Se había quedado dormida. Nadie había entrado al baño después de ella y aunque no se dio cuenta de eso, se hubiera alegrado de que nadie la haya visto tan débil. Tuvo un pequeño sueño. Un recuerdo. Ella y Thomas durmiendo en la misma cama, acurrucados uno junto al otro. El sueño era la sensación de sentirse segura en sus brazos, sentir que, aunque no lo necesitara, estaba protegida.
Una mano sobre su hombro la despertó. Su inconsciente hizo que se alejara de la persona y se golpeara la cabeza.
- ¿Estas bien?
Después de masajearse, se chocó con los marrones ojos de Nico. Cada vez que lo veía sentía rechazo, desde el primer momento que lo vio no le agradó. Pero cuando lo vio abrir la puerta horas antes se había sentido muy aliviada, ahora sentido lo mismo.
-Si, estoy bien.
No había terminado de hablar que salió de su escondite y se levantó. Aunque demasiado rápido y tuvo que sostenerse del lavamanos.
-Ey. No te caigas, preciosa. -Dijo Nico sosteniéndola del brazo.
-Te dije que no me digas así.
-Claro. Lo...
-Princesa era más lindo.
Nico sonrió, pero cuando ella se giró a verlo su rostro se volvió serio.
-Te ayudo. -Lizzie paso su brazos por su nuca sin quejarse. -Te llevo a tu dormitorio.
-Creo que... Voy a dormir acá.
-No, no.
Pero Lizzie ya había recostado su cabeza en su hombro y sus ojos estaban cerrados. Nico suspiro frustrado. Sin embargo, no intentó despertarla.
Lizzie sentía como el cuerpo más grande de Nico la arrastraba por Sótano. No escuchaba tantas voces como cuando entró, así que supuso que ya no habría tanta gente para observarla. A Lizzie siempre la había importado su imagen, pero en ese momento se sentía tan agotada que ni siquiera se esforzó en mantener su orgullo. Ni siquiera podía abrir los ojos y las voces a su alrededor parecían solo susurros extraños, de monstruos extraños. Había solo una voz conocida: Nico. Mientras caminaron por el pasillo de Sótano había sentido su mano tocar poco a poco su cintura como si estuviera haciendo algo ilegal.
Nico se detuvo. Estaba hablando con alguien. No conocía la voz, era grave y autoritaria. Solo entendía una oración de la conversación.
-Jamás la lastimaría... -Dijo la voz de Nico en un momento, algo que logro tranquilizarla
La misma alarma que se activó en su cerebro cuando Freddie se acercó, se activo también cuando Nico le dijo que la acompañaría a su habitación. Pero las palabras que escuchó lograron apaciguarla lo suficiente para que sea solo un susurro de advertencia.
Nico la ayudo a subir las escaleras lentamente. Ambos recorrieron los pasillos, el patio principal, más pasillos y escaleras del edificio D, y entraron a un dormitorio. Aun no sabía como Nico sabia el número de su dormitorio, pero tampoco podía pensar en eso.
-Bien. -Dijo Nico acercándose a la que suponía era la cama de Lizzie, ya que había una foto de ella y otra mujer en la mesa de luz. -Voy a dejarte...
El cuerpo de Lizzie se resbaló de su brazo y cayó sobre la cama. Ella se quejó. Nico la ignoró y comenzó a sacarle los zapatos. Lizzie se movía de un lado hacia otro, sus pies no se quedaban quietos.
-Podes... ¡Quedarte quieta!
Lizzie abrió los ojos sorprendida, pero se quedó quieta.
-Gracias. -Respondió y continúo sacándole los zapatos. Al terminar acomodó sus pies debajo de las sabanas.
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Cambiando Las Reglas Del Juego [Pausa]
Novela JuvenilUna historia situada en alguna parte de Buenos Aires, Argentina, sobre una chica que termina en un internado para menores.