Haber ido a la mesa de bebidas no había sido una buena idea. A la novata le había causado mareos y algo en su cabeza le decía que beber más la ayudaría. Un grave error. Trago tras trago, todo a su alrededor se volvía extraño, algo borroso y complicado de entender. A penas se había dado cuenta que Salomé se había levantado de la mesa y que Cass se acercó a Nico de forma seductora. Ellos hablaban en susurros sin mirarla, pero, aunque estaban cerca de ella, sus palabras parecían trabalenguas.
Cuando el dolor de cabeza volvió, le dio otro trago a su bebida. Algo que hizo que su hígado se retorciera. Lizzie dejo su bebida en la mesa, la cual casi se cae cuando se levantó con brusquedad. Sintió que sus pies estaban pisando arena movediza, perdiendo el equilibrio. Se apoyo sobre la mesa con una mano mientras sus parpados pesados querían cerrarse. Como pudo y sin chocarse con nada (por suerte), llego al baño de damas.
Con el piso absorbiendo sus pies, cae sobre el lavamanos. Logra estabilizarse mirándose al espejo. Sus mejillas estaban tan rojas que no lograban verse sus pecas, su largo pelo rojizo tapaba los bordes de su rostro y la blancura de sus ojos casi había desaparecido, reemplazado por una capa de venas rojas.
Al mojarse las manos sintió un leve cosquilleo y el reflejo de una caída en sus piernas, pero se mantuvo en pie con la última pisca de conciencia que tenía. Escuchó un golpe en la puerta cuando se empapo la cara. Las gotas de agua caían por su mentón sobre el lavamanos, cerro la canilla y se concentró en la voz masculina detrás de la puerta.
- ¿Puedo pasar? -No la reconoció.
-Eh... Si, si.
Se sorprendió al ver el cabello ondulado y castaño. Sus ojos celestes detrás de sus lentes negros la observaban con una sonrisa amable en sus labios. En su ebriedad, Lizzie creyó ver sus pupilas dilatadas y un aura tenebrosa rodeándolo.
- ¿Cómo te sentís, Liz? ¿Lizzie es tu nombre, cierto? -Preguntó acercándose y poniendo su mano delicada sobre su espalda, algo que le causó escalofríos.
-Si, Liz. Digo... Mi nombre... Lizzie, sí. -Dijo trabándose con su propia lengua y secándose la cara con su brazo.
Freddie se rio bajando la cabeza, cuando levantó su mirada hacia la muchacha sus ojos parecían brillar como dos perlas. Se acerco aún mas a Lizzie, tanto que podía sentir su perfume.
-Deberías dormir, Liz. -Susurra.
Su mano comenzaba a rodear su cintura, a Lizzie no le gustaba el aura que los empezaba a rodear. El baño no era un escenario que le agradara. Menos en uno tan diminuto donde había un chico que a penas conocía. Aunque Fred le agradaba, su mano se sentía como una garra en su cintura.
- ¿No deberías...? ¿Llamarme novata? -Dijo apartándose de él, su brazo cayo a su costado. Su mirada se volvió extraña y su sonrisa desapareció.
-Estamos solos. No hace falta. -Dio un paso hacia ella y ella dos hacia atrás. -Además son uno de los líderes.
La última oración le hizo eco en la cabeza y una alarma se activó en su cerebro. Freddie se acercaba a ella como un dulce tigre hambriento. Lizzie tenía una mano sobre el lavamanos para no perder el equilibrio, Freddie la sostuvo haciendo que su retroceso se detuviera. Luego paso su brazo por su otro costado y la apoyo sobre el lavamanos. Lizzie estaba encerrada entre su cuerpo, sus brazos y el lavamanos.
- ¿Prefieres que te lleve a tu dormitorio? -Susurro, acercando su rostro al de ella. -Creo que necesitas...
La puerta del baño se abrió. Freddie dio dos pasos rápidos hacia atrás, alejando se Lizzie. Ella respiro como si hubiera salido del fondo del mar después de varias horas. No podía despegarse del metal detrás de ella, sentía que si lo hacía caería de bruces al suelo.
-Freddie. -Dijo la voz firme de Nico. Estaba sosteniendo la puerta mientras observaba solamente al muchacho. -Tu mesa te está esperando.
-Que esperen.
-Lion reto a Junior a comerse una cucaracha. -Nico rio, pero no parecía hacerlo enserio. -Deberías venir a verlo. Te encantan esos retos. ¿Cierto?
Freddie sonrió de costado disimuladamente, luego paso su mirada a Lizzie. Sus ojos pasaron por todo su cuerpo, desde sus mejillas rojas hasta su estómago palpitante.
-Bien. -Dijo volviendo su mirada a Nico. -Ya voy.
Nico no se movió hasta que Freddie se cruzó de brazos casi obligándolo a salir. Cuando la puerta se cerró, Fred observo a Lizzie. Se acerco los dos pasos que había retrocedido. Su boca se acercó a la de ella, pero no la besó, ni siquiera rozo sus labios. Simplemente susurro en su oído.
-No bebas tanto la próxima vez.
Y desapareció por la puerta, cual fantasma que asusta hasta que tiembles, hasta que no dejas de mirar a cada costado. Y finalmente no vuelve. Eso fue lo que paso con Lizzie. Sus ojos rojizos no se despegaron de la puerta, creyendo que volvería. Creyendo que la sostendría del cuello y la besaría con furia.
Había pasado media hora. Lizzie aun miraba la puerta. Había contenido la respiración todos esos minutos, pero su pecho comenzaba a subir y bajar. Su respiración se volvió agitada, sus brazos comenzaron a debilitarse, sus piernas a quebrarse. Con el peso del miedo en su espalda cayó al suelo. Retrocedió con la ayuda de sus pies, ocultándose debajo del lavamanos. Aun sentía el mareo del alcohol haciendo efecto en su sangre. Sintió la pared en su espalda y se detuvo. Pero quería desaparecer. Quería borrar lo sucedido. Quería viajar al pasado y nunca haber entrado al maldito Sótano, así nunca lo conocería.
Rodeo sus piernas con sus brazos y escondió su rostro entre ellos. Ya no lucho con el peso de sus parpados, cerro los ojos y las lágrimas cayeron solas. No había un llanto que se escuchara, la fuerte Lizzie no era así. No grito de furia, la fuerte Lizzie no era así. Pero sus lágrimas silenciosas mancharon su vestido floreado.
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Cambiando Las Reglas Del Juego [Pausa]
Teen FictionUna historia situada en alguna parte de Buenos Aires, Argentina, sobre una chica que termina en un internado para menores.