10. Embrioncito

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Travis

—Traje helado de disculpas —anuncia Hailey cuando abro la puerta de mi casa.

—¡Ja! ¿Me crees tan muerto de hambre para aceptar tu cochino helado de...? —La pelinegra levanta el gran bote de helado para que pueda verlo mejor—. ¡Uh, chocomenta!

Qué puedo decir, la carne es débil.

Le arrebato el helado y dejo la puerta abierta para que entre. Sin perder el tiempo voy a la cocina y tomo una cuchara para devorar mi delicioso helado.

Sé que arrasé con la feria de comida del centro comercial hace menos de dos horas, pero no puedo evitarlo. La discusión con Em y la próxima llamada con mi hermano mayor me tienen los nervios de punta y el estómago vacío.

No es que odie a Trevor ni nada por el estilo, pero no es mi persona favorita en el mundo. Es tan atlético y perfecto, y yo soy tan... Ay, a quién quiero engañar, yo también tengo mis encantos. El asunto es que él es el deportista en la familia, Trina es la pequeña y yo... No tengo ni idea de qué soy yo.

—A ver, muéstrame los nuevos mensajes del desconocido —me pide Hailey. Se desploma sobre el sofá y cruza sus piernas sobre la mesa de centro. Le paso mi teléfono y me siento a su lado, llevándome otra cucharada de helado a la boca.

Empieza a leer los mensajes, y cuando llega al audio me quita la cuchara y me roba un poco de postre.

—¡Hey, eso es mío! —me quejo, intentando quitarle mi cuchara.

—Pues yo te lo compré —replica y se lleva otra cucharada a la boca cuando oye su voz desde la bocina de mi teléfono. Frunce el entrecejo, tratando de escuchar con más atención y al escuchar mi gruñido se atraganta con el helado.

¡Ja, karma! Eso pasa cuando a un hombre honrado le quitan su helado de chocomenta.

Hailey abre los ojos atónita y su mandíbula está a nada de rozar el suelo. Por poco se le cae mi celular, el cual todavía estaba sosteniendo, y gracias al dios de la tecnología lo atrapo antes del impacto.

—¿¡ESTÁS LOCA!? ¿Crees que me regalaron este teléfono? —pregunto con el pulso acelerado del susto. Ella me mira con una de sus cejas arqueadas, y digo—. Bueno, mis padres me lo regalaron ¡Pero trabajaron mucho para pagarlo!

—Eso es lo último en mi lista de preocupaciones ahora mismo —responde cortante. Se lleva las manos a la cara y añade—. ¿Quién es tan enfermo como para reunir pruebas de nosotros estando juntos? No, me rehúso, eso tiene que ser falso.

—Mira Hailey, sé que puede ser muy difícil para ti mantener tus manos lejos de mí después de tantos años siendo amigos y por eso estás atravesando una etapa de negación —empiezo a decir, fingiendo un tono comprensivo y dulce—. Pero hay que afrontar los hechos: esos somos nosotros en el video, y esas son nuestras voces en el audio. Todo es real.

—¡Yo sabía que Trailey era real! —exclama Trina con su voz chillona.

Doy un salto en mi sitio y grito espantado al escuchar la aguda voz de mi hermana menor sin previo aviso. Dios, que puto susto.

¿Y esta de dónde salió?

Trato de ralentizar mi ritmo cardíaco mientras Tri abraza a Hailey y mis padres entran en casa. Todos se saludan y hay puro amor y paz en el ambiente.

¿Acaso nadie se dio cuenta de que casi me da un infarto? ¿No? Okay.

—Travito, deja ese helado para después de la cena, que luego no quieres comer.

Padre de Mentira [COMPLETA] (FDM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora