Capítulo XXI

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El rostro de Virginia se había enrojecido hasta las orejas. Axel la miró boquiabierto. ¿Qué significaba aquello?

—¡Ay, Dios mío! ¡Virginia eres tú! –la puerta de la casa se abrió y una mujer joven y rubia, de casi treinta años salió. —¡Estaba a punto de llamar a la policía! Adam y Sarah han llamado toda la tarde y...oh. –la mujer se detuvo al ver a Axel. Arqueó sus cejas y miró a Virginia interrogante. — ¿Nuevo amigo o he olvidado a alguno?

Virginia aclaró su garganta.

—Es Axel. –ella miró a Axel, insegura de cómo llamarlo. –Ella es mi hermana mayor, Gabrielle.

Gabrielle sonrió emocionada. A primera vista, nadie podría adivinar que ella y Virginia fueran hermanas. Mientras Virginia era pequeña y de cabello negro, Gabrielle era alta y de cabello largo y rubio. Sus ojos eran de un brillante tono celeste, totalmente opuesto al violeta de Virginia.

—Axel. –repitió encantada. –Un gusto conocerte. ¿Vives lejos de aquí?

—Yo...—Axel estaba turbado. No podía ordenar muy bien sus ideas después de haber sentido los labios de Virginia en su piel. –Quizás unas diez manzanas.

—Ay, muy lejos. –se lamentó Gabrielle. –No iras solo. Le diré a mi esposo que te vaya a dejar. –se volvió hacia la entrada y tomó aire antes de gritar. — ¡JOSH, VEN AQUÍ!

Las luces de los patios delanteros de los vecinos se encendieron. Virginia hizo una mueca cuando oyó como los perros comenzaron a ladrar a coro.

Desde la puerta, un hombre que rondaban en los treinta años igual apareció. Tenía el cabello marrón y rizado. Llevaba unas gafas chuecas y en las manos sostenía un puñado de galletas.

— Gabby, cariño ¿Cuál es la emergencia?

—Ay, Josh. Te dije que debías esperar que se enfriaran las galletas. –la mujer suspiró. — ¿Podrías llevar al amigo de Virginia a su casa?

Josh alzó una ceja.

—Pensaba que Adam vivía a un par de casas.

—No es Adam. –susurró Gabrielle, robándole una galleta.

Los ojos de Josh se abrieron cuando vio a Axel. Virginia suspiró. Su familia era un pequeño circo.

—Realmente puedo irme solo. –señaló Axel, sujetando su bolso en su hombro. –Le agradezco, pero...

—Bah, tonterías. –dijo Josh, sacudiéndose las migajas de galletas. Iba vestido formalmente, y buscó entre sus bolsillos la llave del auto que descansaba fuera de la casa. –No podemos dejar que te ocurra algo si te has cuidado tan bien a la pulguita de Vi-vi.

—Exacto. –corroboró Gabrielle. Se quitó el chándal y lo pasó por los brazos de su hermana. –Vi, si hubiera sabido que volvías tan tarde te habría obligado a llevar más abrigo. Solo ayer has estado en el hospital, ¿Recuerdas?

Virginia asintió dócil, pero no comentó nada.

—Sube al auto, Axel. –indicó Josh, abriendo la puerta. — ¿No tienes frio? Creo que podría tener algo...

—No tengo frio. –dijo Axel. Él se giró hacia Virginia, sintiendo la necesidad de decirle algo. Pero nada inteligente vino a su mente y se decidió por lo más fácil. –Yo... ¿Nos vemos mañana en el instituto?

Ella asintió.

—Nos vemos mañana. –afirmó. –Buenas noches, Axel.

El también asintió.

—Buenas noches, Virgie. –murmuró, subiendo al auto de Josh.

Virginia se quedó mirando un segundo más para ver como el auto de Josh encendía y se alejaba por la calle.

Entre nosotros. [Inazuma Eleven-Axel Blaze]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora