23. Elfirevolución

649 61 11
                                    

Emma

Una nunca imagina lo lindo que se vería su novio con un traje de elfo, hasta que él se ve obligado a usar uno.

Travis renunció a su trabajo de mierda —literalmente hablando— y, aunque su plan principal era buscar un empleo que no requiriera ponerse un traje tonto, no pudo resistirse cuando leyó un cartel fuera del centro comercial que rezaba "Se solicitan empleados joviales con mucho ánimo para ayudar a Santa".

Travy siempre ha sido de esas personas que aman la navidad. Si por él fuera, usaría una extensión de luces a donde fuera y se pondría una estrella sobre la cabeza. No exagero, es la persona más navideña que conozco. Por esa razón no lo pensó dos veces antes de pedir el empleo.

Aunque, por la cara que tiene, creo que se arrepiente.

—Oye, tonto elfo, quiero ver a Santa —se queja un niño rechoncho y bajito, no mayor de cinco años.

Travis, ataviado en un traje verde y rojo, suspira con cansancio.

—Amiguito, ya te lo dije siete veces: hay muchos niños que quieren hablar con Santa —le explica el castaño, tratando de reunir la mayor paciencia posible para no gritarle al niño en frente de todo el centro comercial—. Así que debes esperar un poco y...

—Elfito, ya llevamos quince minutos en la fila y no se ha movido desde que llegamos —dice con impaciencia la madre del niño, interrumpiendo a Travis—. Tal vez si Santa se dignara a despertarse en vez de tomar una siesta...

Desde mi puesto, a algunos metros de distancia de la fila, dirijo mi vista hacia el trono de Santa para confirmar lo que dice la señora: el viejo está de lo más cómodo durmiendo como un bebé, mientras tiene a decenas de familias esperando a que los atienda.

Yo, como llevo casi una hora esperando a que termine el turno de Travis para que almorcemos juntos, he visto cómo actúa el supuesto Santa Claus, cuyo nombre real es señor Rudolf.

El anciano es de lo peor. Es grosero, altanero, maleducado y muy tosco. Desde el primer momento en el que vio a Travis lo estuvo tratando como a un esclavo: lo insulta, hostiga y echa en menos. Y ahora, como si su trabajo fuera muy difícil, está tomando una siesta.

Estoy harta de ver cómo la gente le pasa por encima a mi Travy. Como si lo de Hailey y Embi no fuera suficiente, viene este viejo y lo usa como a un peón.

Sin darme cuenta, camino hacia el trono de Santa, pasando en frente de la larga fila sin molestarme en escuchar los comentarios furiosos que me dirigen por colarme, y llego hasta Rudolf dando pizotones.

Me planto en frente del anciano con los brazos cruzados.

—Señor Rudolf —lo llamo, chirriando los dientes.

—Estoy en mi descanso, elfo tonto —murmura por lo bajo, adormilado—. Diles a los mocosos que esperen al próximo Santa.

Yo bufo, incrédula.

¿Por qué rayos escogieron a este papanatas como Santa Claus?

—No soy ningún elfo y no le voy a decir a nadie que espere —le respondo de mala gana—. Más le vale hacer su trabajo y atender a estas familias que llevan mucho rato esperando por usted, o si no...

—¿O si no, qué? —pregunta con superioridad, dignándose al fin a abrir los ojos y sentarse como Dios manda.

Rudolf levanta su gordo y arrugado trasero del trono rojo y se cruza de brazos, imitando mi postura, tratando de lucir intimidante.

Antes de que pueda responderle, Travis se acerca con nerviosismo hacia nosotros.

—Miren, no quiero interrumpir su pelea —empieza, jugueteando con su gorro puntiagudo de elfo, ansioso—. Pero creo que lo mejor es dejar esta discusión para después. Ya saben, para que no nos metamos en problemas. Ven amor, mejor adelántate y compra el almuerzo...

Padre de Mentira [COMPLETA] (FDM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora