verlo, se arriesgaría, pero de esta vez iba a ir prevenida. Ante la circunstancia, su seguridad y la de su bebe primero.
ESTÁS LEYENDO
El abogado de familia © *TERMINADA Y COMPLETA*
RomanceDamien Becher se había ganado la fama y el prestigio de ser uno de los mejores abogados de familia en Londres. Pero esas largas horas echadas en la oficina y cuidando de casos en tribunal lo estaban agotando, por eso decide hacer un parón y cambiar...