Capítulo IX

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Muy pocas veces las cosas se escapaban de control para Virginia Sanna.

Todo lo pensaba rigurosamente.

Su día iniciaba a las siete de la madrugada. Se duchaba, desayunaba junto a su hermana y el esposo de esta. Dejaba cinco minutos para lavarse los dientes después de comer, revisaba su bolso y apuntes. Vigilaba su horario y repasaba mentalmente sus deberes del día hasta que Sarah tocaba el timbre de su casa.

Ambas caminaban tranquilamente hacia la avenida por la que se alzaba el Instituto Raimon y en la entrada de este, justo a las ocho y diez minutos de la mañana, Adam frenaba su bicicleta en el puesto del guardia y las saludaba sacudiendo su casco de seguridad.

Virginia y Sarah le devolvían el saludo. Esperaban que guardara su bicicleta en el estacionamiento para ellas y los tres cruzaban la puerta diez minutos antes de que tañeran las campanas de inicio de clases.

Al terminar las clases, Virginia se presentaba con la secretaria del director y solo entonces comenzarían sus labores como tutora.

Al terminar las tutorías, Adam la iba a recoger después de su entrenamiento de basquetbol y la acompañaba a casa.

A las once de la noche ella ya estaba dormida.

Y su vida funcionaba tan perfecta como un reloj suizo.

El orden le daba tranquilidad.

Pero el día anterior habia sido un desastre. Todo habia iniciado cuando las baterías de su alarma se habían agotado y su despertador no sonó. Apenas alcanzó a ducharse antes de que Sarah tocara el timbre y apresurada tomó su bolso y salió corriendo, olvidando casi todo lo importante de ese día.

Y olvidando el cumpleaños de su madre.

Para peor, el encuentro de ese día con su antiguo novio solo habia empeorado todo.

Por primera vez en mucho tiempo, cuando el reloj marcó las once de la noche, Virginia seguía despierta en su cama mirando el techo y reviviendo una y otra vez el episodio con Steve, sintiendo sus manos fantasmales sobre su piel.

El reloj marcó las doce.

La una y las dos.

Y cuando marcó las cinco, Virginia aún mirando el techo, se quedó dormida casi arrastrada por la necesidad biológica de dormir como mínimo dos horas.

Así que allí estaba ahora, con su orden destruido y viviendo en el caos, casi cayéndose de sueño mientras se obligaba a escribir los números derechos en la pizarra.

Ocultó un bostezo con el dorso de su mano.

– ¿Lo han entendido? –preguntó con la voz apagada.

– ¿Eso es un cero o un seis? –preguntó Mark desde su asiento, ladeando la cabeza y entrecerrando sus ojos.

La chica siguió su mirada.

También ladeó la cabeza y entrecerró sus ojos.

No podia recordarlo.

Lo intentó y fracaso, porque su mente estaba más ocupada en mantenerla de pie que en recordar resultados de operaciones con algoritmos.

–Tal vez estoy avanzando muy rápido. –dijo alzando el borrador. –Mejor los haré ejercitar lo que vimos ayer.

–En realidad yo estaba entendiendo todo lo que...–comenzó a decir Caleb, pero al ver que Virginia ya habia borrado la mitad del pizarrón, el se detuvo y gruñó. –Si, como sea. Me alegra que me escuches.

Entre nosotros. [Inazuma Eleven-Axel Blaze]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora