—Son ochenta preguntas, dispondrán de dos horas para desarrollar los ejercicios. Cualquier falta a la honestidad será castigada con la calificación mínima y una semana de suspensión. –El profesor de matemáticas revisó su reloj. –Si no hay ninguna duda, pueden comenzar.
Virginia vio disimuladamente como la mayoría de sus tutorados se inclinaban sobre sus pupitres y con la expresión de un guerrero, se lanzaron a las fauces de la prueba. Pero, ella se quedó mirando de costado como Axel Blaze giraba el lápiz entre sus dedos. Quizás lo observó demasiado tiempo, porque la captó espiándolo y la ignoró.
Una sensación extraña la sacudió. La muchacha humedeció sus labios y se obligó a concentrarse en su propio examen. Si seguía mirando de aquella forma, pensaba que el profesor le iba a llamar la atención.
Les iría bien, se dijo a sí misma. Ellos lograrían a aprobar aquel examen.
Se lo repitió varias veces, y solo cuando se sintió convencida, se dejó guiar por aquel examen, destrozando pregunta tras pregunta con su lápiz viejo y medio mordido.
El tiempo avanzo demasiado rápido, y antes de darse cuenta, ella ya estaba marcado la alternativa correcta de la última pregunta. Justo después de revisar al menos tres veces el examen, el timbre indicó que el tiempo se había acabado.
—Dejen sus exámenes sobre sus pupitres antes de retirarse. –indicó el profesor. –Señorita Sanna, ayúdeme a recoger los exámenes por favor.
Ella asintió, viendo como el resto de sus compañeros abandonaban la sala. Captó como Shawn y Jordan levantaban sus pulgares en señal de que les había ido bien y ella respiró aliviada.
Sintiéndose ligera, la chica comenzó a recoger los exámenes respondidos, fijándose en los nombres de cada uno de sus chicos y dando un rápido vistazo a los resultados.
Con cada examen que ella recogía, su sonrisa crecía.
Todos ellos habían aprobado, estaba segura de aquello.
Entonces, recogió el examen de Axel Blaze y sintió como su corazón latía deprisa.
Pensó que su vista le fallaba, así que parpadeó varias veces para poder ver mejor.
Pero no, estaba viendo bien. Ella miró desesperada hacia la puerta, llamando con su mente a Axel y que volviera con ella para exigirle una explicación.
¿Qué significaba aquello en sus manos?
— ¿Te sientes bien, Virginia? –preguntó el profesor, dándose cuenta que ella había dejado de recoger los exámenes.
—S-si. –balbuceó ella con torpeza.
Miró otra vez el examen en blanco del jugador de fuego en sus manos. Estaba congelada. ¿Acaso él sabía lo que aquello significaba? ¿Por qué no había respondido? ¿Por qué...?
Estaba enojada, pero también asustada. Si alguno de ellos fallaba, ambas partes sufrirían. El equipo de fútbol corría peligro, como también su carta de recomendación a la universidad.
El profesor estaba en el pizarrón, borrando las instrucciones del examen. El medio giró hacia ella. Frunció el entrecejo y ajusto sus gafas para verla mejor.
— ¿Virginia? ¿Todo bien?
Un plan demente cruzó la mente de Virginia.
Más adelante, ella se diría que lo hizo por su carta de recomendación. Que había sido necesario. Pero en el fondo ella sabía que en realidad no era por eso.
—Sí, estoy bien. –repitió ella. El profesor asintió y luego comenzó a ordenar su escritorio.
Virginia continuó recogiendo los exámenes, pero cualquiera que la conociera distinguirá aquella rigidez extraña en sus hombros.
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Entre nosotros. [Inazuma Eleven-Axel Blaze]
Hayran KurguVirginia Sanna debe cumplir una misión a todas luces imposible. Debe lograr que los jugadores de fútbol del instituto aprueben matemáticas para pasar de grado, de lo contrario el equipo de fútbol dejara de existir como tal. Las esperanzas de todo e...