29. Pelucita, el Acosador Sexual Perruno

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Travis

-¡Hailey, ya todos saben que estás embarazada! -exclamo por lo bajo, tratando de mantener la calma-. Y ya pasaron cinco meses y medio, ¿cuándo piensas decirle la verdad a tus padres? ¿Cuando estés en labor de parto?

Cuando me di cuenta de que Hailey huyó de la cafetería, Emma y yo la buscamos por cada rincón del instituto, pero no había ni rastro de la pelinegra por ningún lado.

La escuela era un hervidero de chismes. Todos tenían algo que decir al respecto: que si Hailey era una zorra, que era la peor amiga del mundo, que cómo era capaz de hacerle eso a Em... todos están en su contra.

Sé que en este momento necesita que la apoyen, pero ya estoy cansado. Si quiere mi ayuda, debe decirme la verdad y buscaremos una solución a este embrollo juntos. Pero no pienso seguir con esta farsa ni un minuto más.

-Trav, es que... -trata de explicarse, pero guarda silencio, haciendo que yo me desespere.

-¿Qué? Hailey, me prometiste que me lo dirías después de año nuevo -le reclamo antes de relamer mis labios con nerviosismo-. No podemos seguir en esta situación. Emma ha estado recibiendo muchos mensajes de chicos ofreciéndose a consolarla o ayudarla a vengarse de mí.

La gente da asco. Algunos chicos de nuestra escuela no perdieron el tiempo para lanzarse sobre Emma, creyendo que estaría furiosa conmigo tras haberla "engañado".

En realidad, el día de hoy fue un infierno para todos. Me atrevería a decir que Hailey tuvo la suerte de escaparse antes de que la bomba estallara, porque, al no estar ella para juzgarla, Emma y yo fuimos el centro de atención. A Em se le acercaban muchas personas, pero sobre todo chicos, diciendo que yo era un hijo de puta si no supe valorarla y que ellos estaban dispuestos a ayudarla durante su proceso de ruptura.

Por mi parte, muchas chicas me miraron con desdén y repulsión; algunas incluso se me acercaron y me dijeron que los hombres como yo deberíamos dejar de existir. Y algunos chicos me felicitaron por haber balanceado ambas relaciones tan bien.

Insisto, cada vez mi fe en la humanidad disminuye más y más.

Detengo mi cantaleta por un segundo porque me doy cuenta de que Hailey está pensando en pajaritos preñados mientras yo hablo y hablo sin parar.

Bufo con exasperación.

-Hailey, ¿siquiera me estás escuch...?

Y no termino la frase.

No termino la frase porque, de un momento a otro, Hailey se acerca hacia mí, me toma del cuello y me atrae hacia ella para estamparme un beso en los labios.

Tres, cuatro, cinco segundos. Me llevan cinco segundos salir de la impresión y apartarme de la pelinegra. Me hago a un lado para romper el beso y prácticamente corro hasta la puerta de la cocina, listo para huir.

Y Hailey, quien, al parecer, acaba de caer en cuenta de lo que hizo, se voltea hacia mí con los ojos desorbitados.

-Te juro que no quise... -empieza a decir, pero no la dejo terminar la frase.

-¿¡Que no quisiste qué, Hailey!? -le pregunto a gritos, alterado.

Ella da dos pasos en mi dirección, pero yo hago lo mismo, poniendo mucha distancia entre ambos. No quiero tenerla cerca después de haberme...

Dios, ¡Hailey me besó! Esto no puede estar pasando.

Mi mejor amiga solloza y me mira con los ojos abnegados en lágrimas, arrepentida.

-Trav, fue un impulso, yo... lo hice sin pensar -explica entre titubeos.

Hago acopio de todas mis fuerzas para no sentirme mal por hacerla llorar. En todos los años que tengo siendo amigo de Hailey nunca la había visto así de mal. Casi luce como el día que me confesó que estaba embarazada: con el rostro rojo y húmedo por las lágrimas, desesperada, sin idea alguna de lo que hace.

Padre de Mentira [COMPLETA] (FDM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora