Capítulo XXVIII

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Rodó un hombro hacia atrás, sintiendo un extraño calambre en ese lugar. Terminó de leer el mensaje de Sarah donde se disculpaba por no haberle hablado ese día.

"Lo siento, Virges. Pero Adam necesita tiempo...quizás un poco más de lo que hubiésemos creído-Sarah"

Virginia realmente entendía eso. Y se alegraba que Adam tuviera a Sarah para ayudarlo.

Aunque eso la dejara sola a ella.

"Esta bien. Hablamos pronto. Cariños- Vi."

Por primera vez, fue la primera en abandonar la tutoría. Le pidió a Nick que terminara la tutoría y ella se retiró, llevándose con ella las cortinas maltrechas, a sabiendas que a esas horas el instituto estaba vacío.

No tomó el camino directo a su casa. Esta vez se desvió hacia el centro de la ciudad, buscando la tienda pequeña de telas y costuras que estaba escondida entre dos negocios mucho más grandes.

La puerta era de cristal y sobre el letrero de bienvenida, colgaban unos adornos de flores azules de plástico que las manos de su madre pusieron en su lugar hace mucho tiempo.

Virginia se quedó un momento parada afuera. Desde donde estaba, podía oír el ajetreo de la tienda, los clientes entrando y saliendo a pesar de lo pequeño del lugar. Entrando con las manos vacías y saliendo con las manos llenas, con paquetes abultados y bien anudados.

Y en el fondo, si se escuchaba con atención, se oía el continuo retumbar de las agujas de las máquinas de coser.

Esa tienda había sido de su madre. La había abierto luego de reunir dinero durante años a costa de crear distintos y hermosos diseños de ropa en su maquina de coser que adquirió de segunda mano. Había algo en sus manos que le permitió crear ropa con terminaciones tan exquisitas que encantaba a todos sus clientes y los hacia volver una y otra vez.

Con los años, su madre fue consolidando un éxito en esa pequeña ciudad. Fue contratando a otras personas para que la ayudaran y expandió su tienda.

Y por un momento, todo iba bien.

Había extendido su tienda, pensando incluso en abrir una segunda tienda. Gabrielle estaba terminando la universidad.

Entonces, su madre enfermó. Y Gabrielle tuvo que vender más de la mitad de la tienda, dejando apenas una decima parte de lo que fue. Todo para costear los gastos de su enfermedad.

Tanto Gabrielle como Virginia se habían aferrado a ese trozo de tienda.

Mantuvieron a las trabajadoras de su madre, Gabrielle se daba el tiempo de cuidar el negocio cada vez que tenía libre y Virginia le ayudaba a cuadrar los números al final de cada mes.

Sus viejos clientes seguían tan fieles como antes, las máquinas de coser seguían escuchándose y aunque sonara estúpido, Virginia sentía que manteniendo viva esa tienda, de alguna forma, su madre seguía viva. Continuaba allí con ellas.

Ella entró a la tienda y varios rostros se iluminaron al reconocerla y saludarla. Virginia les correspondió con alegría y pasó entre hilos colgando, listones de cinta y encaje, y esquivó varios cajas de botones amontonadas para ir a la trastienda.

— ¡Virgie! —saludó Wendy, una mujer de aspecto robusto y sonrisa luminosa que conocía a Virginia desde niña. - ¡Mi lindura, que grande estas! ¿Cómo estás? ¿Qué te ha ocurrido que no vienes tanto como antes?

—El último curso. —suspiró Virginia. —Me ha tenido ocupada, pero he estado bien. ¿Cómo estas tú?

—Con la suerte de nuestro lado, nada podría ir mal. —repuso Wendy, acomodando un mechón anaranjado detrás de su oreja. Virgie sonrió por inercia. Su alegría le encantaba. — ¿Quieres sentarte a tomar un té? Jane ha traído una nueva marca que ¡Ay, niña! ¡Es deliciosa! Debes probarla y...

Entre nosotros. [Inazuma Eleven-Axel Blaze]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora