19. Cajita Daddy

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Travis

—Señor, ya no puedo seguir trabajando como su cajita feliz —le anuncio al gerente del McDonald's, fingiendo pesar.

Mi McJefe me mira sorprendido.

—¿Qué? Pero si eres la mejor cajita que hemos tenido, ¿por qué te vas?

Oh, no lo sé, tal vez porque soy muy joven para que niños insolentes y malagradecidos me orinen encima.

Este McEmpleo es una mierda. Llevo una semana entera aquí, y a pesar de que hay muchos niños dulces que solo quieren una foto o un par de indicaciones, la gran mayoría son malcriados que me tratan como a una cajita cualquiera.

Así que buscaré otro trabajo. Seguro hay miles de empleos honrados en los que no debo usar un disfraz ridículo o lidiar con niños que tienen problemas para contener líquidos ni nada por el estilo.

—Es que dentro de poco tengo temporada de exámenes, y quiero estudiar desde ya —invento una excusa rápida. Aunque es una verdad a medias: los exámenes son dentro de un par de semanas. Lo que no es verdad es eso de que voy a estudiar antes, ya saben cómo soy.

El McGerente asiente con la cabeza.

—Claro hijo, entiendo, seguro debes estar muy estresado.

Por supuesto que no.

—Absolutamente —Le doy la razón—. A veces siento que nunca va a acabar, ¿sabe?

—Oh, no te preocupes por eso —dice con tono ligeramente amargo—. Cuando tengas mi edad vas a añorar esta época.

Ay no, no quiero oír un sermón sobre la vida.

Hago como que me llega un mensaje, finjo que lo leo y hago una mueca con la boca.

—Lo siento, debo irme. Mi madre me está esperando unas calles atrás y...

—No te preocupes, hijo —responde el señor, despreocupado. Saca un par de billetes de la caja registradora y los extiende hacia mí, agregando—. Aquí tienes tu pago por hoy. Y si alguna vez quieres volver, el McTraje estará esperando por ti.

Sí, claro, como si fuera a volver a esta pocilga.

Le agradezco al gerente y abandono el local de comida chatarra contando el dinero que acaba de entregarme.

Embi, ya tengo tus primeros ahorros.

Me toma quince minutos llegar a la casa Jones para darle a Hailey el dinero. Una vez ahí, toco el timbre y espero a que me abran la puerta mientras tarareo una canción que escuché esta mañana. Hoy ando de buen humor.

La puerta se abre y Hais me recibe con sus grandes ojos azules entrecerrados por la luz del exterior.

La miro, enarcando una ceja.

—No me digas que te acabas de despertar.

—Mi sueño no es asunto tuyo, bobo —me responde, evadiendo la pregunta disfrazada que acabo de hacer.

—Por favor Hailey, son casi las doce del mediodía —insisto un poco más. Como no obtengo respuesta, añado—. Bueno, yo venía a darte el primer adelanto del fondo universitario de Embi, pero si quieres me voy y te dejo dormir otro poco...

Mi amiga espabila cuando escucha esas palabras.

—¿Fondo universitario? Deberíamos ahorrar para el nuestro, Embi apenas tiene un mes... —se calla a sí misma cuando agito frente a su rostro un fajo de billetes. Alza ambas cejas y pregunta—. ¿A quién asaltaste de camino acá?

Padre de Mentira [COMPLETA] (FDM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora