Caminé lentamente hacia el salón principal, con un pequeño bulto entre mis brazos que miraba fijamente mis ojos, su nariz estaba sonrosada al igual que sus mejillas abultadas, intente arrullarlo cuando note la fina manta que cubría su frágil cuerpo. La nieve cubría cada extremidad del palacio celestial, solo ha nevado dos veces en los reinos celestiales y ha sido en cada nacimiento de un nuevo heredero celestial.
No importaba en este momento quien fue su progenitor, los cielos habían decidido que él sería el próximo emperador celestial cuando los milenios me vuelvan lento y torpe; los fénix se alzaron con fuerza ante su llegada y fue a mí quien tomo la mano la primera vez que sus ojos vieron la luz. Es mi hijo porque así lo quiero, ya que así lo decido y porque así lo ordeno. Lo sostuve con una sola mano mientras que con la manga de mi túnica hacia una especie de hueco para abrigarle del frío que se colaba hasta en lo más profundo de mi ser. Era casi admirable ver la serena mirada en sus ojos almendrados que no me quitaban la vista y ante la situación no ejerciera ni un solo ruido, incluso ante su inocencia, parecía sonreír serenamente en la espera de lo que sea que fuese hacerle. Lo envolví deteniéndome un segundo para abrigarle y cuando la fina tela que mantenía su cuerpo mostró su espalda, hay estaba, una dorada flor de durazno, con sus raíces extendiéndose por todo su cuerpo como una telaraña, pero a pesar de lo que significaba, era realmente hermoso de apreciar.
Aquella criatura simplemente metía su pequeño puño en su boca succionando y mirando expectante, sin sentir frío, miedo o alguna otra clase de emoción, sus sentidos eran nublados, casi inexistentes cuando se trataba del sentir. Pero sabía que aquellos ojos podían ver más de lo que cualquiera en todo el reino celestial y sus oídos, aquellos diminutos tímpanos escuchaban hasta el susurro más suave del alma; y es que era digno de su especie. De aquellos elegantes seres que a diferencia de lo que creen todos, rigen con reglas, reglas poco ortodoxas si se me permite decir, pero su ley es letal y se respeta ante ellos mismos, nadie traiciona a su palabra y mucho menos a su gobernante.
Suspire en derrota y entre al salón lo más imponente que pude en ese momento. Las tragedias venían una tras otra en los últimos tiempos y él quiebre entre los tres reinos era cada vez más notoria. El salón completo entró en un silencio unánime y fijaron sus miradas en el pequeño ser entre mis brazos, caminé con lentitud entremedia de cada ser y me senté mirando seriamente a cada uno de los presentes.
Una sombra apareció en el medio del salón, expandiéndose por cada rincón, haciendo que todos se pusieran nerviosos. Una dorada y brillante flor en el piso se hizo presente, justo en medio y de la espesa flor dorada se levantó él, el rey de las sombras, el infame gobernante de Dì Yù Bān. Miro a cada individuo presente, tal como lo hice, tal como siempre, con altivez, con sarcasmos en cada uno de sus gestos. —Veo que por fin llegas, creí que tendría que ir a buscarte en los aposentos de la emperatriz.
Me miro con sus penetrantes ojos dorados y camino lentamente obviando los murmullos de los soldados, se paró justo en frente de mí y bajo sus ojos al pequeño bulto en mis brazos. —Pero veo que ya no es necesario, el "gran príncipe heredero del imperio celestial" ha nacido.
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Bai Lian Hua
RomanceTítulo: Bái Lián huā Sinopsis: Liú Xīn es el guardia personal del príncipe Xuě Tiān, proveniente de un linaje de guerreros que ha servido al imperio de Wuya. A diferencia de sus antepasados, Liú Xīn, odia servir al consentido príncipe heredero y bu...