𝕏𝕀𝕀

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Adrian se preguntaba cómo había sido tan fácil salir del palacio, pero no lo dijo en voz alta.

Su padre no había hablado con él respecto a la noche anterior, y Adrian no sabía si preocuparse o sentirse aliviado.

El desayuno había sido uno de los más incómodos y silenciosos que alguna vez había tenido que vivir.

Adrian se escabulló con Alyssa por las calles de Kannos, tratando de pasar desapercibidos, sin siquiera tomar los caballos, pues no querían llamar la atención. Incluso Garald y Dima habían dejado de lado su armadura por ropa de civiles para acompañarlos, negándose a dejarlos ir sin ninguna clase de compañía.

Adrian tenía que aclarar no poseía una buena resistencia física. No importaba cuántos años de vida llevara entrenando, cuando se encontraba con Alyssa, todo su esfuerzo parecía nulo.

—¿Dónde estamos? —preguntó Adrian, agotado, mientras todos los demás lucían frescos como una lechuga.

Miró a su alrededor. Parecía ser un recinto normal, solo que jamás había reparado en él.

Había establos en un sector del lugar, y frente a él se encontraba una casa tan grande como una mansión. Por otro lado, pudo ver zonas de siembra. Pero a ni una sola persona.

Adrian se preguntaba a qué clase de lugar lo había traído Alyssa.

—En "Litz"—le contestó Alyssa con una sonrisa.

—¿Litz?

—Ya lo verás—Alyssa agarró su brazo, y arrastró a Adrian hacia la mansión.

Lo primero que Adrian pudo ver fue desorden, y una gran cantidad de muchachos y jóvenes adultos por todos lados.

—¡Lev! —chilló Alyssa, emocionada.

Se acercó un muchacho poco más alto que ellos, con cabello del color de la plata y ojos verdes, al cual Alyssa abrazó.

—¡Mira! —señaló con sus manos a Adrian—. Te dije que lo traería pronto—le informó, con emoción contenida.

El muchacho observó a Adrian, y le mostró una suave sonrisa, extendiendo la mano.

—Mucho gusto, Adrian. Soy Lev, uno de los fundadores de Litz—Adrian estrechó su mano, extrañado.

—¿Cómo...?

—Ah, Alyssa nos ha hablado mucho de ti. Será un gusto tenerte con nosotros—Adrian balbuceó, sin saber de qué hablaba.

—Yo me retiraré ahora—intervino Alyssa, con una sonrisa.

—¿Qué? —Adrian volteó a verla, de golpe.

—Sí. Tengo cosas que hacer, así que te dejaré a cuidado de Lev—miró al muchacho—. Sé qué harás lo mejor por mi hermano.

—Tenlo por seguro—Alyssa volvió a sonreír, y le dio una palmada entusiasta en la espalda a Adrian, que lo dejó sin aire.

—Vendré por ti en un par de horas—miró a Dima—. Sé que cuidarás bien de mi hermanito—se despidió con la mano, y se escabulló entre las personas para salir.

Adrian volvió a mirar a Lev, quien le brindó otra sonrisa.

—Entonces, dime, ¿qué te gusta hacer? —preguntó Lev.

Adrian no respondió por un momento, preguntándose si debía decirle la verdad o la mentira que había dicho desde que era un niño.

—La esp...

—Antes que digas la lucha, entrenar con la espada, o lo que sea—lo interrumpió—No me refiero a lo que tu padre quiere que te guste, hablo de lo que le gusta al verdadero Adrian de Dria—el miedo invadió a Adrian de repente.

La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la ToleranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora