Ian respiró profundo, cerrando los ojos.
Estaba seguro de que el viento que corría estaba despeinando su cabello, pero no logró que le importara.
Habían pasado meses desde que había vuelto a su mundo sin Bastian, y apenas podía sentirse tranquilo cada vez que salía de su casa.
Los primeros días después de decidir que retomaría su vida fueron los más difíciles para él, pero poco a poco fue acostumbrándose a volver a sentirse cómodo en las calles, gracias a las sesiones con su terapeuta, quien había resultado ser una de las personas más confiables que había podido conocer.
Si había algo que tenía que agradecer, era que su familia no había vuelto a indagar más sobre los días de su desaparición después de haberle dado su versión a la policía. Ian les había hablado y mostrado fotos o vídeos de Bastian a sus padres, para que se sientan seguros de que el chico no era alguien peligroso.
Había estado realizando sus actividades con total normalidad, como le había aconsejado Phil, e incluso sus citas con su terapeuta se habían vuelto parte de su rutina, pero en sus tiempos libres no podía evitar preguntarse qué tal lo estaría haciendo Bastian.
La presencia del príncipe del Reino de Dria se había convertido en algo tan habitual en su vida, que despertar cada mañana sin su presencia en la habitación, o el no tener a nadie esperando por él una vez volviera a casa, solo hacía que lo añorara cada vez más.
Se repitió a sí mismo que debía tener paciencia.
Después de todo, Ian había tenido la parte más fácil de toda la situación.
Bastian le había prometido que volvería lo más rápido posible, e Ian le había creído.
Solo quedaba seguir esperando.
—Hey, ¿se encuentra bien? —abrió los ojos de golpe al escuchar la voz en un tono suave.
Miró hacia adelante, y ahí se encontraba él.
Lucía mucho más cansado que la última vez que lo había visto.
Su rostro parecía más maduro, seguramente por todo con lo que había tenido que cargar en los últimos meses, pero por lo demás, seguía siendo el mismo joven príncipe que había conocido.
Jamás se había movido tan rápido en su vida.
Cuando se dio cuenta, ya se había levantado y lanzado a los brazos del príncipe.
Se abrazaron por lo que pareció una eternidad, y Bastian fue el primero en separarse, para besarlo con dulzura.
—Te extrañé mucho—sollozó Ian, volviendo a abrazarlo.
El príncipe lo estrechó contra sí.
—Yo también—murmuró.
Se quedaron en esa posición por un tiempo más, hasta que Ian se separó por completo, y tomó el rostro de Bastian para inspeccionarlo.
—Si estás aquí significa que todo terminó. ¿Salió bien? ¿Cómo se encuentran Alyssa y Adrian? —Bastian sonrió, con algo de esfuerzo.
—Fue más duro de lo que creí que sería, pero todo salió bien. Ahora todo se encuentra en su sitio. Hasta tuve una charla muy íntima con mi padre—Ian sonrió, con el alivio inundando su pecho.
—Entonces bien. Las charlas muy íntimas con los padres nos pueden hacer ayudar.
—Créeme, estos meses fueron una locura. Luego te contaré—Bastian sonrió—. ¿Y aquí? ¿Qué tal? ¿Phil quiere matarme? —Ian se rio, con las lágrimas todavía en su rostro.
—Algo así; logré explicarles la situación lo mejor que pude. Ah, pero mis padres quieren conocerte. Phil no se quedó corto en contarles todo sobre nosotros—Bastian palideció un poco, lo que hizo reír aún más al muchacho—. No te preocupes, mi padre es un pan de canela y mi madre se enamora rápido de las personas. Estoy seguro de que con este encanto que te cargas, lograrás ganarlos. Incluso el esposo de mi mamá se podría estar enamorando de ti—Bastian sonrió, y limpió su rostro con los dedos.
—Me encantará conocer a tus padres—Ian le devolvió la sonrisa, y luego lo miró fijamente, para después inclinarse, y besar su mejilla.
—Bienvenido a casa, Bas—el príncipe tomó su mano, y le dio un apretón.
—Estoy de vuelta.
ESTÁS LEYENDO
La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la Tolerancia
Teen Fiction𝑼𝒏 𝒉𝒊𝒋𝒐 𝒔𝒊𝒏 𝒑𝒐𝒅𝒆𝒓. 𝑼𝒏𝒂 𝒉𝒊𝒋𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒋𝒂𝒎𝒂𝒔 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓𝒊𝒂 𝒂𝒍 𝒕𝒓𝒐𝒏𝒐. 𝑼𝒏 𝒉𝒊𝒋𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒏𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒔𝒆𝒓 𝑹𝒆𝒚. Los hijos de la corona de Dria eran, ante los ojos de todos, seres perfectos. Cada uno...