Miró Kalenna una vez más y su pene seguía cobrando vida. La quería nuevamente. Estaba obsesionado con aquella mujer. No podía tener suficiente de su cuerpo. Quería explorar todas las posibilidades, pero sabía que aquello lo podía conducir a una situación muy compleja. Solo que, en ese momento, mientras aún estaba dentro de ella, no podía racionar. Se movía ligeramente, aprovechando que dormía para saborearla en fantasía, solo para sí.
Ella despertó con la sensación en su cuerpo de placer mezclado con una ligera presión en su interior y el incómodo dolor que palpitaba en sus músculos. Gruñó. Escuchó el susurro en su oído.
—Buenos días, pequeña. Me tienes prisionero de ti. No consigo saciarme de ti. Quiero sentirte.
Kalenna abrazaba sus palabras, medio adormilada, pero con el corazón lleno de alegría. Él estaba allí y la quería. Entonces, logró percibir que él la estaba penetrando lentamente y eso era lo que le provocaba el placer que sentía.
Damien besaba su cuello y acariciaba sus brazos, desplazó una mano para su frente y cogió un pecho con las manos mientras le daba más besos por la espalda. Apretó su pecho con posesividad y firmeza. Sus movimientos se aceleraron y en poco tiempo los dos ya estaban logrando un orgasmo matutino y satisfactorio.
Cuando terminaron, Damien se levantó rápidamente, dejando Kalenna vacía y sola en la cama. Ella escuchó la ducha del cuarto de baño que tenía dentro de la habitación. Se incorporó y se abrazó. Ciertamente, Damien solo había sido querido con ella, porque estaba excitado con el sexo. Pero ahora ella era consciente de que la noche se había terminado y aunque le hubiera gustado que él permaneciera con ella y le siguiera diciendo las cosas bonitas que le había dicho esa noche, sabía que lo mejor era olvidar de eso. Y seguir adelante.
Damien, se colocó bajo la ducha fría para castigarse de sus pensamientos. Había tenido aquella diosa toda la noche y acababa de darle un orgasmo increíble. ¿Y qué había hecho él? La dejó sola en la habitación, porque no fue capaz de afrontar el día siguiente. No quería encapricharse de ella y tenía que darle a entender que entre ellos no podría haber nada más que sexo esporádico. Sin ataduras ni compromisos.
Acabó de ducharse. Cuando salió a la habitación, Kalenna no estaba. Probablemente había ido a su cuarto, pero Damien no pudo dejar de sentirse mal con el hecho de que ella se fuera, sin decirle nada. De que se fuera, punto. Y de que él estaba enfadado con eso. Si era lo que quería, ahora ¿por qué estaba enojado con eso? Necesitaba un café fuerte. Y cambiar las sábanas. De otra forma no iba a poder dormir allí nunca más, donde su perfume corporal aun le causaba erecciones automáticas.
Cuando acabó de arreglarse, Damien pasó por la puerta de la habitación de invitados. Estaba cerrada. Puso una mano en el tirador para abrirla, pero se detuvo a tiempo. Pensó que sería mejor dejar las cosas así. Ella se había ido y estaría conforme con la situación. Si no dijo nada, es porque no había pasado de una noche espectacular de sexo. Pero ahora tenía que seguir adelante. Y dado que habitaban juntos, tenía que intentar mantener las manos lejos de ella.
Salió hace a las oficinas, para dar seguimiento a su proceso. Tenía que lograr marcar reunión con el abogado de James y llegar a un acuerdo cuanto antes.
Kalenna, escuchó sus pasos en el pasillo. Y sabía que se había detenido delante de su puerta, pero al final de un minuto se fue. No pudo dejar de llorar por eso. Estaba sentada en su cama, porque desde que había salido del cuarto de Damien, no había podido dormir. Sus pensamientos fueron directos a todo lo que había sucedido esa noche. Las revelaciones, sus toques, el alcohol, todo fue una espiral de sentimientos y sensaciones que hacían sentirla débil y con el corazón dolido. Estaba enamorada de él. Se había enamorado perdidamente de Damien y eso no era bueno. Estaba casada aun con un ser horrible y ahora amaba a otro hombre.
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El abogado de familia © *TERMINADA Y COMPLETA*
RomanceDamien Becher se había ganado la fama y el prestigio de ser uno de los mejores abogados de familia en Londres. Pero esas largas horas echadas en la oficina y cuidando de casos en tribunal lo estaban agotando, por eso decide hacer un parón y cambiar...