Adrian se había estado sintiendo con los nervios de punta desde que encontró a Alyssa en el Gran Salón.
No había podido ni dormir ni descansar bien desde que su hermana había vuelto, y apenas podía soportar escuchar la voz de Lucio. Lo sentía como un zumbido constante que lo irritaba más de lo normal.
Sentía que en cualquier momento sacaría las garras ante cualquiera que trate de sacarlo de sus casillas.
Nadie en el Reino se había enterado de la condición de su hermana ni de lo que había ocurrido en el trayecto, y para ellos, la princesa había vuelto antes de lo acordado con Bastian, pero la casa real no se pronunciaría hasta dentro de unos días. Sin embargo, él se lo había contado a sus amigos en Litz.
Adrian sabía que Vlad, Lev y Meg, que eran cercanos a Alyssa, desearían visitarla, y por lo general, Meg no pensaría en pisar el palacio, pero parecía dispuesta a hacerlo solo para cerciorarse que su hermana estuviera bien.
—Hablé con Bastian, él estará con nosotros también—decía, cuando fueron interceptados por Lucio, y más atrás, estaba su padre.
—Príncipe Adrian—dijo el consejero, en un tono sorprendido—. ¿Qué hace esta gentuza en el palacio? —Adrian no estaba viendo en dirección a sus amigos, pero algo le decía que los chicos habían detenido a Meg de hacer algo tonto.
—Lucio, te sugiero que te comportes. Ellos son amigos de Alyssa, vinieron a visitarla—el rostro del hombre se escandalizó por completo.
—¡Mi Señor, el príncipe Adrian reveló el estado de la princesa a un par de campesinos! —dijo hacia su padre, y Adrian solo pudo sentir la ira acumulándose en sus entrañas.
—Adrian—dijo su padre, con voz calma—, ¿qué es esto? —él se cruzó de brazos.
—Vienen a ver a Alyssa—contestó, cortante.
—Mi señor, ¡esta gentuza no puede estar aquí! ¡Ellos esparcirán rumores por todo Kannos! —hubo un segundo de silencio antes de que el Rey hablara:
—Adrian, Lucio tiene razón, no pued...
—Disculpa, ¿qué? —lo interrumpió.
Sí. Definitivamente ese era su punto de quiebre.
—No puedes estar hablando en serio. ¿Estás apoyando lo que este hombre dice? Solo secundas sus palabras porque crees que lo que dice es correcto, pero sabes que no lo es. Tú eres mejor que él—le lanzó una mirada furiosa al hombre—. Y tú cierra la boca—gruñó Adrian—. Si escucho que vuelves a hablar así de mis amigos, no me responsabilizaré de mis acciones.
—¿Es una amenaza, príncipe Adrian? —lo ignoró, pero volvió a mirar a su padre, cruzándose de brazos.
—Haz que se disculpe con ellos—demandó.
—Mi Señor...
—Te dije que cerraras la boca—lo cortó, pero siguió manteniendo la vista fija en su padre—. Si no se disculpa ahora, me encargaré yo mismo de decirle a todo Dria que el consejero del Rey discrimina a su gente, y que el propio Rey lo permite.
—¿Y quién le creerá, príncipe Adrian? —preguntó el consejero en son de burla. Sus labios se curvaban ligeramente en una sonrisa.
—No me tientes, Lucio. No tienes idea de lo que puedo llegar a hacer—se observaron fijamente por un tiempo.
Adrian no tenía pensado echarse para atrás ante la mirada que le otorgaba el consejero de su padre.
Había dejado que se metiera con él muchas veces, pero no permitiría que se metiera con sus amigos.
ESTÁS LEYENDO
La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la Tolerancia
Teen Fiction𝑼𝒏 𝒉𝒊𝒋𝒐 𝒔𝒊𝒏 𝒑𝒐𝒅𝒆𝒓. 𝑼𝒏𝒂 𝒉𝒊𝒋𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒋𝒂𝒎𝒂𝒔 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓𝒊𝒂 𝒂𝒍 𝒕𝒓𝒐𝒏𝒐. 𝑼𝒏 𝒉𝒊𝒋𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒏𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒔𝒆𝒓 𝑹𝒆𝒚. Los hijos de la corona de Dria eran, ante los ojos de todos, seres perfectos. Cada uno...