🌸Fuego🌸

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Habían pasado unos meses desde que el general Liú había estado preparando a las tropas

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Habían pasado unos meses desde que el general Liú había estado preparando a las tropas. Reclutó a todos, desde los grandes soldados imperiales hasta los jóvenes más escuálidos de la ciudad. Cualquier persona capaz de sostener una espada era bienvenida, y como si fuera una obligación cívica, instó a todos los habitantes de las tierras de WūYā a pelear. A sus ojos, todos eran simples pecadores que habían traicionado a su alteza real.

Liú Xīn proclamó que nunca perdonaría la hipocresía del vasto imperio. El odio por aquella traición y la imagen vivida de su alteza desangrándose entre sus brazos se grabaron profundamente en su alma.

Ahora, mirando a la gente frente a él, reafirmó las palabras grabadas en su ser: "¡Si hoy estás con vida, es gracias a su vida! Y hoy te toca luchar por su sacrificio". Fueron palabras imponentes y frías que salieron de su boca hacia aquellos que se negaban a luchar. Durante los meses siguientes, preparó arduamente a cada hombre, mujer y niño de la ciudad.

A pesar del llanto de las madres y los ruegos de los padres, Liú Xīn se volvió sordo y su conciencia se convirtió en una piedra demasiado dura de atravesar. Aquellos que se presentaban ante él, muchos sin experiencia, eran solo carne de cañón bajo los ideales de un corazón herido.

El general Liú estaba dispuesto a dar su vida en la batalla y la vida de cuantos fuesen necesarios. No le importaba que la mayor parte de su ejército fueran ciudadanos comunes, ancianos enfermos, mujeres que apenas alcanzaban la edad adulta o incluso eruditos que se habían escondido toda su vida tras un libro. La guerra es cruel, no perdona, y Liú Xīn se había convertido en la espada viva que solo brillaba en el campo de batalla.

Y así comenzó todo, así empezó el declive de la nación de WūYā. Con la hambruna tocando cada puerta, la guerra amenazando cada paso y los cielos dándoles la espalda.

La gran nación de WūYā estaba al borde del colapso, la imponente ciudad que una vez relució ahora era solo huesos y cáscaras. Nadie entendía cómo habían llegado a ese estado. Solo tres años después de la muerte del príncipe heredero, la nación había caído en un abismo total. Nadie comprendía la razón ni por qué estaban siendo castigados por los cielos. ¿Cómo podía ser posible? El príncipe ya estaba muerto, la profecía no podía haberse cumplido, su muerte ocurrió antes de alcanzar la edad adulta e incluso fue despedido sin una ceremonia real.

Pero no importa cuál fue la razón, la locura y el miedo son los peores enemigos de una nación. Mezclados con un hambre voraz que recorría las calles de WūYā y la pobreza, daban paso a un paisaje escalofriante. El general Liú, aún inmerso en el dolor, jamás se detuvo a ver la realidad ante sus ojos.

Cada calamidad en aquel lugar era un castigo merecido, pero en cierta parte de su corazón y su mente, había una batalla continua con sus fríos actos hacia aquellos seres que tenía bajo su mando.

¿Acaso no estaba dejando morir la nación de su Alteza? ¿No era lo mismo que dejarlos morir en la guerra? Los pensamientos eran tormentosos, pero el dolor en su corazón era veneno puro camuflado de falsa lealtad a su nación. El tormentoso recuerdo de aquel día lo seguía a cada paso, haciendo presencia en cada una de las caras de su pueblo.

Bai Lian HuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora