Puños, sangre y un curro de mierda.

223 16 0
                                    

Me paso el día por la calle con Coco. Veo a estos chicos que nunca hubiera sospechado que existieran.

Se pasan el día sentados en parques y bocas de metro, fumando, bebiendo. Sobreviven y matan el tiempo.

Roban, trapichean...

A veces paran coches y algunos chicos y chicas se acercan, algunas veces suben, otras no.

No quiero pensar en lo que está pasando.

La mayoría son menores, se supone que sus familias o el Estado tienen que velar por ellos!

- Rubia, EH, Rubia, la de rosa!- grita un cincuentón grasiento desde la ventanilla bajada de su coche, de repente me doy cuenta de que me grita a mi!

- Vete a tomar por culo, viejo verde! - grita Coco y el tío se va llamándola de todo.-  Está claro que no te puedo dejar sola, Princesa.

- No me llames así, no tengo nada de Princesa. Lo que soy es una inútil.

- Pues menos mal que me has conocido, Princesa.

Si, menos mal que los he conocido a ellos.

Conocer a Dani ha cambiado todo lo que yo pensaba de la gente o de la vida.

Dani no para.

Se pasa el día buscando trabajillos para ir tirando, malpagados y por horas, la gente se aprovecha de la necesidad.

Habla muy poco y observa mucho.

No roba.

No vende droga.

No se prostituye.

Es capaz de acostarse con el estómago vacío para que su hermano coma. Lo hace hasta por mi que no soy nada suyo, pero me niego. No le creo cuando dice que comió algo por ahí.

El nudo de mi estómago se vuelve cada vez más insoportable cuando estoy con él, cuando lo veo esforzarse tanto por nosotras, cuando me miran esos ojos verdes como si pudieran leer en mi.

Tengo que encontrar trabajo. El dinero del Rolex no ha durado nada y no puedo permitir que Dani me mantenga.

Él no pide nada, no exije nada, solo da y da.

Me arreglo lo mejor que puedo y voy al Bar de Manolo. Sola, aunque me cuesta un triunfo darle esquinazo a Coco.

Manolo me recibe con una sonrisa y me invita a un café.

Voy directa al grano.

Necesito trabajo, limpiare, serviré, aprendo rápido.

No necesito contrato, trabajaré las horas que pueda pagarme.

Y así consigo el primer trabajo de mi vida y agarro una fregona por primera vez.

Sé que me contrata por pena pero no estoy en situación de hacerme la digna.

Cuando llego a casa estoy agotada, me dejo caer sobre las mantas.

- Donde has estado? Porque me diste esquinazo? - Coco está furiosa y Dani me mira como si quisiera matarme cuando dejo mis treinta euros delante de ellos.

- Qué has hecho?- gruñe con esa voz suya que me eriza la piel.

- Tu que crees?- sé por donde va y quiero hacerle sufrir.

- Cristina! - es la primera vez que escucho mi nombre en sus labios- Qué has hecho?- ahora está pálido.

- No seas tonto, he trabajado en el Bar de Manolo, casi me sangran las manos. Y lo mejor es que me he ahorrado comida y cena y os he traído la cena a vosotros.

Les miro engullir con ganas orgullosa por primera vez en mi vida.

Dani no aparta los ojos de mi y le sonrio hasta que aparta la vista resoplando.

Con lo poco que he conseguido en unos días y un dinerillo que a saber de donde ha sacado Coco vamos a una tienda de segunda mano a comprarnos prendas de abrigo, cada vez hace más frío.

Antes hubiera preferido ir desnuda que ponerme algo de segunda mano, parece que han pasado siglos desde mi anterior vida.

- Qué te parece esto para tu hermano?- le enseñó un jersey gris de pico en perfecto estado- seguro que estará guapísimo con él.

- Yo que sé! Dejalo, que venga él si quiere.

- Se lo quiero regalar, se lo merece.

Lo compro y Coco no se desprende de su ceño fruncido en todo el día, apenas me habla.

- Que te pasa? Estás celosa?

- Vete a la mierda!-  y se larga, dejándome con la palabra en la boca. Era una broma pero parece que he metido la pata.

Deambulé por la ciudad sin ganas de volver a casa y enfrentarme a las malas caras de Coco.

Cuando me acerco al portal la veo salir corriendo. La agarro del brazo y la paro en seco, tiene los ojos llenos de lágrimas.

- Qué pasa?

- Es Dani, voy a la farmacia.

Subo los escalones de tres en tres, no se ni donde piso ni lo que me voy a encontrar.

Al entrar dejo caer las bolsas y me tapo la boca para no gritar.

Nunca había visto a alguien en ese estado.

Le habían dado una paliza.

Tenia la cara tan llena de sangre que no podía distinguir sus rasgos.

Me arrodillo a su lado y le agarro la mano, tiene los nudillos pelados e hinchados.

Se sobresalta y abre los ojos o mejor dicho, lo intenta.

- Tranquila, no pasa nada.

- No pasa nada?- estoy tan asustada que no puedo ni llorar.

Echo agua de una garrafa en una palancana y cojo una de mis camisetas limpias y la sumerjo en el agua fresca y empiezo a limpiarle las heridas.

Le meto las manos hinchadas en el agua.

- Tenemos que ir al hospital.

- No, no podemos.

- La ceja no deja de sangrar, por favor Dani, seguro que tienes algo roto.

- No tengo nada roto.

- Cómo lo sabes?! - le grito y se ríe con dificultad- perdona, muevete, voy a quitarte la sudadera.

- No, no.

- No seas vergonzoso, ya te he visto sin camiseta.

- Ah si?- sonríe y me doy cuenta de que me he delatado.

- Si, tengo ojos, sabes? Si por las mañanas te desnudas delante de mí para lavarte, qué quieres que haga?

- Se supone que dormir, como una buena chica.

- A lo mejor no soy tan buena...muevete un poco para que pueda quitarte esta ropa.

Sonríe de nuevo, no la había visto sonreír tanto nunca.

A pesar de que esta delgado su cuerpo es fibroso y fuerte, su espalda ancha, mira hacia otro lado como si no soportara que lo viera tan frágil.

Está lleno de golpes recientes y cicatrices antiguas.

No sé porque lo hago pero me llevo su mano izquierda a la boca y le beso los nudillos destrozados y nos quedamos mirándonos a los ojos durante una eternidad.

Hasta que un portazo rompe el hechizo.

Te encontré en el infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora