19- Un secreto-parte 1

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Fiama se encontraba sentada en la cama de una habitación tan blanca que provocaba que los rayos del sol le dieran un brillo enceguecedor al lugar. Era raro. Miraba todo a su alrededor intentando reconocer el lugar, pero no lograba ubicarse. Sin embargo, a pesar de ello, no se sentía en peligro, es más, todo lo contrario, se sentía protegida, como si supiera que mientras estuviera ahí, nada mala le pasaría.

Se levantó dispuesta a salir de aquella habitación.

Noto que no solo ese cuarto brillaba sino también el resto de la casa. Era como si estuviese adentro de una lampara.

Camino sin rumbo buscando a quien preguntarle dónde estaba. Pero, no lograba encontrar a nadie en aquel lugar. No sabía cuanto tiempo había estado caminado, sin embargo, sentía que había caminado más que Moisés para llegar a la tierra prometida, además, la luminosidad, aunque ya se había ligeramente adaptado aún era un impedimento.

De repente logro al fin escuchar voces que venían del final de un pasillo. Se dirigió rápidamente hacia allí, ansiosa por saber al fin en donde se encontraba.

Por cada paso que daba las voces se hacía más audibles, pero no lograba entender lo que decían, aunque lo que sí logró identificar era que eran voces infantiles.

«¿Niños?»

Cuando al fin llegó al final del pasillo, se encontró en una cocina tan blanca como toda la casa. Todo era demasiado brillante para sus ojos que tuve que entrecerrarlos para que aquella luz dejara de molestarla.

ꟷYa era horaꟷdijo una voz que reconoció claramente.

ꟷ¿Samuel?ꟷpreguntó viendo como su vista mejoraba un poco haciendo que puede visualizar a aquel hombre.

ꟷ¿Quién más?ꟷ preguntó divertido dándole un corto beso en los labios.ꟷSientate, debes tener un hambre terrible.

Fiama no comprendía en donde se encontraba porque esa no era la habitación del hotel. No, esa era una casa. Pero Samuel estaba con ella, cosa que hizo que disminuyera un poco su ansiedad.

Samuel ajeno al desconcierto de Fiama, se dio vuelta para seguir haciendo lo que parecía ser un desayuno.

La joven empezó a ser más consiente de todo y se dio cuenta que no estaban solos al mirar hacia la mesa donde se sentaría. En aquel lugar se encontraban 3 niños. Dos sentados en las sillas normales y el más pequeño en una silla de bebe.

ꟷ Mamá, te comiste mis chocolates ¿verdad?ꟷpreguntó el más grande mirándola acusadoramente mientras ella se sentaba aun sin entender que era lo que pasaba a ahí.

«¿Mamá?»

ꟷTe dije que los guardaras bien. Mamá tiene un gran olfato para encontrar chocolates y más cuando está embarazadaꟷdijo Samuel mientras seguía haciendo el desayuno.

«¿Embara que?»

Fiama dejo de mirar a los niños y se observó el vientre. Efectivamente lo tenía un poco hinchado. Durante todo este tiempo no se había percatado de aquello.

ꟷMamá, ¿Ya vamos a elegir el nombre de la bebe? ꟷpreguntó otro de los niños que parecía ser el segundo más grande.

ꟷN..n...no lo séꟷrespondió empezando a comprender la extraña circunstancia en la que se encontraba.

Samuel comenzó a poner en la mesa el abundante desayuno que preparo tanto para ella como para los niños, hasta para el más pequeño que se encontraba tranquilo en aquella silla de bebé.

La muchacha empezó a caer en la cuenta de que estaba viviendo una realidad muy diferente a la que recordaba.

Se quedo observando totalmente conmovida y aun desconcertada como Samuel se desarrollaba como padre de esos niños. La paciencia que les tenía y el cariño que les brindaba en simples acciones.

La tercera es la vencidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora