2- Salomé

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-La cuidare con mi vida.

Confiando a regañadientes en ella, Salomé lentamente logro despegar sus manos de la patineta. Lizzie la abrazo a su cuerpo con tanta fuerza que sus dedos se pusieron blancos.

Salomé espió por la salida, la luz del reflector estaba sobre la entrada este del edificio C. Debió ir hacia la salida del edifico D donde estaba ellas, pero en vez de eso paso lentamente por el medio del patio hacia la entrada oeste del edifico A.

-Es la señal. Vamos. -Salomé avanzo por el borde del edifico D atenta a que los pasos de Lizzie no se quedaran atrás. Que su preciada patineta no se quedara atrás.

Eran un par de metros. El reflecto estaba yendo más lento hacia la entrada sur del edifico B. Salomé apresuro el paso, Lizzie no se frena. Ambas llegan al borde del edifico C cuando el reflector esta sobre la entrada del edifico B.

Lizzie logra seguirle el paso, pero su mente está en Thomas. Se pregunta se podría verla desde la habitación. Decide echar un pequeño vistazo a la ventana de su habitación en el edifico D. Logra ver una sombra en una de las ventanas, sonríe creyendo que Thomas podría verla. En la distracción se tropieza con una pierda y se precipita. Su cabeza va directo a la patineta, dobla su cuerpo para dar la espalda contra el suelo y la patineta queda a salvo.

- ¿Qué estas haciendo? Levántate. -Dice Salome ayudándola. O más bien agarrándola del brazo para levantarla.

-Lo siento.

Ambas corren más rápido hacia la entrada del edifico C. El reflector casi llega hasta donde están ellas, pero parece ir aún mas lento, casi frenándose. Eso les da tiempo para abrir la puerta y entrar antes de que el reflector las ilumine.

- ¿¡Que carajos!? -Pregunta Salomé casi gritándole cuando ya están a salvo en el edifico C, aunque en penumbras.

-Yo...

-Dámela. -Salomé le arrebata la patineta y comienza a inspeccionarla. -Tenes suerte de que no le haya pasado nada. ¿Sabes cuánto cuesta solo un tornillo?

-Yo... no sé. -Lizzie se acurruca en sus brazos tímida, no parece ser la misma chica confiada y segura de antes. Salomé suele generar eso en las personas, aunque no sabía porque, ni como.

-Vamos. Te mostrare la entrada del sótano. -Dice suspirando, pero antes de avanzar le advierte: -No hagas ningún ruido.

Caminan por un corto pasillo con paredes y pisos de ladrillo y cemento pintados de un opaco color gris. Entran a la primer puerta a la derecha, avanzan por otra pasillo idéntico y abren otra puerta. Así un par de veces hasta que Lizzie termina perdiéndose entre los laberintos que eran los pasillos del edifico C. La gente suele pensar que si entras por tu cuenta al edifico C, sus pasillos se contorsionan, se expanden y se achican solo para devorarte. Como los colmillos de Salomé, quien fue la única en entrar y salir sola. La única que conoce el camino hacia el sótano. Por eso es la única que puede dejarte entrar.

Cambiando Las Reglas Del Juego [Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora