6- Jamie

43 14 3
                                    

Salomé nunca deja de observar a Lizzie, estudiándola y tratando de encasillarla en una de sus categorías. Salomé estaba en la mesa frente a la de Nico cuando comenzó a besarlo. Vio como su mano y su cuerpo lo provocaba. Ese idiota necesitaba una lección y Lizzie parecía querer dársela, al mismo tiempo que completaba un reto. Era muy fuerte para ser de primer año. Su actitud no sería fácil de quebrar, mucho menos su orgullo.

-Circulo. -Anuncia Salomé antes de levantarse de la mesa.

Camina pasando por dos mesas. En la mesa número ocho Fiona mezcla las monedas en el vaso negro y las lanza a la mesa. Las tres personas que la acompañan agarras sus monedas. Salomé toca su espalda y se agacha para susurrarle.

-Convoco a Nico, Cass y la novata a la mesa uno.

-Claro. -Responde Fiona sacando su teléfono para anotarlo.

Salomé vuelve a caminar hacia su mesa, pero cambia de opinión y abre la puerta blanca con el código.

- ¿Ya no juegas, Salomé? -Pregunta el chico que convocó la mesa.

-En un rato voy a buscar las bebidas, así que me salgo.

- ¡La reina traerá mas alcohol! -Grita una chica de la mesa y todos en el sótano festejan.

Los alaridos logran sacarle una sonrisa, pero enseguida se adentra en la habitación. Se sienta en su escritorio. La corona dorada en la esquina superior derecha de la computadora esta torcida y la acomoda. Saca su teléfono y manda un mensaje a alguien que tenía agendado como Charlie.

"¿Vienes hoy?"

Sabiendo que no le contestaria en un rato, dejo el teléfono a un costado y prendió la computadora.

A penas se abría el escritorio en la pantalla cuando sonó su telefono. Era extraño que Charlie le respondiera tan rápido. Suponía que estaba conduciendo y él siempre decía que no se debía usar el telefono mientras se conduce. Muy amargo de su parte, pero respetaba su decisión. Después de todo entendia el porqué.

Salomé leyó todo el mensaje con el entrecejo arrugado.

"En dos llegamos, linda."

¿Porque Charlie hablaba en plural? ¿Porque Charlie le decía linda? Sabiendo que odiaba ese apodo. Como mucho había aprobado el apodo cariño. ¿Y se atrevía a llamarla de ese manera?

Algo surgió en su cabeza. Un nombre irritante y desagradable al odio. El que mandaba el mensaje seguro no era Charlie. Salomé bufo al solo pensar en su rostro engreído. Hubiera deseado no tener que verlo, pero las bebidas se agotaban con más rapidez cada noche.

Salomé hizo otro ítem en su lista de quehaceres: Encontrar algo más para que se diviertan que no sean bebidas. Arriba de ese había cinco items mas. El primero era encontrar al traidor que estaba filtrando información del sótano.

Se grabo ese ítem en la mente y salió de la zona administrativa con el teléfono en la mano. Estaba caminando hacia Jeremy cuando una mano toco su hombro.

- ¿Podrías traernos una tanda más grande de vodka, mi reina Salomé? -Pregunto Nico tropezándose con las palabras y los pies. Salomé miro su mano tocándola, con un odio infernal en sus ojos. Él se alejó enseguida. -Cierto. Lo había olvidado.

Nico sonrió con los ojos medio cerrados y volvió a su mesa. Antes de lograr sentarse, perdió el equilibrio dos veces.

-Tal vez debamos conseguir otra cosa que no sea alcohol. -Sugirió Jeremy con voz ronca.

-Ni me lo digas. -Dijo Salomé dándole el teléfono.

Jeremy escaneo el teléfono de Salomé con el suyo y se lo devolvió. Ella corrió escaleras arriba.

Detrás de la puerta negra había un laberinto casi infinito de pasillos, escaleras y puertas. Tenías suerte si lograbas encontrar el ascensor. Salomé había pasado mucho tiempo en el edificio C. Un poco por curiosidad y un poco por obligación. Buscando un lugar para su rincón de diversión, se había perdido en el edificio y había encontrado el sótano. Un lugar perfecto para lo que tenía planeado. Cuando al fin logró salir del laberinto les contó a sus mejores amigos, quienes la ayudaron a crear ese lugar casi mágico para adolescentes. Ahora ellos eran los líderes.

Caminó por el ultimo pasillo que terminaba con una luz y daba al único estacionamiento del campus. Era gigantesco. Casi tan grande como el sótano. Había varios autos estacionados en hileras. Debian caber más de 100 vehículos en ese lugar, era razonable dado la gente que había en el edifico C.

El vehículo más cercano a ella era un camión que tenía la parte de atrás abierta, se veían muchas cajas y un muchacho adentro. Él estaba levantando una de las cajas, esta tintineaba por las botellas en el interior. Al girarse sus miradas se cruzaron, él sonrió como si hubiera visto la luz al final de un túnel.

-Hola, linda.

-Charlie. -Dice en voz alta y con su mirada de demonio en el muchacho. Este oculta su risa mientras camina al borde de la camioneta.

Un hombre apareció desde un costado de la camioneta. Su barriga apenas desbordaba de su cinturón, pero tenía un rostro dulce y amable. Miraba con el cariño de un padre a Salomé.

- ¡Salo! -Dice Charlie abrazándola con fuerza. Salomé no se resiste, pero parece incomoda al contacto.

- ¿Que hace él acá, Charlie? -Pregunta Salomé sacándoselo de encima enojada y señalando con desprecio al muchacho con la mano.

-Yo solo creí... -Charlie empieza a hablar mientras agarra la caja del muchacho.

-Entraré a tu escuela-reformatorio. -Anuncia el chico sentándose en el borde de la camioneta. - ¡Sorpresa! -Levanta los brazos alegre.

- ¿Que? -Salomé mira perpleja a Charlie.

-Su tercera escuela lo echó.

-Esa escuela de monjas no era para mí. ¿Sabes? -Dice el muchacho levantándose para agarrar otra caja.

-Ninguna escuela es para ti. -Dice Salomé y luego pasa su mirada a Charlie. - ¿Porque esta escuela seria diferente?

-Supongo que... -El muchacho interrumpe a Charlie.

-Tu escuela tiene estas fiestas cada semana. -Dice señalando las cajas que Charlie coloca en hilera sobre la pared del edificio. -Las que haces cada más son las mejores. Siempre nos pides el doble. -El muchacho le deja otra caja a Charlie y se baja de un salto de la camioneta para caminar hacia Salomé. -Además nuestra Salo debe hacer las mejores fiestas del planeta.

-Nunca podrás entrar.

- ¿Acaso son exclusivas?

-Si.

Charlie deja la última caja. Salomé y Jamie tienen sus rostros casi pegados, sus miradas celeste y marrón parecen estar en guerra. Por lo menos la de Salomé.

-Además Jamie está enamorado. -Dice Charlie sacando un par de botellas de la caja y poniéndolas en una bolsa para que luego Salomé pueda llevarlas.

- ¿¡Que!? -Grita Salomé.

- ¡Perdidamente enamorado! -Jamie se acerca a Salomé con la boca en un pico, intenta besarla exageradamente.

- ¡Mira lo que provocaste, Charlie! -Salomé lo frena y quiere alejarlo con las manos en sus hombros. Charlie se ríe detrás de ellos acercando las bolsas a Salo.

Jamie se aleja riendo y vuelve a subirse a la camioneta para bajar la ultima caja que queda.

-Hagamos un trato. -Jamie deja la caja en las manos de su padre. -Si yo logro entrar a ese aniversario del que siempre hablas a fin de mes. -Piensa y abre sus ojos gigantes. -Pasaré una noche. -Muestra su dedo índice y se cruza de brazos. -En tu habitación.

-Eso jamás pasará.

- ¿No aceptas el trato?

Salomé se acerca a la camioneta. Extiende su mano hacia él.

-Digo que jamás entraras a la fiesta y mucho menos al aniversario. -Jamie sonríe y se agacha para estrechar su mano.

-Ya veremos.

Cambiando Las Reglas Del Juego [Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora