Fui directa a una de esas pensiones baratas del centro en las que se alojan los turistas de bajo presupuesto.
Era mucho menos asquerosa de lo que esperaba, la verdad y tenia mi propio baño, lo que al parecer era un lujo.
Fui a un ciber a conectarme a internet, emprender mi búsqueda de la hermana de mi madre, la única familia que me quedaba que no dependía económicamente de mi padre.
Sabia que se llamaba Lara, Lara Aguirre, que era escultora y algo más joven que mi madre osea que no habría cumplido los cuarenta.
El dinero se me esfumaba y encontraba muy pocas referencias de la escultora Lara Aguirre, envíe mails a varias escuelas de arte y salas de exposiciones cruzando los dedos.
Para alargar lo máximo posible el dinero empecé a comer en un bar de barrio "El Bar Manolo" que topicazo, no hubiera entrado por nada del mundo pero lo hice, qué remedio, era el menú mas barato que podría encontrar.
Manolo me adoptó a los pocos días y siempre me reservaba el que según él era el mejor sitio.
Los habituales del Bar pronto se acostumbraron a mi presencia y dejaron de mirarme como a un bicho raro.
Y los días pasaron.
Sin noticias de mi tía y con cada vez menos dinero.
Llevaba días comiendo bocadillo en vez de menú en el Bar de Manolo para estirar el dinero, pero solo me quedaba para una noche más en la pensión?
Q haría? Dormir en la calle? Volver a casa y por tanto a la Clínica? Suplicarle a Carlota que me ayudara o me diera mas dinero?
Entonces vi como un chico, sería mas joven que yo, muy menudo, con ropa que le quedaba grande y se veía vieja, pero con descaro se sentó a la barra;
- Un Café con leche Manolo que este año empieza a refrescar antes de tiempo.
- Tienes dinero, Coco?
- Venga ya, Manolo!!! Ni que te fueras a arruinar por un puto café!
- No te voy a fiar mas! Largo.
- Venga, tío... Tengo un hambre que lo flipas.
- Yo le invito- me escuché decir a mi misma.
- No le hagas caso, preciosa- me dice Manolo que se imagina que yo tampoco ando sobrada- guarda tu dinero para ti.
- Ya has oído a la princesa- el chaval le hace un gesto a Manolo y se sienta en mi mesa- me puedes llamar Coco como todo el mundo...y tu eres?
- Cristina- murmuro, no quería que se sentara o quizá si, llevaba mucho sin hablar con alguien de mi edad y al parecer hasta ese zarrapastroso me valía.
- Podías invitar a un bocata como el tuyo, no?- Manolo le puso el café delante y al escucharlo le dió un capón.
- Lo siento, no tengo mas dinero, de hecho lo ultimo que me quedaba lo usé para pagar la pensión de esta noche- porqué le contaba mi vida a un desconocido?
- Y me has invitado? Vaya princesa, eres de lo que no hay. De quién huyes? Porque no tienes pinta de ser...de buscarte la vida.
- Y de qué tengo pinta?
- De pija.
- Oye chaval! Menos confianzas!
- Chaval? Si que te fijas bien, tengo mas tetas que tu- me dice subiéndose la sudadera enseñándome la camiseta ajustada que lleva debajo y exactamente, tiene mas pecho que yo, es una chica! Aunque por más que la miro no lo parece.- Princesa, no vas a durar ni una hora en la calle.
Y dicho esto ya no se separó de mi en todo el día.
Caminamos y caminamos hasta que me dolieron los pies y la espalda y le pedí que nos sentáramos, aunque empezara a hacer frío.
Coco me contó su vida, que no tenía padres, que lo único que tenia en el mundo era su hermano mayor. Vivían en una casa abandonada, de okupas y comían lo que podían cuando podían.
Qué clase de vida es esa? Pensé.
Yo no soportaría una vida como la suya.
Coco no iba a clase desde que era pequeña y se dedicaba a vagabundear por las calles mientras su hermano conseguía algún dinero, a saber cómo.
Le conté lo que me había pasado y después de su historia la mía me pareció un poco menos terrible.
Al día siguiente, cuando dejé la pensión con mis únicas pertenencias en la mochila que llevaba al hombro sentí alivio al ver a Coco esperándome.
Al menos no me vería sola en la calle.
Pero podía fiarme de ella? Y de su hermano?
Decidí hacerlo, era eso o volver a casa con el rabo entre las piernas y entonces, el orgullo fue mas fuerte que el miedo.
ESTÁS LEYENDO
Te encontré en el infierno.
RomanceSiempre pensé que mi vida era perfecta. Tenía todo lo que el dinero podía comprar y creía que en ello residía la felicidad. Estaba encantada siendo la niña mimada de papá, como si eso me hiciera invulnerable. No sabia lo equivocada que estaba y me...