26. Intercambio Navideño

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Hailey

Si tuviera que definir mi semana de navidad en una sola palabra, sería trágica. Qué digo trágica: lamentable, patética, horripilante. Me quedo sin adjetivos para describirla.

Travis se fue a Priden a pasar las navidades con sus abuelos, y Emma estaba en casa de unos tíos en Toguen. Es decir que me abandonaron durante la última semana de clases de este año, la cual estuvo repleta de exámenes y entregas atrasadas que me recibieron solo porque tengo a un bebé en mi útero.

Siendo sincera, eso que dijo el director sobre "extender el plazo para presentar mis trabajos" no sirvió de mucho, ya que se me acumuló todo lo que no hice a mediados de trimestre con los finales. O sea: una pesadilla.

Y como si eso no fuera poco, tuve que sobrellevar ese infierno de semana completamente sola, porque mis mejores amigos se fueron de vacaciones por navidad. Lo único que tuve de consuelo, fueron mensajes en nuestro chat grupal, pero no ayudaron en nada, puesto que seguía extrañándolos. Mucho.
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En cuanto a mi navidad... no estuvo mal. Como es costumbre, la pasé con mis padres mientras tomábamos ponche y cocinábamos la cena. Al dar las doce de la madrugada, los tres nos reunimos ante el árbol que mi madre decoró con mucho esmero, y abrimos nuestros regalos.

Mamá recibió un hermoso collar de parte mía y de papá, y a él le dimos un reloj nuevo. Por mi parte, no hubo regalos. Cero, nulo, NADA. El resto de los regalos, en realidad, fueron para Embi: una cuna, varios conjuntos y baberos a juego, y biberones a más no poder. Aunque tampoco me quejé, puesto que lo único que quería era a alguno de los chicos de Tiktok, pero como el secuestro sigue siendo un acto delictivo, tendré que seguir adelante y olvidarlo.

Y a pesar de que la escuela me quitaba gran parte de mi tiempo libre, siempre lograba sacar unos minutos para pensar en los chicos que conocí en Miami.

Todo me hacía pensar en ellos: el rojo en casi todas las decoraciones festivas me recordaba a Kendall, los chicos lindos de Tiktok me recordaban a Jayden —ya que siempre termino compartiendo esos videos con él—, y cada vez que miraba el azul del cielo, era inevitable que no lo comparara con el color de los ojos de Ethan.

Pero quien estuvo viviendo en mi mente sin pagar alquiler alguno, fue Derek. Porque sin importar a dónde volteara a ver, había gente feliz, disfrutando de la nieve o pasándola de lo mejor con sus allegados. Y casi sin querer, recordaba que, mientras todos le sacábamos el máximo provecho a Miami, Derek era el único que deseaba quedarse en el hotel y no salir hasta que el viaje terminara.

"—Dios, aquí no hace frío —dijo Travis, impresionado, apenas pusimos un pie fuera del aeropuerto de Miami—. Me encanta.

—Sí, a ver si aprovechas y tomas un poco de sol, pote de leche —repuso en tono burlón Trina, al mismo tiempo que me codeaba. Yo no pude evitar reírme.

Travis soltó una exclamación.

—Ya no hay respeto...

Mientras mi amigo se quejaba sobre cómo los niños han perdido la cultura de temerle a los mayores, yo me alejé del grupo hasta llegar a las paredes de cristal que separaban el aeropuerto de las concurridas calles de la ciudad.

Miami era muy diferente a Esden. Mi ciudad natal es como un pueblo modernizado, no es la gran cosa. Pero estar en Miami es como visitar otro mundo: allá todo es colorido y nuevo. La gente usa ropa corta y fresca por el cálido clima, las calles están llenas de música latina y personas bailando al compás de su ritmo.

Daba la impresión de que en cada esquina de la ciudad, había una fiesta. Y yo no podía estar más emocionada por el viaje que estaba a punto de iniciar. Siempre he vivido en Esden, y rara vez salgo de la ciudad, así que todo a mi alrededor era desconocido, pero a pesar de eso, estaba ansiosa por recorrer la ciudad y contagiarme de esa energía que todos parecían poseer.

Padre de Mentira [COMPLETA] (FDM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora