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—Alyssa, querida, ¿has visto a Bastian? Nadie lo ha visto en la última hora y media—le preguntó la Reina Clarissa, con una sonrisa nerviosa.

—¿Eh? —Alyssa pareció confundida por un segundo—. Uhm, no, madre. No lo he visto, pero puedo ir a buscarlo si deseas.

—Por favor, hazlo. Tu padre quiere presentarlo a unos condes—Alyssa asintió, y salió del Gran Salón, para dirigirse al jardín.

Se quitó los zapatos, para que no le molestaran al caminar sobre el pasto, y fue al pabellón favorito de su hermano.

—Roma, Akim, ¿y Bastian? —les preguntó a los soldados.

—El príncipe Bastian se encuentra donde siempre, princesa—contestó Roman, por lo que ella solo asintió, y se adentró al pabellón.

Frunció el ceño cuando no lo vio "donde siempre".

—¿Bastian? —llamó en voz alta.

No faltó mucho para darse cuenta que su hermano no se encontraba por ningún lado.





—Ustedes deberían ir a visitarnos más. ¡Hay un nuevo pabellón en el jardín que te encantaría! —exclamó Alucard, emocionado.

—Sabes que, si pudiera, me iría de vacaciones a Clenmett.

—Cuando lo hagas, podemos ir juntos a nuestro palacio en el campo—Adrian iba a contestar, pero algo más captó su atención.

Alyssa llegó apresurada hacia ellos. Lucía preocupada.

—Lo siento por interrumpir, pero...—Alyssa miró a Adrian—. No encuentro a Bastian por ninguna parte.

—¿Cómo? —Adrian frunció el ceño.

Miró su reloj de bolsillo. Bastian ya debía estar de vuelta en el Gran Salón para esa hora.

Le echó un vistazo a su alrededor. La cantidad de personas haría imposible localizar a su hermano mayor, pero lo conocía tan bien como a sí mismo. Podría encontrarlo sin importar la multitud.

Excepto porque no estaba por ningún lado.

—Mamá me dijo que nadie lo había visto, así que fui a buscarlo —Adrian regresó su mirada a Alyssa, al escucharla—. ¡No está por ninguna parte! —su hermana parecía tan angustiada, que se había puesto pálida.

—¿Y sus guardias?

—¡No vieron a nadie! Ellos dijeron que nadie además de Bastian estaba en el pabellón.

Adrian miró a Alucard, que había escuchado todo, y le pidió que no dijera nada al respecto hasta conocer más la situación. Sabía que podía confiar en el príncipe, por lo que se llevó a su hermana hacia donde su madre se encontraba.





—¡¿Cómo es posible que haya desaparecido sin que nadie lo viera?!—Alyssa se sobresaltó ante el grito de su padre, pero se mantuvo en su sitio.

—Señor, nadie vio al príncipe salir del palacio. Ni siquiera las hadas guardianas lo vieron. Ellas vieron ingresar al príncipe Bastian en uno de los pabellones del jardín, pero un minuto después, había desaparecido.

—¿Y los guardias que se encontraban con él?

—Vigilaban la entrada, mi señor. Realizaron el control de seguridad antes de que el príncipe entrara, pero el pabellón estaba completamente vacío. Nadie entró ni salió después del príncipe—la mandíbula de su padre se desencajó. Alyssa no supo identificar si del coraje o algo más.

La princesa nunca había visto a su padre de ese modo.

Sentía que le terminaría dando un ataque si seguía así.

—Quiero que envíen a todos mis hombres a buscarlo. Quiero que cada rincón de Dria y sus aledaños sea limpiado—ordenó.

Cuando el consejero se fue, su padre les envió una dura mirada a sus hijos.

—¿Seguros que ninguno de ustedes sabe dónde podría estar su hermano? ¿Cómo es posible que se haya retirado del Gran Salón sin que nadie lo viera? —ni Adrian ni Alyssa contestaron.

—Ben—habló Clarissa, con voz calma—. Los niños no tienen nada que ver en esto—los miró—. Será mejor que vayan a descansar. No tienen de qué preocuparse, su hermano aparecerá pronto—les sonrió, y Alyssa se preguntó cómo su madre podía mantener la serenidad. Sin duda la admiraba mucho por eso.

Cuando fueron expulsados del gran estudio, Adrian y ella se miraron nerviosos.

Se escabulleron hacia uno de los estudios cercanos, y su hermano bloqueó la puerta.

—¿Qué fue eso? —preguntó, dándose la vuelta hacia ella—. ¿Estás completamente segura que no viste a Bastian por ningún lado? —Alyssa asintió.

—No tengo idea de dónde se metió. Estaba segura que debía estar en su lugar favorito, pero no había ni rastro de él. Ni ahí, ni cerca—su hermano suspiró frustrado, y comenzó a dar vueltas en la habitación.

—¿Y si es nuestra culpa que desapareciera?

—Pero ¿qué dices? —Alyssa frunció el ceño.

—Bueno, nosotros lo ayudamos a salir sin que nadie se diera cuenta. Si padre se entera...

—Oye, oye—Alyssa detuvo a Adrian, y lo miró a los ojos—. Padre no se enterará de esto. Bastian va a aparecer. No pudo haber ido muy lejos. Volverá pronto.

La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la ToleranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora