Capítulo XX

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— ¡Para llevar!

Virginia casi dejó caer todas las monedas al suelo cuando escuchó el grito de Axel a su espalda. Resultó que el lugar que conocía Axel era increíblemente caro y para peor, ninguno llevaba encima mucho dinero. Así que habían tenido que prácticamente contar moneda por moneda, y de milagro les había alcanzado.

— ¿Para llevar? –inquirió el vendedor.

— ¿Para llevar? –repitió a su vez Virginia.

—Para llevar. –afirmo Axel. –No comeremos aquí.

— ¿Por qué no? –quiso saber Virginia, mirando la heladería a su alrededor. Ella lograba ver varias mesas libres para ocupar.

—Iremos a otro lugar. Te encantará la vista.

Ella miró al vendedor, quien alzó una ceja impaciente. Dudo otro segundo más.

—Para llevar. –dijo finalmente al vendedor, quien asintió. Se volvió hacia Axel. — ¿Ahora iremos a otra parte?

Él sonrió.

—Yo nunca dije que comeríamos aquí.

Virginia resopló.

—Seré más cuidadosa en los detalles la próxima vez. –advirtió. — ¿Dónde iremos?

—Ah. –exclamó Axel. –No puedo decirte aquello. Pero, tenemos que darnos prisa. De hecho, quizás tengamos que correr.

Virginia frunció el ceño. Definitivamente no le estaba agradando rodearse de deportistas. Su pedido estuvo listo, pero Axel lo recogió.

Apenas salieron de la tienda, apresuró el paso, pero al menos no corrió. Aunque Virginia si estaba casi corriendo a su lado. Tuvieron que cruzar toda la ciudad y más de una vez Virginia casi se arrepintió de haber aceptado aquella salida.

Quizás si ella hubiera llevado los helados, hubiera considerado seriamente dar media vuelta e irse. Pero Axel era listo, y probablemente había pensado en aquello también.

— ¡Ahí está solamente la Torre de Inazuma! –protestó Virginia, cuando Axel comenzó a subir la escalera de la torre.

— ¡Exactamente!

Dudo en seguirlo. Nunca había ido a ese lugar de la ciudad y menos aún subido a la torre. Y estaba cansada de haber casi corrido por toda la ciudad.

Resolló, pero obligó a sus piernas a moverse. Quizás iba a matarla. Estaba comenzando a atardecer y no veía ningún alma cerca además de ellos dos.

Pero pensó en el helado de arándanos que había pedido y supo que no podía irse sin probarlo.

Apenas llegó al rellano de la torre, Axel la ayudo a terminar de subir.

Había un brillo en el rostro de Axel que ella no reconoció. Lo había visto furioso y malhumorado, como también salvaje en una cancha.

Pero ahora...parecía estar feliz.

El hizo que ella girara.

—Tienes que ver esto.

Y ella sintió como el aire escapaba de ella. Era justo el momento del atardecer.

Había vivido toda su vida en Inazuma, pero jamás la había visto de aquella forma. Los últimos rayos anaranjados del sol tocaban suavemente los edificios más altos de la ciudad, mientras que la otra mitad comenzaba a oscurecerse. Vio el rio que serpenteaba junto a la ciudad. Algunas luces se habían comenzado a encender, y el ruido era tenue y lejano.

Entre nosotros. [Inazuma Eleven-Axel Blaze]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora