𝕏𝕏𝕀𝕍

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Adrian todavía no había aceptado por completo la locura de sus hermanos, pero al ser un plan que ya se había puesto en marcha, había poco que se podía hacer, además de apoyarlos y pensar en alternativas con las que podía ayudarlos.

—Entonces, ¿me repites por qué quieres hacer esto? —Adrian volteó a ver a Lev.

—No puedo decirte exactamente, pero es un regalo que le quiero hacer a Alyssa. Sé que tienes esa tela súper especial que te trajeron de Fera, la que no es inflamable, y tampoco se rasga.

—Me preocupa que hables de esa tela—Lev se cruzó de brazos—. No te la prestaré a menos que me des una idea de para qué la quieres. Me costó mucho obtenerla y lo sabes.

—Mmm, digamos que Alyssa hará un viaje y no tendrá muchos conjuntos de ropa. Quiero hacer algo que aguante todo clima y situación—Lev levantó las manos, cuando se dio cuenta que eso era todo lo que tenía por decir.

—Está bien, no quiero conocer los detalles—se dirigió a un baúl—. Espero que ya tengas en tu cabeza lo que quieres hacer.

Adrian sonrió.





Phil sentía que había algo que Ian no les había contado, pero no podía presionarlo a hablar, especialmente porque se había comportado de una manera distante desde su regreso.

A todos se les hacía preocupante aquel detalle.

Ian solía ser una persona que hablaba por los codos, y mostraba sonrisas brillantes a todos. Pero ahora parecía que tenía su cabeza en otro lado.

Lo miró desde su sitio. Ian sonreía con cortesía, mientras sus amigos lo ponían al día de todo lo que había estado ocurriendo en la universidad tanto durante como después de su desaparición, pero él parecía escucharlos de manera superficial.

—Por cierto, Ian, ¿dónde está Bastian? —preguntó una de las chicas, buscando al chico con la mirada.

Los adultos pudieron ver el momento exacto en que la mirada de Ian se oscureció.

—Es cierto. No lo he visto—comentó otro muchacho.

Ian se quedó en silencio por un momento, y levantó el rostro, con una nueva sonrisa. Más triste, más forzada, más falsa.

—Él está en casa.

—Oh, ¿logró volver con su familia? —Ian asintió. Parecía que no quería tocar el tema—. Qué bien. ¿Cuándo vuelve a visitar Londrard?

Ian observó hacia la ventana, dejando todo en un silencio tan largo, que hasta sus amigos se removieron en su sitio, incómodos.

—Cuando arregle unos asuntos que tiene pendientes—decidió contestar, después de lo que había parecido una eternidad.

Sus amigos tomaron esa explicación, y cambiaron de tema lo más rápido que pudieron.

Phil observó cómo la expresión alegre que había estado mostrando desde un principio, se convertía en una expresión afligida.

Luego de aquella noche, Ian se cerró más en sí mismo, si eso era incluso posible.

Solía no dejar la cama hasta altas horas del día, y no comer adecuadamente.

Tampoco hablaba de aquel bicho, cosa que lo hacía sentir triste y extrañado a la vez. Phil podía ver cuánto Ian añoraba a Bastian, aún sin que este se los dijera.

La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la ToleranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora