48-La tercera es la vencida

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Antes de marcharse tomó aquel collar donde colgaba un anillo, el cual había guardado en su mesa de luz evitando ponérselo, pero aun así conservándolo como su tesoro. Lo sacó de la cadena donde había habitado por tantos años y se lo puso en el dedo anular. No pudo evitar quedárselo mirando por un momento, ese era el lugar donde ahora habitaría por lo menos hasta el día en que ella muriera ya que no pensaba volver a sacárselo más.

«Ahora él es mi hombre y no me importa que digan los demás»

Durante el viaje tuvo que hacer una parada de urgencia a una florería antes de que cerrara. Era domingo a la noche así que encontrar una tienda abierta era una misión casi imposible, pero desde el taxi divisó una tienda dándole la idea de darle un regalo a su amado.

ꟷHola, ¿Qué necesita?ꟷ preguntó la vendedora ya entrada en años, quien estaba alistado todo para cerrar su tienda ya que el día laboral había terminado.

ꟷ Quiero rosas rojas, las más bonitas que tenga.

ꟷ Por supuesto.

La mujer fue a buscar el único ramo que le quedaba y se lo trajo. Fiama apenas lo vio, estuvo de acuerdo.

ꟷ Son tan bonitas como Samuel ꟷaseguró tomándolo en sus manos imaginando la sonrisa que le daría aquel hombre por su regalo.

ꟷAh, ¿es para su novio?ꟷpreguntó la anciana curiosa de que una mujer viniera tan tarde a comprar flores. En sus años de experiencia mayormente eran los hombres que venían a comprar a esas horas porque se habían olvidado de su aniversario o se habían peleado con sus novias.

ꟷ Bueno, hoy le voy a pedir que sea mi novio. Espero que acepte.

ꟷ Estoy seguro de que aceptaraꟷle aseguró divertida.ꟷ En mis tiempos hacíamos las cosas al revés, pero es interesante esta nueva generación.

ꟷEs que él se ve muy bonito con flores.

La anciana le cobro las flores y Fiama se marcho hacia otra tienda donde compraría algo fundamental y de ahí iría a su destino.

Por suerte logró ingresar al edificio ya que aún había unos guardias de seguridad que la dejo pasar después de mostrarle sus credenciales.

Cuando llegó a la oficina de Samuel, tomó aire y se dispuso a entrar sin anunciarse.

Lo encontró ahí tecleando en su computadora totalmente absorto. Se veía cansado y pensativo. Fiama sintió una presión en el pecho debido a la culpa de ser ella la razón más importante por la que aquel gran hombre estaba tan cansado. Seguro sentía que el mundo estaba totalmente en su contra y él tenía que pelear solo por el amor de ambos. Nunca había sido justa con Samuel. Siempre fue él el que se arriesgaba por los dos. Él era el que siempre luchaba solo. Capaz en el campo de batalla ella siempre fue la valiente, pero en el amor termino siendo una cobarde. Por ello a partir de ahora, ella estaría siempre a su lado, cuidándolo, apoyándolo y divirtiéndolo. En esa guerra ahora habría dos soldados dispuestos a todo por estar juntos.

El hombre al notar que no estaba solo levantó la vista y se la encontró.

ꟷ Fia ¿Qué haces aquí?ꟷ preguntó más que sorprendido mientras se levantaba del asiento.

ꟷ Vine a verteꟷ respondió mientras se acercaba a su escritorio.

ꟷ ¿Paso algo?ꟷ preguntó bastante extrañado al verla con un ramo de rosas.

ꟷ Pasaron muchas cosas. Pero por ahora solo quiero hablar de una solaꟷ Fiama sacó del bolsillo el papel que había estado escribiendo en el taxi.ꟷ Escribí lo que queria decirte para que sonara más bonitoꟷ dijo un poco nerviosa, Samuel quien no entendía simplemente asintió. ꟷ Bueno, comienzoꟷTomó aire y se dispuso a leer:

La tercera es la vencidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora