32. Derek

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Hailey

—¿Ya tienes un nombre para la bebé? —pregunta papá con una sonrisa plasmada en el rostro, al mismo tiempo que pone un plato  lleno de macarrones con queso y chocolate derretido.

No me juzguen, estoy embarazada.

Sin perder el tiempo, tomo mis cubiertos y me dedico a engullir el platillo que mi padre preparó con esmero y algo de asco.

Luego de dos semanas tras la conversación con Emma y Travis, la rubia y yo finalmente logramos hacer un lugar en nuestra agenda estudiantil para ir de compras. Nos falta poco para entrar en época de exámenes, así que hoy iremos al centro comercial y compraremos un montón de ropita para Embi.

—No, nada aún —respondo con la boca llena, ignorando por completo las reglas de educación—. Tengo algunos en mente, pero aún no estoy cien por ciento segura de cuál es el ideal para Embi.

—No la presiones —interviene mamá, anunciando su presencia por el repiqueteo de sus tacones—. Es una decisión muy importante, y no puede tomarla si está comiendo semejante bazofia.

Abro la boca, indignada.

—Para tu información, este es un platillo gourmet —le respondo con superioridad.

—No quiero imaginarme dónde —murmura papá, rodando los ojos. Señala a mamá con su dedo índice y añade—. Amor, es hora de irnos al trabajo.

—¡Cierto! Ya voy tarde —se queja por lo bajo. Apresurada, toma una manzana del tazón sobre la isla de la cocina y corre lo más rápido que sus tacones de aguja le permiten.

Papá y yo intercambiamos una mirada.

—Ve y procura que no se caiga con esos zapatos —le digo.

—¿Lo dices en serio?

—Es broma, pero si quieres no es broma.

Él niega con la cabeza divertido y abandona la cocina riendo.

Espero algunos segundos hasta que escucho cómo se cierra la puerta principal, y suspiro con pesadez.

Últimamente no me gusta estar sola. Tanto silencio hace que mi mente divague, haciendo que me pierda en mis pensamientos.

Desde que besé a Travis por voluntad propia, no puedo evitar reproducir la escena una y otra vez en mi cabeza. Ver su expresión de estupefacción y horror al darse cuenta de lo que hacía, las palabras que me dijo... cuanto más lo intento, es más difícil olvidarlo.

Por eso siempre me obligo a pensar en otras cosas.

Tomo mi almuerzo y voy a mi nueva habitación. Con el embarazo, no puedo subir las escaleras con la misma facilidad de antes, así que usaré el cuarto de visitas hasta que dé a luz. Así que, cuando llego a las escaleras, doblo a la izquierda y camino hasta la puerta a mano derecha.

Una vez dentro de la habitación, me siento en el alféizar de la ventana y como ahí, mirando el vecindario desde mi nuevo cuarto. La nieve que nos persigue desde diciembre aún cubre todas las superficies que hay, y hace tanto frío que me hace extrañar Miami.

Sin importar qué, siempre termino rememorando mis vivencias en las playas de la ciudad. Y aunque trate de negarlo, termino añorando a Derek cada vez más.

"Volví de una fiesta. Había bebido bastante esa noche porque había visto a Imbe con una chica muy acaramelados, y para olvidar la escena porno que estaban protagonizando, decidí ahogar mis penas en vodka y margaritas.

Asomé mi cabeza desde el portal del hotel, y como no vi a nadie en la recepción (salvo al recepcionista, quien estaba dormitando en su silla) entré, intentando hacer el menor ruido posible.

Padre de Mentira [COMPLETA] (FDM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora