23- La flor negra

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Max en realidad no era un adolescente, ni siquiera era un alumno del instituto. Para visitar a Max salome debía ir hasta arriba de todo del edificio A, donde se encontraba el reflector que vigilaba el patio principal y donde él se encontraba. La habitación era más pequeña que los dormitorios de los estudiantes, como si fuera la sala de proyección de un cine y en el hueco de la pared estuviera el reflector en vez de un proyector de película.

-¡Salo! -Grita Max emocionado al abrir la puerta. -Entra rápido.

Su voz se convirtió en un susurro al mismo tiempo que agarra su brazo para hacerla entrar. Antes de cerrar la puerta mira para ambos lados.

-Ya se como encontrar al traidor. -Suelta Salomé cuando tiene la atención del hombre de barba.

Hace un poco más de 10 años que se cocinan y hace 4 que habían creado Sótano. Hace 4 años que Max la ayudaba a reclutar y a ocultar su existencia. Salomé lo consideraba su tío de corazón, cada semana venía a verlo.

-¿Enserio? ¿Cómo? -Salomé le da una de sus miradas cómplices. -Espera. Yo participo en esto. ¿Cierto?

-No es difícil, Maxi. -Suplica con la sonrisa más sincera que podía y agarrándolo de las manos. Pero Max se suelta, se aleja de ella hasta sentarse en la silla frente al reflector.

-No sé, Salo. Sabes que ya me estoy arriesgando mucho con todo eso de Sótano.

-Nadie va a enterarse.

-No puedo volver a la cárcel, Salo.

Ni adolescente, ni estudiante. Pero si un hombre con pasado oscuro como todos ellos. Max debía cumplir con su condena ayudando en el Instituto, sin salir de su habitación, sin visitas, ni tratos con jóvenes que no cumplían las reglas. Como Salomé.

-Solo tienes que ver quienes entran y salen de Sótano. Hay una persona que siempre viene a las reuniones. Esa persona podría ser el traidor.

-Salomé...

-No puedo hacer esto sin ti. -Salomé se acerca intentando verse más dulce.

-Esa cara débil no te va, Salo. -Dijo después de suspirar.

Max se levanta de su silla, se acerca a Salomé y extiende su mano. Con una sonrisa satisfecha Salo la estrecha.



Fiona estaba cubierta con las sabanas hasta tapar toda su cabeza, Salomé solamente podía ver algunos mechones negros que sobresalían y a penas se distinguen en la oscuridad. Salomé cierra la puerta con la mayor delicadeza posible para que su amiga no se despierte. Pero el silencio se rompe cuando encuentra un papel encima de su cama y golpea con incontrolable furia el suelo. Fiona hace un ruido con la boca, pero no llega a despertarse. El papel parecía haber sido arrancando de algún cuaderno cuadriculado, en letras negras decía: "Sótano ya no es tuyo, linda" y junto a este mensaje estaba dibujada una rosa negra.

Salomé arruga el papel y sale casi corriendo de la habitación. Estrella la puerta sin importarle el placido sueño que estaba teniendo Fiona. Camina por el pasillo, subo las escaleras hasta el piso donde están los dormitorios de los hombre y toca con exagerada fuerza una de las puertas. Un Nico con los ojos chinos le abre.

- ¿Salomé?

- ¡Jamie! -Grita ella intentando mirar el interior de la habitación.

-Creo que estas en graves problemas, amigo. -Susurra Nico caminando con los ojos cerrados hacia su cama y lanzándose sobre ella.

- ¿No pudiste esperar hasta mañana, linda? -Jamie cierra un poco la puerta, ocultando una de sus manos y apoyándose sobre el marco.

- ¿Todo esto es un chiste para ti?

Salomé empuja la puerta, entrando a la fuerza a la habitación y haciendo que Jamie retroceda. Le da una mirada a Nico para comprobar que estuviera dormido. Entonces Salomé sostiene la mano de Jamie para darle el papel arrugado, pero siente algo extraño, suave y caliente. Baja la mirada y nota una quemadura tan roja como el labial de Fiona.

- ¿Qué es esto? -Jamie enseguida se libera de su mirada y lee el papel. - ¿Crees que fui yo solo por un estúpido apodo?

Salomé abre la boca para responderle en un grito que sí, pero justo en ese momento se había dado cuenta de lo estúpido que era eso.

-Pruébame que no fuiste tú, entonces. -Termina diciendo cruzándose de brazos.

Jamie suspira, pero camina hacia su escritorio donde saca un lapicera azul y escribe en el papel. Luego se lo da a la chica que espera prejuiciosa con una ceja levantada. Jamie había escrito lo mismo, había una clara diferencia entre ambas letras.

-Es letra de mujer, pero me halaga que hayas pensado que era tan buen dibujante.

Era cierto. Las letras en negro eran mas circulares y daba esa sensación, pero Salomé jamás le daría la razón a Jamie, así que no dijo nada. Ella simplemente se dio media vuelta y salió de la habitación. Antes de que pudiera caminar hacia las escaleras Jamie la detuvo agarrándola del brazo. Cerró la puerta detrás de él.

-Salo. -Dejo de tocarla cuando vio la quemadura en su mano y la oculto detrás de su espalda. - ¿Quieren sacarte Sótano?

Lo observa de pies a cabeza como si estuviera intentando averiguar quien le dijo la existencia de Sótano, pero para ese momento ya no era fácil mantener el secreto. No solo pudo habérselo dicho el traidor, sino cualquiera en el instituto.

-Eso parece.

Salomé vuelve a retomar su caminata, pero Jamie se interpone en su camino. Estaban en medio del pasillo y no parecía importarle tener solamente un pantalón corto. Aunque Salo debía apartar la mirada de vez en cuando de su abdominal expuesto o de sus ojos que buscaban siempre su mirada o de sus labios tentadores.

-Déjame ayudarte.

- ¿Qué?

-Te ayudare a encontrar al que hizo la nota.

- ¿Por qué?

-Te ayudo y me dejas entrar al aniversario.

-No. -Salomé intento pasar por su lado, pero volvió a detenerla con la mano sana.

-No podés dejarme afuera por mucho tiempo. Supe que estuvieron preguntando por mí. -Jamie ladea la cabeza y le da una de sus típicas sonrisas picaras.

-Solo puedo darte una pista. -Dijo Salomé finalmente después de suspirar y pensarlo por un largo rato.

- ¿Acaso estamos en un juego de niños?

-Bien. Adiós.

-Bien, bien. -Jamie vuelve a frenarla revoleando los ojos. - ¿Cuál es la pista?

-Sótano esta en el edifico C.

- ¡Genial! -Grita emocionado comenzando a caminar a su habitación. -Mañana pasare todo el día buscándolo.

- ¡No!

El grito de Salomé retumba entra las paredes del pasillo. Jamie la observa desde la puerta de su dormitorio confundido.

-Si vas solo, te perderás. Ese lugar es un laberinto de pasillos y escaleras.

-Que mentira. Solo no quieres que encuentre tu lugar. -Resalta la última palabra.

-Es enserio, Jamie. -Salomé camina hacia él. Pone su mano sobre la suya que esta agarrando la manija de la puerta y la cierra suavemente, haciendo que estén muy cerca uno del otro. -Mira. Te prometo que entraras al aniversario. -Jamie festeja haciendo un gesto con el brazo y la mano cerrada. -Pero prométeme que no entraras solo al ese edificio y me ayudaras a encontrar al traidor. ¿Trato?

- ¿Este trato cancela el anterior? -Jamie se acerca aun mas a ella, provocando que su cuerpo y sus manos se rocen, igual que sus narices.

-Claro que sí. -Jamie hace una mueca de disgusto. -Bien. -Suspira Salomé. -No se cancela.

- ¡Excelente! -Dijo emocionado con una gran sonrisa y estrechando la mano de Salo.

Cambiando Las Reglas Del Juego [Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora