33- Crónicas de una destrucción anunciada - Parte 1

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Trece horas antes de la derrota de Salomé habían pasado muchas cosas. Entre ellas una confesión. Luego de que se plantearan las condiciones del que parecía ser el último aniversario de Sótano todos se fueron a sus dormitorios, como si nada hubiera pasado. Durmieron tranquilos, pero el caos se desataría al otro día entre los integrantes de cada bando.

Lizzie había dormido por primera vez sola en su habitación. Logró derrotar al espectro que la acechaba con gritos, un par de lágrimas y ojos fuertemente cerrados, pero contaba como una lucha ganada. Su cuerpo estaba tenso al despertar y los dedos le dolían de tan fuerte que agarraba las sabanas.

Al primero que se encontró fue a Nico en la tercera clase. Bueno... En realidad, había visto a Thomas por los pasillos, pero Lizzie se desviaba cada vez. Intentar reprimir lo que sentía por Nico ya no estaba funcionando y besar a Thomas pensando en Nico tampoco le parecía justo.

-Lizzie. -Susurro Nico después de pasar diez incomodos minutos en silencio. -Debes pensar que soy un imbécil...

-Desde el primer momento.

-Este imbécil cree que hace lo correcto y cree que Lizzie debería unirse a él.

-Deja de hablar en tercera persona. -Le susurra Lizzie un poco más alto.

-Creo que deberías unirte a La Flor Negra.

- ¿Por qué? -Lizzie se gira hacia él enarcando las cejas. - ¿Por qué estas tu ahí?

-Si.

Lizzie suspira y revolea los ojos, se voltea hacia la profesora que explica la anatomía de una tortuga. Nico abre la boca para justificarse, pero suena el timbre de fin de la clase y todos los alumnos juntan sus cosas para escapar, incluida Lizzie.

- ¿Porque no quieres escucharme? -Pregunta Nico casi a gritos cuando ve a Lizzie alejarse de él.

- ¿Por qué no me dijiste nada? Un "Soy un imbécil y, ah, cierto, estoy en una revolución contra el Instituto".

Lizzie grita como si no hubiera nadie a su alrededor. Nico la arrastra hacia una pequeña habitación llena de productos de limpieza antes de que diga la última palabra.

-No grites. -Susurra, a pesar de que están en una habitación donde nadie los escucha.

-Ahora tengo que hacer todo lo que me digas. ¿Cierto? -Dice Lizzie a todo pulmón y con el rostro rojo de ira. - ¡No gritar! ¡Unirme a La Flor Negra! ¡Dejar que me protejas! ¡Ponerme vestidos! ¡Y ser una princesa!

-No, Liz. -Nico pone sus manos sobre sus hombros. -No tienes que hacer nada de eso solo porque yo te lo digo. Yo solo... Yo solo quiero que estemos del mismo lado.

- ¿Por qué? -Susurra Lizzie acercándose a él. Sus ojos celestes parecían devorarla con la mirada y su pelo rojo parecía envolverlo en llamas. Nico baja las manos, se aleja por miedo a quemarse, pero le sostiene la mirada.

-Porque me gustas. -No le importa el fuego que parece rodearla, se arriesga y se acerca tanto que solo hay un dedo de distancia entre ellos. -Me gusta tu ímpetu. -La besó. -Me gusta tu enojo. -Volvió a besarla y paso su mano derecha por su mentón. -Me gusta el fuego en tu interior. Ese que solo yo puedo ver.

-No puedo estar de tu lado. -Suspiró Lizzie alejando su rostro un poco de él.

Un silencio nada incomodo los rodeo como un bruma espesa. Nico aceró a Lizzie hacia él y ya no había un espacio que los separara. Sus cuerpos estaban pegados. Volvió a besarla, esta vez sintiendo todo lo que siempre sintió por ella con más intensidad.

-Está bien. -Dijo Nico cuando se separó para tomar aire. Luego sus labios se volvieron a unir.

Once horas antes de la derrota de Salomé todos los alumnos estaban almorzando en el comedor. A penas entrar se sentía la presencia de un gran muro invisible que dividía a los adolescentes en dos bandos. Por un lado, Salomé y su sequito. Por el otro Fiona y La Flor Negra. Pero justo en el medio, solo en una mesa estaba Jamie.

Cambiando Las Reglas Del Juego [Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora