21. Travis, el Mojón

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Travis

Tengo una noticia buena y una mala: la buena es que ya tengo un nuevo empleo. Y la mala... Es que estoy disfrazado de mierda. Literalmente.

Fui contratado por un local que trabaja con abono, y se les ocurrió la brillante idea de que un mojón andante atraería la atención de los clientes. Y debo confesar que es cierto, todos aman a los mojones andantes, pero no es lindo cuando el mojón eres tú.

Y como los otros empleos que vi no me gustaron, aquí me tienen: vestido con otro ridículo disfraz, pasando incluso más vergüenza que la vez anterior. Por lo menos no tengo que decir un parlamento tonto esta vez.

–Oye caquita, ¿podemos tomarnos una foto contigo? –Pide una chica amablemente, mientras sus amigos tratan de aguantar la risa detrás de ella.

Ah, si. Ahora todos los que me ven quieren una foto conmigo. Primero el video de la cajita meada y ahora esto: a este paso me convertiré en un influencer.

–Por supuesto –le digo a la muchacha frente a mí. Sus amigos se acercan, divertidos, y todos posan a mi alrededor mientras sonríen para la cámara.

En momentos como este, agradezco que los trajes me tapen el rostro.

–¡Y no olviden que esta tienda tiene el mejor abono de la ciudad! –exclamo al mismo tiempo que se alejan, muertos de risa.

¿Alguna vez encontraré un trabajo normal? Lo dudo mucho.

–No te desanimes Travy –dice Emma, tratando de consolarme. Reparte caricias en mi espalda. O en la espalda del traje, mejor dicho.

La rubia vino conmigo hoy para hacerme compañía en mi primer día. En realidad, esta semana hemos sido uña y mugre desde que Hailey se alejó. No sé qué le pasa a mi amiga, pero me preocupa.

Después de dejarle el dinero de McDonald's el sábado pasado, ha estado evitándome. Le escribo y no contesta mis mensajes, la llamo y me envía al buzón y cuando voy hasta su casa, sus padres me dicen que no quiere hablar con nadie.

Hace un par de días fui a visitarla y Josephine me dijo que estaba preocupada por Hais porque no come bien, tampoco duerme y ni siquiera habla con ellos como solía hacerlo. Me dejó pasar a ver si lograba hacer que saliera de su cuarto, pero no dio señales de vida y terminé volviendo a casa.

Así que no hemos sabido nada sobre Hailey en una semana.

–Odio este trabajo –digo, gruñendo. Doy un pisotón y agrego–. No debí firmar ese acuerdo de trabajar una semana...

–¿Acuerdo? ¿Qué acuerdo?

–En mi contrato decían que me pagarán 50 dólares a la semana, y si me voy antes del tiempo estipulado, no me darán el dinero completo –le explico, girando los ojos con fastidio.

Ahora mismo extraño ser la cajita feliz.

Después de un par de horas, cuando mi turno está a punto de terminar, veo una silueta conocida en la lejanía.

–¿Esa es Hailey? –le pregunto a Em, señalando en esa dirección.

Ella voltea frunciendo el ceño para ver si es nuestra amiga.

–Sí, es ella –comenta con cierto pesar en su voz.

Luego de pelearnos y de la pequeña tensión en nuestra relación desde que empecé esta farsa con Hais, con su desaparición, Emma y yo tuvimos una semana entera como pareja. Fue gratificante estar con mi novia sin silencios incómodos o mentiras de por medio luego de todo lo que ha pasado en este mes y medio, y no me importa si suena mal.

Padre de Mentira [COMPLETA] (FDM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora