Capítulo II

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Pateó furiosa la piedra que la habia hecho tropezar, pero su pie falló miserablemente y eso solo empeoró su estado de humor.

– ¡Pues bien! –gritó a la piedra. – ¡Quédate ahí y haz lo que quieras!

Medio agradeció que el instituto estuviera vacío a esa hora de la tarde o de lo contrario muchos hubieran creído que la chica con las mejores calificaciones finalmente habia enloquecido.

Tal vez ya habia enloquecido de cualquier forma.

Y ese maldito equipo de fútbol tenía toda la culpa.

Mascullando para sí misma y sosteniendo contra su pecho la pila de hojas y apuntes que la profesora de Historia le habia pedido que llevara a los jugadores, Virginia Sanna siguió caminando hacia la rivera.

No era suficiente con robarle dos horas de su tiempo casi todos los días. No, ahora todos los profesores habían asumido que ella era la secretaria personal de esos torpes.

– ¡Querida! –le habia dicho la profesora cuando Virginia estaba a punto de marcharse a su casa. –Gracias al cielo que te encuentro. Ten, llévale estos apuntes a los jugadores. Han estado entrenando tan duro que han tenido que faltar y no queremos que queden atrasados en sus asignaturas. ¿Verdad?

Ella le habia guiñado un ojo con aire cómplice, sin notar como el rostro de Virginia enrojecía de furia.

Ni siquiera me ha pedido por favor, pensaba furiosa Virginia. ¡Simplemente lo ha asumido!

Escuchó las voces de los jugadores en el entrenamiento cuando ya estaba lo suficientemente cerca.

Virginia se detuvo y trajo a su memoria un artículo sobre cómo manejar el estrés.

Cerró los ojos y respiró profundamente muchas veces. Conto hasta diez en francés y luego abrió los ojos, sintiéndose mucho mejor que antes.

No dejaría que esos muchachos vieran la rabia que la consumía por desperdiciar el tiempo con ellos. Con su genio bajo control, Virginia ordeno su falda azul del uniforme y caminó hasta las gerentes que estaban a un costado de la cancha donde entrenaba Inazuma Eleven.

Y de pronto, el vello de los brazos de Virginia se erizo.

El silencio cayó pesado como un manto por toda la rivera y sin saber que ocurría, Virginia volteó hacia la cancha por instinto.

Fue ahí cuando lo vio.

Un furioso fuego envolvía a Axel Blaze mientras este saltaba a una altura que Virginia hubiera creído imposible para cualquier mortal. El rugido de las llamas lleno los oídos de la muchacha y sintió que el calor subía.

Una bestia, pensó abrumada, solo una bestia podría rugir con tal fuerza y tanta violencia.

Axel Blaze volteó en el aire, llevándose consigo el balón mientras los espirales de fuego giraban alrededor de él.

Admirada, Virginia vio como el muchacho balanceaba su pie y lo estampaba con una fuerza imposible contra el balón. Se escuchó un ruido terrible que casi hizo temblar el suelo. Un viento fantasmal agitó la hierba y la falda de Virginia.

Y el balón cayó en portería.

Virginia soltó el aliento que ni siquiera se dio cuenta que estaba reteniendo y como si ese pequeño movimiento la hubiera delatado, los ojos de Axel Blaze cayeron sobre ella.

Sin saber porque, Virginia se sonrojó.

Se sentía una intrusa, como si hubiera estado viendo algo que tenía prohibido.

Entre nosotros. [Inazuma Eleven-Axel Blaze]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora