La novata tenia su brazo izquierdo rodeando el cuello de Nico y aunque se tropezaba con sus propios pies, parecía poder caminar por su cuenta. Nico sostiene a la pelirroja por la cintura con su brazo derecho y con la mano libre le extiende dos teléfonos a Jeremy. Pero él sige con sus brazos cruzados, levantando una ceja y mirando a Nico de pies a cabeza como si fuera el mismísimo traidor de Sótano.
-Ya se, Jeremy. -Comienza a decir Nico bajando el brazo con los teléfonos y acomodando a la novata sobre su cuerpo. -Pero no es lo que pensas.
-Eso me demuestra que es exactamente lo que pienso.
Nico abre la boca para contradecirlo, pero se da cuenta que no tiene ninguna prueba que lo demuestras. Siempre fue de los que no sale de Sótano sin una chica a su lado. Con su sonrisa de costado perfecta, su actitud coqueta y sarcástica. ¿Quién podría negarse?
-No puedo creer que estés dudando de mi. -Susurra pasando su brazo por su frente. -Puedo ser todo lo que quieras, pero no un pervertido. -Dice muy serio y con voz ronca.
Jeremy lo observa pensativo. La única prueba que tenia era que Nico no tenia su brazo mas abajo que su cintura.
-Esta demasiado ebria para subir las escaleras. Solo voy a llevarla a su dormitorio y me iré. ¿Esta bien?
-Dame tu teléfono.
Nico suspira agradecido. Primero le da el teléfono de la novata, Jeremy lo escanea y se lo devuelve, pero cuando le da el suyo, Jeremy se lo guarda en el bolsillo.
-¿Qué estas haciendo? -Pregunta con la garganta dura, intentando no alterarse.
Jeremy le da una ultima mirada a todo el Sótano y se acerca imponente hacia Nico, quien vuelve a acomodar a la novata sobre su hombro. Nico parece diminuto como una hormiga y Jeremy tan grande como un gigante.
-Si me entero que le hiciste algo, despídete de tu teléfono y de Sótano para siempre.
-Jamás la lastimaría, pero esta bien. Acepto.
Hay una breve lucha de miradas entre ellos, hasta que Jeremy se aleja y su aura imponente se desvanece con mucha lentitud. Nico ayuda a la novata a subir las escaleras, Jer los sigue con la mirada atenta hasta que la puerta se cierra.
Después de media hora donde Jeremy escaneaba y anotaba las salidas de cada invitado, Sótano estaba silencioso. Ya casi era hora del cierre. Solo quedaba una mesa rodeada por cinco muchachos y Fiona que juntaba las monedas dorados y los vasos negros y los anotaba en su teléfono. Otra de las aplicaciones de Fred diseñada para el conteo de las cosas de Sótano, así nadie se robaría nada y el secreto de Sótano se mantendría a salvo.
Los cinco muchachos estaban claramente ebrios y drogados, no parecían querer irse pronto. Jeremy imagino que tendría que obligarlos a levantarse de las sillas y echarlos a patadas del lugar. Ya comenzaba a imaginarse la escena: Los levantaría a uno con cada mano y los lanzaría tan fuerte contra la puerta que esta se caería al suelo destrozada. Fiona estaría viéndolo como a un héroe, sus ojos claros lo envolverían en un apasionado beso invisible.
Jeremy mueve sus hombros, estira sus brazos y se limpia la camisa. Pero antes de que de un solo paso, Fiona aparece como una gran líder firme y apoya sus manos con fuerza sobre la mesa. Las monedas tintinean haciendo eco entre las paredes.
-¡Se termino! ¡Hora de irse, muchachos!
Los cuatro muchachos insisten en quedarse, pero Fiona no desiste. Ellos saben que no podrán convencerla y se levantan de sus asientos. Uno de ellos quiere juntar el polvo blanco que puso sobre la mesa, pero Fiona lo frena con la mano en su pecho. Su mirada es coqueta, pero severa al mismo tiempo.
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Cambiando Las Reglas Del Juego [Pausa]
Teen FictionUna historia situada en alguna parte de Buenos Aires, Argentina, sobre una chica que termina en un internado para menores.