Capítulo XXVI

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Virginia siguió con su dedo las líneas marcadas en la palma de la mano de Axel. Algunos decían que los destinos se encontraban tejidos en esas líneas, listos para ser descubiertos por aquellos que supieran leerlas.

Pero Virginia no creía en eso, aunque en ese momento hubiera deseado creer y averiguar que misterios trazaban sus destinos, tratando de buscar alguna confirmación física de lo que estaba haciendo estaba bien.

Porque se sentía demasiado bien, pero ella raramente confiaba en su corazón.

Axel bajo su mirada y Virginia lo observó, con la misma detención con la que ella analizaba un problema en la hoja.

Él suspiró.

—Estoy acostumbrado que me miren, Virgie. Y me gusta, créeme. Pero tú me estas mirando como si estuvieras esperando encontrar un tercer ojo. Te doy un adelanto, no lo hay.

Virginia hizo una pequeña mueca y aparto su vista.

—Lo siento.

—¿Me dirás que estás pensando?

—No puedo. —murmuró ella. —Ni siquiera yo sé que estoy pensando.

Todo había parecido tan fácil antes, pensó ella. Pero ahora quería entender que había sucedido.

Como había pasado.

No podía recordar en qué momento Axel aún era ese egocéntrico jugador de fútbol y se había convertido simplemente en Axel. Su Axel que la había acompañado a saltarse clases y correr de un inspector. No podía entender de qué forma se desenrollaron los acontecimientos, pero si ahora lo miraba, no sentía ni de asomo ese desprecio.

Y lo que sentía tampoco podía identificarlo. Pero al verlo, al mirarlo directamente ella estaba segura de sentía algo. No algo malo, pero si algo.

Así que, casi a fuerza de voluntad, echó hacia atrás sus preocupaciones y se dejó guiar por aquella fuerza que algunos llamaban destino. Fue como dejar caer un peso.

Sonrió y cuando ella lo hizo, la tormenta de incertidumbre de Axel también se calmó y pudo sonreír junto con ella.

Salieron del agua de mar y buscaron una cafetería cercana, donde recibieron las miradas más curiosas cuando los vieron empapados de agua de mar. Virginia escuchó a la dueña del local decir "Adolescentes" con una sonrisa y negando con la cabeza.

Pero les encendieron la calefacción y los dejaron sentarse cerca mientras bebían una taza de café con galletas.

Al principio, Virginia se quedó cerca de Axel por el calor de su fuego, se dijo. Pero pasando el tiempo y a medida que sus ropas se fueron secando, ella siguió casi pegada a él, con Axel rodeándola con su brazo y hablando en voz baja de cualquier cosa.

Axel puso cara seria y se inclino hacia delante, obligando a que Virginia igual se inclinara para oírlo.

—Piensa en lo terrorífico que seria una mezcla entre un león y un dragón. Mi mayor miedo es encontrarme una de esas.

Virginia arqueó una ceja.

— ¿Una quimera griega, querrás decir?

—Un buen nombre. —dijo Axel con una sonrisa. — ¿A que le temes?

—Bueno. —repuso Virginia con solemnidad. —No a seres míticos con muy pocas probabilidades de que se me crucen en el camino.

—Según tú. —puntualizó Axel. —Yo he jugado unos partidos de lo más raros. No me sorprendería encontrarme con una.

Entre nosotros. [Inazuma Eleven-Axel Blaze]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora